Mariano Gamo es otra de las personas a las que alguien debería actualizarle una biografía (aunque hay dos buenos trabajos sobre él de Juan Antonio Delgado De La Rosa, “Mariano Gamo: testigo de la transición, cura obrero y marxista” y “Mariano Gamo, testigo de un tiempo), como la que recientemente le hice yo a ese “Jesuita antisistema” que fue Javier Domínguez.
Hermanos en la fe y en las luchas frente al fascismo y al franquismo, entrañables camaradas, altermundialistas, teólogos de la liberación, marxistas… y, ya en el caso de Mariano Gamo, párroco revolucionario y honrado militante –donde los haya-, comprometido –tanto como sacerdote, que como militante y diputado de IU, en su lucha por las causas de pobres, empobrecidos, explotados y marginados de nuestra sociedad.
Las mismas luchas que mi reciente biografiado Javier Domínguez, del que fue amigo fraterno y –como él- destacado miembro de la lucha contra el franquismo en la época de la Dictadura, Mariano Gamo, párroco de Nuestra Señora de la Montaña, en Moratalaz fue también miembro de las Comunidades Cristianas Populares (CCP) y de los Comités “Oscar Romero” (COR) como él y como yo, y perseguido como Javier, en las mismas causas y por los mismos franquistas (Fraga, Delso, el gitano, o Billy “El Niño” por poner tres conocidos ejemplos). Precisamente fue el denostado Juan Antonio González Pacheco (Billy el Niño) quien detuvo al Padre Gamo y que por “…hacer de la parroquia un foco subversivo contra el Régimen”
Es el mismo Javier quien me recordaba anoche esa amistad tan familiar y fraterna como era la de quienes -en aquellos tiempos- compartían su lucha profética contra el fascismo. Me habló, todavía con envidiable lucidez, de esa cita de la página 105 de “Un jesuita antisistema “ que reproduzco y que es tan real como que la cuentan Jaúregui y Vega en sus “Crónicas del Franquismo 1971/1975” y también de esa anécdota que no nos atrevimos a contar entonces por no haber podido verificar, según la cual, un día que Javier Domínguez estaba en su Parroquia Nuestra Señora de la Montaña, de Moratalaz, entró la policía a detenerlo (al Domi) y que Gamo, como párroco, se enfrentó a ellos y no les dejó detenerlo porque aquel “era un lugar sagrado en el que la Policía no podía entrar si no tenían la autorización del Obispo”. Claro, como el Obispo era el albaceteño Alberto Iniesta, otro “Cura Rojo”, jamás les dio semejante autorización, como en ocasiones sí que se las diera el fascista Guerra Campos, a la sazón Obispo de Cuenca.
También Juan Antonio Delgado de la Rosa en “Mariano Gamo, testigo de un tiempo. Entre cristianismo y marxismo y viceversa” (2012) dice: “estamos en el mundo para transformarlo no para contemplarlo. Esta es la idea que subyace en el corazón de Mariano Gamo, sacerdote que pasó progresivamente del frente de juventudes a la militancia marxista (…) militante de la iglesia postconciliar en la España franquista y en su transición democrática. La figura de Mariano Gamo encarnado en el barrio con los vecinos y su modo de actuar constituyó una auténtica “Escuela de Democracia” buscando -sigue diciendo Delgado- una evangelización liberadora más allá de la pastoral sacramentalista de cristiandad en la que se localizase a Dios entre los más pobres, oprimidos y marginados. Y esto se planteaba desde la convicción profunda de que la fe cristiana es generadora de contenidos y criterios valorativos, por lo que había que impedir un dualismo entre conciencia cristiana y conciencia política”
“A Carabanchel, a Carabanchel (…) a arrancar la amnistía”, es la canción que compuso (como músico que también era) para su lucha por la Amnistía de los presos políticos del franquismo y que puede oírse en este buen reportaje de la Sexta (Mariano Gamo. El párroco de Moratalaz que desafió al fascismo en sus catequesis), cuando aún no era la Secta, y que reproducimos justo arriba.
El 19 de diciembre de 1969, como nos recuerda @Jorge_28030 en un magnífico hilo en Twitter, tuvo lugar uno de los juicios a Mariano Gamo en el Tribunal de Orden Público (antes TOP y hoy Audiencia Nacional) por dos delitos de «propaganda ilegal» y hasta hubo una manifestación de apoyo al párroco marxista y antifranquista. Se zampó 4 años de cárcel y en 1973 volvió a la parroquia donde hasta los más ateos fueron a recibirle, cuando muchos jamás habían pisado una iglesia.
Para saber más
- Fallece Mariano Gamo, el cura marxista que hizo de la parroquia de Moratalaz una casa vecinal y de las Comisiones Obreras. El decidido compromiso social del párroco le hizo pisar la cárcel en diversas ocasiones. Tuvo, además, una carrera política en la ORT e Izquierda Unida. https://www.eldiario.es/madrid/somos/fallece-mariano-gamo-cura-marxista-hizo-parroquia-moratalaz-casa-vecinos-comisiones-obreras_1_10352107.html
- La Iglesia ganó la Guerra Civil, más que el Ejército y que la Falange” Entrevista de Aníbal Malvar https://ctxt.es/es/20190703/Politica/27176/Anibal-Malvar-franquismo-guerra-civil-Mariano-Gamo-entrevista-Iglesia.htm
- Los fragmentos de Juan Antonio Delgado de la Rosa que reproducimos en la imagen
Creo que has descrito muy bien la vida y relaciones conmigo de Mariano Gamo. Yo pensaba escribir algo, pero mando tu reportaje a mis amigas y amigos y compas de mi lista
Fallece Mariano Gamo Sánchez (Tamajón (Guadalajara) 2 de febrero de 1931,- Madrid 5 de
julio de 2023, uno de los grandes jinetes de un apocalipsis que sí existió
Mariano Gamo, referente dentro de los curas obreros, hizo compatible su trabajo pastoral con
su trabajo como enfermero y su militancia sindicalista y política.
Una de las cuestiones más relevantes fue su apuesta por La Casa del Pueblo de Dios
Designado en 1964 párroco de Nuestra Señora de la Montaña, en el barrio de Moratalaz,
encuentra allí la “tierra prometida” en la que pone en marcha el proyecto soñado durante
años de una Iglesia de pueblo, para el pueblo y desde el pueblo.
Como una declaración pública de este propósito figuraría, con grande caracteres, en el
frontispicio del barracón que hacía de templo la inscripción: CASA DEL
PUEBLO DE DIOS. Éste barracón ofreció durante años hospitalidad a las reuniones clandestinas
de CC.OO y también las misas de los domingos, eran eucaristías vivas, abiertas al diálogo, para
fomentar una asamblea cristiana plural, en la que los asistentes se pronunciaran sobre los
diferentes temas propuestos con toda libertad e espontaneidad, aunque utilizando algunas
veces un lenguaje críptico, debido a la presencia policial. La declaración del estado de
excepción de 1969 provocó la detención de Mariano Gamo “a causa de ciertas expresiones
vertidas sobre el Estado de excepción” (BLÁZQUEZ, 1991: 189). En esos días, Gamo (2000:
32–33) sostenía:
“Mis cadenas no son otras que la militaresca ordenanza del silencio, por la que a todo
un pueblo se le ha impuesto la renuncia a su innata vocación… El hombre es responsable de la
historia… Un pueblo no poseso del silencio, libre de sus decisiones, es el ángel en el que yo
confío. No se llama legión, PUEBLO es su nombre”.
Posteriormente, fue confinado en el Monasterio de El Paular (Rascafría, Madrid) y, condenado
por el Tribunal de Orden Público (TOP) a tres años de prisión, tal como narra el historiador
Tuñón de Lara: También fue juzgado y condenado, esta vez en Madrid, el párroco de
Moratalaz, Mariano Gamo, en cuyo favor había testimoniado el obispo auxiliar de la capital,
monseñor Echarren. El Estado de Franco, al dirigir así sus aparatos coactivos-judiciales contra
miembros del clero, estaba inutilizando por completo un aparato de hegemonía (ideológica)
que durante muchos años le sirviera eficazmente (TUÑÓN DE LARA, 1980: 403). Finalmente,
fue trasladado a la cárcel
Concordataria de Zamora (BLÁZQUEZ, 1991: 190), donde convivió con una veintena de curas
vascos, también reclusos, de los que llegó a aprender algo de euskera y con los que colaboró
en el montaje de una ikastola en la propia prisión (JÁUREGUI Y VEGA, 1985: 139–141.
Abandonó la cárcel en octubre de 1971 por el llama do indulto Matesa (JÁUREGUI Y VEGA,
1985: 139), aunque en fechas posteriores ingresó tres veces más en la cárcel de Carabanchel,
por otras tantas multas gubernativas, tal como narran Jaúregui y Vega: El día 25 de diciembre
de 1973 tampoco iba a ser bueno para Mariano Gamo. Por la mañana le aconsejan que firme
una declaración en la que se declare autor de un delito de injurias a la memoria de Carrero
Blanco (el domingo siguiente al asesinato de Carrero Blanco no ha recordado en la misa al
almirante caído en acto de servicio
el jueves 20 de diciembre). Seguidamente le imponen una multa de 200.000 pesetas
y le envían a Carabanchel, en cuyo hospital penitenciario, sección toxicómanos, es recluido en
arresto sustitutorio por impago de multa. Los funcionarios le reconocerán como el toxicómano
número 22, el número 21 es Carlos Jiménez de Parga… (JÁUREGUI Y VEGA, 1985: 182–183).
Incorporado de nuevo a su parroquia, tras su salida de Zamora, comienza a trabajar como
sanitario en la Clínica de la Concepción hasta 1988 en que se traslada como DUE (ATS) al nuevo
hospital público “Severo Ochoa” de Leganés. Aprovechando una baja laboral por enfermedad,
termina su licenciatura en Filología Hispánica. Su compromiso político discurre a través de la
ORT: La ORT, grupo político que surge en 1970 procedente casi por entero de la acción Sindical
de Trabajadores, un núcleo obrero católico surgido en 1964 y vinculado a los jesuitas de las
Vanguardias Obreras. Lo particular del marxismo de su programa oficial, que se transformó en
maoísmo enseguida, provenía de la militancia católica de origen. Entre sus principales
dirigentes habrá curas obreros omo Mariano Gamo… (CRUZ, 1997: 205). Y bajo esas siglas se
presenta, en las primeras elecciones democráticas de 1977, como candidato al Congreso de los
Dipu-Revista inteRnacional de Pensamiento Político – i ÉPoca – vol. 11 – 2016 – [455-468] – issn
1885-589X 460
tados (JÁUREGUI Y VEGA, 1985; 143). En ese período deja la parroquia para vol- carse en la
actividad político-sindical emergente, sin abandonar el puesto de trabajo. Desaparecida la
ORT, ingresa en Izquierda Unida, por cuya organización sale elegido Diputado de la Asamblea
de Madrid en 1995, en la que actúa de portavoz de su grupo para temas sanitarios, durante su
IV
Legislatura, al término de la cual cesa en su excedencia laboral por cargo público y se jubila a
los 68 años de edad, pero sigue al pie del cañón acompañando la vida de las personas. Una de
sus últimas reuniones las realizó en el equipo de la ACO del lucero.
Sus últimas palabras fueron que nos tenía a todos en el corazón. DEP
Juan Antonio Delgado de la Rosa
Mariano Gamo Testigo de un tiempo. Entre Cristianismo y marxismo y viceversa
Endymion 2012
JUANJO TAMAYO, hace hoy este fraterno IN MEMORIAM en el diario EL PAÍS:
Mariano Gamo: cristianismo radical y compromiso con la clase trabajadora
El sacerdote español llegó a militar en partidos políticos de la izquierda clandestina durante el franquismo y, posteriormente, contra el neoliberalismo
https://elpais.com/sociedad/2023-07-06/mariano-gamo-cristianismo-radical-y-compromiso-con-la-clase-trabajadora.html
Ha fallecido Mariano Gamo, compañero del alma, compañero. Al dar la noticia de su muerte, suelen hablar también de mí, Javier Domínguez. Es que nuestras vidas y nuestro compromiso, han sido muy semejantes: los dos curas rojos, los dos creyentes, los dos perseguidos por la brigada político social, los dos interrogados por Delso y Bili el Niño.
Pero quisiera destacar una gran diferencia en nuestro proceder evangélico: Yo huí a Alemania y me libré de la cárcel y él se quedó aquí. Él fue “el Buen Pastor “del evangelio que se enfrenta al lobo y da la vida por sus ovejas.
Javier Domínguez
Mariano Gamo, el cura antifranquista de la verdad, la justicia y la fraternidad
Detenido por Billy el Niño, llegó a ir a la cárcel por propaganda ilegal. Su parroquia en Moratalaz fue el refugio del incipiente movimiento obrero y vecinal que se organizaba contra el régimen. Ha muerto con 92 años en Madrid.
07/07/2023 20:53GUILLERMO MARTÍNEZ@GUILLE8MARTINEZ
«Esta noche ha muerto Mariano. Le ha costado, ha luchado igual que en la vida». Esa es la frase con la que Angelines comunicaba la muerte de su amigo Mariano Gamo (1931-2023) a sus allegados el pasado 5 de julio. No se equivocaba. Gamo dio todo, hasta con sus huesos en la prisión, por defender a los trabajadores desde el púlpito de su iglesia durante el franquismo.
Su parroquia, convertida en la Casa del pueblo de Dios en el Polígono E de un barrio de Moratalaz atestado de familias obreras, fue considerada foco de subversión. Detenido por Billy el Niño, ya llevaban tiempo asambleándose en su humilde templo unas clandestinas Comisiones Obreras.
Gamo recibió a Público el pasado octubre de 2022 en su casa, cerca de la zona de Pacífico, en Madrid, repleta de libros y legajos de papeles sobre los que un día posó su atenta mirada. No le gustaba nada que le tutearan. Se empeñaba en que eso no sucediera.
Personas buscan a cinco desaparecidos por la represión franquista en la fosa común del cementerio de Casas de Belvís (Cáceres).
En busca de cinco asesinados por pistoleros fascistas
Tras la visita, el sacerdote me regaló un poemario no sin antes leerme unos versos como si de uno de sus sermones comprometidos con la justicia social se tratara: «Que no son los crespones los que avanzan / sino el abanderado que los lleva; / que no son las banderas las que importan / sino el que avanza, incluso, a pesar de ellas». Aquello sucedió más de una hora después de comenzar a hablar con la parsimonia que merece una ocasión de tal calibre.
Gamo nació en Tamajón (sierra de Guadalajara), el mismo año en el que se proclamó la tan ansiada Segunda República en España, la misma que le terminaría arrebatando a su padre cinco años después, asesinado por el Frente Popular, tal y como él mismo repite.
Tras cabalgar al galope difíciles contradicciones, terminó militando en la Organización Revolucionaria del Trabajo y siguiendo los postulados maoístas, el Libro Rojo y la revolución permanente que llegaban desde China.
Olga Rodríguez en Buenos Aires frente a los tribunales, donde declaró el pasado jueves 8 de junio de 2023.
Olga Rodríguez: «De una fosa no solo se extraen huesos, también las palabras pendientes y sepultadas»
Su vocación de cura procede de la toma por parte del bando sublevado de Mondéjar, donde estaba con su familia, ya sin su padre.
«Para nosotros eran el ejército de liberación. Entonces vi cómo los militares se distribuyeron por todas las casas e hicieron unas misas de campaña. Solo había curas y militares, y desde entonces eso fue lo que quise ser», relató Gamo. En 1953, doce años después de su entrada en el seminario, se convirtió en cura.
Un hogar, una iglesia, unos barracones
Primero pasó por Navas del Rey y luego se instaló en Madrid. En la capital pasó un tiempo en la capilla neomudéjar de San Vicente Ferrer, que funcionaba como capilla del hospital Niño Jesús. Más tarde llegaría a su nuevo hogar: la parroquia de Moratalaz.
Vista de la basílica del Valle de los Caído (ahora Valle de Cuelgamuros) el 24 de octubre de 2019, en la exhumación de los restos del dictador Francisco Francos. REUTERS/Emilio Naranjo/Pool
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«Eso para mí fue la tierra prometida. Allí pude poner en valor todo lo que había aprendido en un viaje previo de estudios pastorales que hicimos por Francia durante más de un mes. Recuerdo las calles sin asfaltar, casi sin urbanizar esa zona, organizada en polígonos, en donde la iglesia eran unos barracones», comentó al respecto el mismo Gamo.
Lo primero que hizo fue encargar a un pintor unos moldes que pusieran «casa del pueblo de dios», en minúsculas. «Aquello fue una declaración de guerra», comentó en su día. A decir verdad, la parroquia se llamaba Nuestra Señora de la Montaña, aunque con el tiempo la gente la empezaría a conocer por Nuestra señora de los encierros.
«Yo di hospitalidad a Comisiones Obreras y me siento, en ese sentido, cofundador del sindicato. Marcelino Camacho venía a verme para decirme que era conveniente que en sus reuniones también hubiera cristianos», rememoró el otoño pasado.
Vista de la fachada principal de la basílica del Valle de los Caídos, San Lorenzo del Escorial, Madrid, a 14 de marzo de 2023.
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Gamo convirtió la misa en una asamblea, en la que se daba la palabra para que la gente opinara
Así, llegó un momento que de tantos grupos que había, algunas veces unos gremios se tenían que reunir detrás del barracón. Gamo convirtió la misa en una asamblea, en la que se exponía un tema y daba a la palabra a la gente para que opinara.
Hechos como que Pío XII convirtiera al 1º de mayo, día de los trabajadores, en el día de San José Artesano, le daba pie a Gamo para hablar sobre los derechos laborales. «Eso no lo hacían muchos otros curas. Y ahora menos. Los sacerdotes actuales son un cero a la izquierda. Antes hablaban de salarios justos, participación de beneficios y cogestión de la empresa», se refirió.
Mariano Gamo, en su casa en Madrid.
Mariano Gamo, en su casa en Madrid. — Guillermo Martínez
Procesamiento judicial y encarcelamiento
Pero este compromiso tuvo un precio. «Cuando se declaró el estado de excepción en España en 1969, vino la Policía y me llevó a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, acusado de propaganda ilegal. Allí me pasé la noche sentado en una silla, recibiendo improperios de los policías, entre ellos Billy el Niño. Estuve 19 días allí, pero no sabían qué hacer conmigo», dijo Gamo a Público.
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Recordó también que el comisario encargado de investigar las prácticas ilegales, como la prostitución callejera, le trató «divinamente» porque le dejaba una radio los fines de semana que él no iba.
Pronto llegó a El Paular, el primer lugar en el que Gamo estuvo encarcelado. «Lo utilizaron como prisión porque en aplicación del concordato con Roma, que era ley en España, los curas no podíamos cumplir prisión con presos comunes. Pasó un año hasta que salió mi juicio», destacó.
Finalmente, la jurisdicción militar se desinhibió de su caso y pasó a la jurisdicción de orden público. «La noche anterior la pasé en Yeserías, y aunque el fiscal me pedía 12 años de cárcel, me condenaron a tres. Me acusaron de subvertir el régimen, de convertir la parroquia en una especie de trinchera antifascista», relató el pasado octubre.
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De aquella experiencia recordaba al juez, a quien describió como «un hombre atormentado por tener que juzgar a un cura a cuyo padre le habían matado los rojos, igual que a él». «También recuerdo que durante el juicio se acercaron varias personas de la parroquia de Moratalaz y los Guerrilleros de Cristo Rey les empezaron a dar hostias a mansalva, así que algunas tuvieron que ir a la casa de socorro, entre ellas el obispo auxiliar de Madrid», completa.
«Fui libre a partir del 1 de octubre de 1972. Si lo pienso ahora, no tengo mala conciencia por mis actos» explicaba el cura
De allí pasó a la cárcel Concordataria de Zamora, la única en el mundo creada expresamente para sacerdotes. «Entré en 1970 y al final cumplí 20 meses porque Franco dio uno de sus indultos. Fui libre a partir del 1 de octubre de 1972. Si lo pienso ahora, no tengo mala conciencia por mis actos».
En esa prisión coincidió con no pocos curas vascos: «Como tenía mucha confianza con ellos, podía decirles lo que me parecían sus absurdas ideas separatistas. Yo era el único que más se acercaba al marxismo, así que un día incluso llegué a ir a una ikastola a hablarles sobre las ideas básicas del marxismo: qué era la lucha de clases, el análisis de la sociedad y la dictadura del proletariado», subrayó este considerado cura rojo.
El poeta Miguel Hernández recitando.
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Reincidir por la libertad
Ya en libertad, exigió volver a su parroquia de Moratalaz, pero el cardenal Tarancón no quería. «Cuando le vi todavía era arzobispo de Madrid, y salí profundamente decepcionado con él. No entendía aquello y le dije que Morcillo, su predecesor, seguía vivo aunque ahora se apellidara Tarancón. Al final regresé. Pude estrenar la parroquia ya construida en la Navidad de 1975, el mismo año en que murió Franco», relató el protagonista.
De todas formas, su presidio no sirvió para escarmentar. Gamo sabía que la libertad no se consigue de un día para otro, y que quizá una generación que lucha por ella ni siquiera la llegue a ver. Su empeño en la defensa de los trabajadores le convirtió en el toxicómano número 22.
«Yo volví a la cárcel de Carabanchel varias veces por multas gubernamentales que no pagué. La primera era de 200.000 pesetas, así que pasé por un arresto sustitutorio de dos meses, que lo cumplo separado de los presos comunes pero en la sección de toxicómanos. Era el toxicómano número 22», reiteró.
Miguel Hernández en una imágen de archivo.
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«Después hubo otra multa que mis compañeros de la clínica de la Concepción, donde yo trabajaba como enfermero, pagaron. Eso me causó gran contrariedad, porque trabajadores se quitaran dinero de su bolsillo para mí… El que la hace la paga, y yo la hice», continuó explicando.
Estas multas, por otra parte, le eran impuestas por motivos como conspirar contra la seguridad del Estado, ofender a su excelencia, hacer de la parroquia un fortín comunista o alterar el orden público.
«La tercera multa fue de 500.000 pesetas, y las diferentes asociaciones de vecinos y algunas organizaciones políticas como la Organización Revolucionaria del Trabajo y el Movimiento Comunista, la pagaron para sacarme a los pocos días de prisión», añadió.
Miguel Hernandez
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En aquellos años, este sacerdote ya sabía qué quería en su parroquia. Tal fue su determinación, que se negó a rezar un Padre Nuestro por la muerte de Carrero Blanco, lo que hizo que se produjeran cargas policiales.
Miedo a la muerte
Gamo hablaba sereno, firme, convencido, con una voz desvencijada por el paso del tiempo pero impertérrita ante las glorias de su pasado. Sí se revolvió un poco cuando comentó el momento en el que tuvo más miedo por hacer las arengas que realizaba durante sus homilía: «El único momento en el que tuve miedo fue durante la Transición, cuando se cumplió el primer aniversario de los últimos fusilamientos del franquismo, el 27 de septiembre de 1975 en Hoyo del Manzanares. Alonso Puerta, después concejal con Tierno Galván, me pidió hacer una misa en el honor de los cinco ejecutados. La iglesia se llenó de estudiantes y yo me llevé la homilía escrita para no excederme y dar pie a que interviniera la Policía Secreta que estaba en todas mis misas».
El incidente vino al final del todo: «Varios guardias civiles entraron y me dijeron que si no me daba vergüenza hacer una misa por esos asesinos. Armados con metralletas en la iglesia, con sus tricornios, yo no quise contestar nada que me comprometiera porque pensaba que me disparaban y ahí que me quedaba. En ese momento sí que pasé verdadero miedo».
Los procesados Carolina Martínez y Clemente Bernad. (Captura de imagen tomada del vídeo ‘A sus muertos’)
«Nos sentimos como si fuéramos de camino a un matadero. Es injusto, no damos crédito»
Ya en democracia, Gamo llegó a engrosar las filas de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores y a ser diputado autonómico por Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid.
«Imagino que era una contradicción enorme para usted oponerse a los grupos que decían luchar por la memoria de las personas como su padre», le dije al final de la conversación.
Él, con unas palabras severas y determinantes, la terminó: «Yo era un hijo de las dos Españas, sí. A mi padre me lo mataron los rojos en la Guerra, y él no era un señorito, ni mucho menos. Después me fui abriendo a la situación del barrio, en Moratalaz, al ver que la España de Franco es infiel a sus propias promesas, a la patria, el pan y la justicia. Yo asumo la contradicción, pero siempre me muevo en la misma línea: la justicia, la verdad y la fraternidad universal hay que dársela a unos y otros».
Mariano Gamo: cristianismo radical y compromiso con la clase trabajadora
El sacerdote español llegó a militar en partidos políticos de la izquierda clandestina durante el franquismo y, posteriormente, contra el neoliberalismo
Juan José Tamayo, en el Pais
https://elpais.com/sociedad/2023-07-06/mariano-gamo-cristianismo-radical-y-compromiso-con-la-clase-trabajadora.html
Largo y muy fecundo ha sido el itinerario profético y liberador del sacerdote
obrero y teólogo de la liberación Mariano Gamo, fallecido el 5 de julio a los 92 años, al
servicio del Evangelio traducido en el compromiso político y sindical en favor de los
sectores más vulnerables de la sociedad española y, muy especialmente, de la clase
trabajadora oprimida por el capitalismo salvaje de la dictadura franquista y hoy por el
neoliberalismo rampante.
Fue una persona de gran humanidad y trato exquisito, de una inteligencia
privilegiada y profunda sensibilidad poética y musical a flor de piel, que se inició
durante los estudios humanísticos, filosóficos y teológicos en el Seminario de Madrid en
la posguerra civil española y desarrolló ininterrumpidamente hasta su muerte. El estudio
fue una constante en su vida y supo compaginarlo con la militancia política y sindical,
el trabajo profesional y la actividad eclesial. El resultado de su dedicación al estudio
fueron el título de ATS y la licenciatura en Filología Hispánica. Su dedicación a
Conocí a Mariano Gamo a mediados de la década de los 70 y compartí con él la
militancia en la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) y el nacimiento de
Iglesia Popular, primero, y de Comunidades Cristianas Populares, después. Fueron años
en los que nos sentíamos unidos en los sufrires, pensares y vivires en el difícil parto de
una Iglesia del pueblo sin adhesión alguna al poder. Siguiendo el análisis marxista
afirmábamos que la lucha de clases pasaba por la Iglesia.
Fueron los años del nacimiento de Cristianos por el Socialismo, primero en el
Santiago de Chile de Salvador Allende y luego en España; del debate entre amor
cristiano y lucha de clases; del diálogo cristianismo-marxismo entre teólogos cristianos
como Rahner, Metz, González Ruiz, Giuoli Girardi, Álvarez Bolado, y pensadores
marxistas como Garaudy, Bloch, Mury, Gardavski…, quienes nos recordaban que no
malbaratáramos el Misterio.
Por esos años escribía mi tesis doctoral, dirigida por Casiano Floristán, sobre la
JOC en España, que subtitulé “Cristianismo, clase obrera y lucha de clases”, bajo la
inspiración de Giulio Girardi y de la incipiente teología de la liberación. En 1972 se
celebró en Encuentro de El Escorial sobre dicha teología en el que intervinieron algunos
de sus iniciadores y principales protagonistas: Gustavo Gutiérrez, Segundo Galilea,
Juan Luis Segundo…. Las conferencias y los diálogos de aquel encuentro fueron
publicadas en el libro Fe cristianas y cambio social en América Latina. El Encuentro de
El Escorial 1972, editado por el Instituto Fe y Secularidad, que lo promovió, y
publicado por la editorial Sígueme en 1973. Es uno de los libros fundamentales para
entender los orígenes de la teología de la liberación y su recepción en Europa y,
especialmente en nuestro país, donde no pocos cristianos y cristianas, teólogos y
teólogas y movimientos sociales seguimos tan creativa corriente teológica.
En una de sus salidas de la cárcel de Mariano Gamo, fui a recogerle a las puertas
de la prisión de Carabanchel y lo llevé a una de las bocacalles de la avenida de Doctor
Esquerdo donde vivía con su madre que le estaba esperando como cada vez que
abandonaba los barrotes carcelarios. Aquel día me sentí orgulloso de ejercer de “buen
samaritano” de una persona íntegra que, solo ante el peligro, se encaró con el poder en
plena dictadura. A partir de entonces surgió entre nosotros una estrecha relación de
amistad y sintonía.
Durante casi 15 años fungió como párroco de Nuestra Señora de la Montana,
donde llevó a cabo una transformación radical y desacralizadora del viejo modelo
parroquial centrado en el culto y lo convirtió en la “Casa del pueblo de Dios”, lugar de
reuniones de las comisiones obreras nacientes y de los encierros reivindicativos de los
trabajadores y las trabajadoras (era conocida popularmente como “Nuestra Señora de
los encierros”) y comunidad cristiana de base inclusiva de niños, jóvenes y adultos e
inserta en el tejido social del barrio de Moratalaz, formado por una ciudadanía
inmigrante marginada y por sectores populares empobrecidos a quienes defendió y
dignificó.
Sermones políticos
Memorables fueron sus sermones evangélico-políticos, pronunciados con una
libertad insobornable, una lucidez crítico-profética y una denuncia pública de las
sangrantes brechas de la desigualdad a todos los niveles. Fueron sermones controlados y
grabados por la Brigada Político Social, que le provocaron multas cuantiosas,
detenciones y encarcelamientos en el Monasterio del Paular, la cárcel de Carabanchel y
la cárcel Concordataria de Zamora, donde convivió con sacerdotes vascos.
Con sus homilías políticas, críticas del franquismo y del capitalismo estaba
siguiendo la recomendación del teólogo y pastor evangélico Karl Barth: “No es buena
señal que la comunidad se asuste y se atemorice cuando el sermón se politiza, como si
pudiera ser apolítica […]. La comunidad consciente de su responsabilidad política
querrá y exigirá que el sermón se politice. Lo entenderá en clave política, aunque no se
utilice ni un solo término político”. En Mariano Gamo se hizo realidad la
bienaventuranza que declara felices a las personas perseguidas por causa de la justicia
(Mt 5,10).
La comunidad de base en que convirtió la parroquia de Moratalaz, tenía, por una
parte, la ambivalencia del ser, y, por otra, es el espacio de una lucha específica tanto en
el interior de la iglesia como en la comunidad secular. Es el espacio en el que uno
comulga con una iglesia como proyecto, como realización de cada día y como frente de
lucha contra todas formas alienantes y antievangélicas de que ha estado revestida la fe
cristiana y que todavía perviven en lo que llamamos iglesia
El barrio era, para él, la comunión de aspiraciones con lo que llamamos pueblo
como conjunto de todas las clases populares y la posibilidad de contar con la ayuda de
personas que, aun no perteneciendo al proletariado, se ponen de su lado.
Para Gamo, la prisión fue el precio que había que pagar por la lucha contra la
dictadura oligárquica, la posibilidad de entrar en relación-comunión con todos los que
viven la misma causa y de conocer los bajos fondos, como son el resto de los presos,
particularmente los sociales, representaba la posibilidad de reflexión, de plantearte una
nueva perspectiva dentro de esa especie de desierto que es el estar detrás de las rejas sin
sentirse mediatizado por esas urgencias de cada día.
De su identificación con las mayorías populares empobrecidas de Moratalaz
surgió su conciencia de clase que le llevó a convertirse en cura obrero en diferentes
trabajos: peón de la construcción, encofrador, trabajo editorial, camillero, ATS, etc.
Trabajó en la editorial ZIX, en la clínica de la Concepción y en el hospital de Leganés.
Era la forma de liberarse de la institución eclesiástica, de lograr la independencia
económica y de ganar el pan con el sudor de la frente. Practicó la conciencia de clase a
través de la lucha por la defensa de los derechos de la clase trabajadora con su
participación en las huelgas, comités de empresa y juntas de personal. La relación de los
compañeros con él, aun sabiendo que era cura, “estaba totalmente secularizada”, como
me confirmaba a finales de la década de los setenta.
La clínica, para Gamo, amén de lugar de trabajo y de adquirir el pan de cada día,
era la comunidad de clase, la comunidad de aspiraciones y luchas con el resto de los
trabajadores, el momento en el que, a través del trabajo, entras en comunión con esa
media España que trabaja para la otra media”. Su trabajo era profundamente humano y
humanizador al tratar con las personas enfermas.
Poco a poco fue despertando su conciencia política, que le llevó a militar en
partidos políticos de la izquierda clandestina durante el franquismo, a presentarse como
candidato por la agrupación de electores promovida por la ORT en las primeras
elecciones de la transición democrática y como diputado autonómico por Izquierda
Unida en la Asamblea de Madrid, donde ejerció como portavoz de la Comisión de
Sanidad y demostró una elocuente oratoria sólidamente argumentada.
“¿En dónde están los profetas que en otros tiempos nos dieron las esperanzas y
fuerzas para andar?”, preguntaba Pedro Casaldáliga en uno de sus poemas más
emblemáticos, para responder: •en las ciudades, en los campos, entre vosotros están”.
Entre nosotros estuvo el profeta Mariano Gamo, que hizo realidad la afirmación de
Marx: “La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra,
la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el
corazón de un mundo sin corazón, así como el espíritu en un mundo carente de
espíritu”. De lo contrario, la religión se convierte en “opio del pueblo”.
Mariano Gamo fue sincero para con Dios y honesto con la realidad, que intentó
transformar siguiendo la tesis 11 de Marx sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho
más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo”. Durante más de sesenta años fue el mejor ejemplo del cristianismo
revolucionario que puso en práctica dos propuestas: la del “amor políticamente eficaz”,
que formulara en la década de los sesenta del siglo pasado el revolucionario colombiano
Camilo Torres, y la de la “santidad política” del mártir del nazismo Dietrich Bonhoeffer
a favor de los “condenados de la tierra”.
Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y autor de Teologías del Sur.
MARIANO GAMO / CURA Y EXDIPUTADO DE IU
“La Iglesia ganó la Guerra Civil, más que el Ejército y que la Falange”
Aníbal Malvar 7/07/2019
Mariano Gamo.
Mariano Gamo.
A.M.
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Mariano Gamo es un cura risueño que, en cuanto te descuidas, deja de contestarte las preguntas y se pone a cantar versos de León Felipe con música de Paco Ibáñez o Serrat. Y es que también es pianista y poeta. Hijo temprano de la república (nació en 1931) y huérfano temprano de guerra (a su padre lo mataron los republicanos en el 36), cuando el franquismo empezaba a anochecer pasó más de dos años preso en la cárcel de Zamora por cura rojo. En los 90 llegó a ser diputado por Izquierda Unida. Hoy, a sus 89 años, sigue cultivando su vocación de juglar.
“Adusta mañana
de un loco febrero,
al juzgado voy,
de la cárcel vengo.”
Eres hijo de la República y huérfano de guerra. ¿Qué veían los ojos de un niño en aquella España? ¿Se respiraban política y vientos de desastre?
Los ojos de aquel niño de cinco años se abren en el atardecer del 16 de agosto del 36, cuando el alguacil del ayuntamiento de Mondéjar, un pueblo de la Alcarria, requiere la presencia de mi padre para hacerle unas preguntas. Ya no lo volvimos a ver. Al día siguiente, ya se supo que a los seis detenidos los habían fusilado en el antiguo pueblo de Vaciamadrid. Esposados de dos en dos. Los tres años de guerra fueron años de luto en la familia, que mi madre prolongaría toda su vida. Luego Franco mataría a otro tío mío en Calatayud.
Siempre me ha parecido un misterio cómo se llega a tener vocación, o sea, si es un arrebato místico, filosófico, cultural…
Bueno, a los 10 años no se tienen esos arrebatos, a menos que seas un pastorcillo de Fátima o de Lourdes.
¿A ti cómo te llega la vocación?
Las fuerzas nacionales entraron en mi pueblo, y yo no veo más que dos tipos de gente de orden: militares y curas. Los curas, hijos naturales del pueblo, venían de su exilio en Francia. Los militares, estaban alojados en todas las casas. Concretamente, en mi casa había dos o tres tenientes, casi diríamos, en arresto militar: se les acusaba de haberse quedado con unos capotes del único torero notable que había en la Alcarria, Salerito. Entre ser cura o militar, pues, no sé, me resulta más fácil el ser cura, por lo que sea, por el azar. Pero sin que se me aparezca la bendita Magdalena con el prepucio de Jesús, ¿comprendes?
Con 24 años te trasladan a Madrid como capellán del Frente de Juventudes de la Falange. Ideológicamente tuvo que ser toda una experiencia, ¿no? ¿Tú ya te dabas cuenta de las barbaridades que estaba haciendo el franquismo o entras en Falange porque había que entrar en la Falange?
Bueno, yo no entro en Falange. Yo soy un funcionario eclesiástico destinado al Frente de Juventudes de Madrid. Pero yo no tuve nunca carné falangista.
¿Os imponían algún tipo de consigna ideológica? ¿Entonces te identificabas con el régimen por lo que había pasado con tu padre?
Bueno, sí, pero no. La consigna de José Antonio era “ni izquierdas ni derechas”, ni Cánovas ni Sagasta.
¿Y cómo percibías tú con 20 años, cuando sales del seminario, la España de posguerra?
Pues que por fin se había restaurado un régimen ideal y cristiano tras la catástrofe de la Guerra Civil. Esa era la sensación. En esa España nueva que había surgido tras la victoria de Franco, Iglesia y Estado juntaban sus esfuerzos para sacar adelante un tipo de sociedad determinada, la que decían los canonistas: la unión de la Iglesia y el Estado es consustancial con el buen orden en un país.
No eras consciente de las barbaridades que estaba cometiendo el régimen de Franco, las represalias, los campos de concentración.
Mira, Paul Preston, en su Historia del Holocausto Español, da unas cifras de la represión en Madrid y Barcelona, por ejemplo. La represión franquista llega a 4.000 ejecutados; pero es que la represión del Frente Popular con Paracuellos, con el cuartel de la montaña, llega a 8.000 víctimas. Y en Barcelona otros tantos. Son unos 7.000, de los cuales 3.500 son del franquismo y los otros del frente popular.
En 1963 te trasladan a la parroquia de Moratalaz, y tú le llamas a tu Iglesia La Casa del Pueblo de Dios, que parece una etiqueta puesta por lo que entonces se llamaba un cura rojo. ¿Tú eras ya un cura rojo?
Sí, yo era un cura rojo y, como escribió Martín Vigil, un cura comunista.
Cuando cuelgas aquel cartelón de La Casa del Pueblo de Dios, empiezas a ser un hombre sospechoso…
El Jesús histórico es fundamentalmente un ser humano que tiene que luchar contra unos y contra otros, pero que jamás dijo que era Dios
Bueno, yo ya lo era. El superactivo ministro Manuel Fraga me había llamado para dirigir la institución para huérfanos de periodistas San Isidoro. Al entrar a la entrevista, me presenta a un cardenal que salía de allí: “Señor cardenal –hace una imitación extraordinaria de la voz imperiosa de Fraga–, le presento a Mariano Gamo, que viene a colaborar con este ministerio”. Y yo contesto: “Señor cardenal, no anticipe usted sus bendiciones, porque yo vengo a decir que no al ministro”. Fraga no se lo creía: “No le haga caso, señor cardenal. Gamo ha contribuido al éxito del primer congreso de la familia, y va a seguir colaborando”. A mí me temblaron las piernas físicamente, no metafóricamente. Cuando yo me senté frente a él, siguió: “Vaya broma le has gastado al cardenal”. Y yo le contesté: “Mira, Manolo, yo si te he escrito felicitándote por tu ascenso a ministro lo he hecho por pura cordialidad, no para pedirte nada subrepticiamente.
O sea, que Fraga te estaba ofreciendo el cargo para tenerte, digamos, controlado.
Sí, sí. Y le digo: “Lo siento; pero yo no he venido a mendigar ni a aceptar nada. Mi proyecto es dedicarme a una parroquia en la periferia de Madrid”. Y él da un puñetazo en la mesa y grita: “Eres el primer asunto que se me resiste en este ministerio”.
Cuando Franco impone el estado de excepción, en 1969, eres uno de los 735 detenidos en toda España. ¿Por qué te detienen y cómo te detienen?
Se presenta la policía. “Oiga, que le espera el jefe”. El jefe era Saturnino Yagüe, el comisario de orden público. Un señor regordete, bajito, con mala leche. Y cuando voy lo primero que me explica es por qué me ha mandado detener: “Porque estamos de usted hasta la coronilla. Porque usted en su iglesia dice lo que quiere, da la palabra a la gente, rompe las normas litúrgicas, y se reúne con unos y con otros clandestinamente. Y eso para nosotros es insoportable. No teníamos hasta ahora el instrumento para detenerle, pero ahora el instrumento nos lo da el estado de excepción”.
¿Con quién te reunías para que dijeran eso?
En la parroquia se celebraron las primeras reuniones clandestinas de Comisiones Obreras. Y también hacíamos otras reuniones públicas, vecinales. Muchas veces nos cercaba la policía en jeep o a caballo, noble animal que siempre impone. Otra reunión, por ejemplo, fue por una estafa que hubo en Moratalaz. Una tal empresa Martala le había sacado el dinero a los emigrantes del barrio ofreciéndoles pisos baratos. Y no aparecieron las grúas, no se empezaba nunca a construir. Vinieron a pedirme ayuda y decidimos darle una respuesta.
Y tú salías y hablabas con la gente, les apoyabas en las gestiones.
Claro, claro. Era la Casa del Pueblo de la Iglesia. Pues en esta iglesia se va a comulgar con el pueblo y la iglesia va a comunicarse con todos los vecinos y con todos sus problemas. La iglesia era la única organización permitida por el franquismo.
Te condenan a tres años de cárcel. ¿Quién te juzga? ¿Dónde te juzgan?
Durante medio año estoy recluido en el monasterio de El Paular, sometido a jurisdicción militar, bajo tribunales militares. Un día entraron a hablar conmigo dos chicas jóvenes. Eran estudiantes. Y llega entonces el comisario y dice: “No pervierta usted a mis hijas. No las pervierta usted más, porque ya están corrompidas por la universidad”. Cuando ellas se fueron, me confesó que a sus hijas se les había ofrecido trabajar en la policía, simplemente de chivatas.
O sea, que las chicas estaban para sonsacarte.
No, no, no. Se negaron. Por eso decía el comisario que estaban pervertidas. Se negaron a ejercer el oficio de policías camufladas en la universidad.
Cuándo te juzgan, ¿cómo eran aquellos juicios?
El cristianismo no solamente es una no religión, sino que es una anti-religión. La iglesia es uno de los pilares lamentables de la historia de España
A los seis meses, la justicia militar se inhibe en mi caso, y pasó a depender del Tribunal de Orden Público. Me defienden dos abogados de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), del despacho de Paca Sauquillo. El juez es Mateu Cánoves, que tenía una tortura íntima. Su padre, como el mío, había sido víctima de las matanzas del Frente Popular. Ya me había advertido el director general de Seguridad por carta de la línea que iban a seguir: “Parece mentira que usted, siendo hijo de caído por Dios y por España, se preste a los contubernios de la izquierda nacionalista y vendepatrias y tal”. Toda la fraseología del franquismo, o sea. Acabé en la cárcel de Yeserías. Había monjitas que me miraban con cierto temor, pero bueno, no me arañaron ni me sacaron los ojos. Y a las nueve de la mañana me juzgaron y, al final del interrogatorio, el juez Cánoves preguntó si tenía algo más que añadir. Dije que sí. Que toda la acusación que se me podía hacer es que yo luchaba por una Iglesia libre dentro de un Estado libre. Eran palabras de Pablo Vl. Tres años de condena. Y fui trasladado a la cárcel de Zamora.
Famosa precisamente porque allí os juntaban a los sacerdotes que no gustaban al régimen. Tengo entendido que vosotros os oponíais a estar aislados en un módulo, que queríais estar con los presos comunes.
Exactamente.
¿Cómo era esa cárcel? ¿Cómo era vuestro módulo?
Era un pabellón aislado dentro del conjunto carcelario.
¿Os trataban bien a los sacerdotes? Porque aquellas cárceles eran tremendas.
Los funcionarios nos trataban respetuosa y sorprendidamente. Excepto alguno que se ponía chulín con los vascos. Los vascos admiraban mucho a mi madre, que cuando me venía a ver les soltaba la misma arenga a los funcionarios: “Parece mentira. Vosotros estáis guardando las espaldas al régimen. Yo soy viuda por los errores del Frente Popular y vosotros tenéis preso a mi hijo. ¿Con quién me quedo?”.
Hablas de curas vascos, muchos de ellos presos por colaborar con ETA. Siempre me pareció paradójica la Iglesia vasca, bastante antifranquista. ¿Es diferente la Iglesia vasca a la del resto de España?
Un poquito, sí.
En la Iglesia, finales del franquismo, ¿había sectores democráticos fuertes o no? ¿O estaba muy cómoda la Iglesia, la jerarquía eclesiástica, con el franquismo?
Estaba muy cómoda. La jerarquía, sobre todo, estaba disfrutando. Vivía en el paraíso terrenal, considerando la posición canónica que establecía la unión de la Iglesia y el Estado. Era lo que estudiábamos en derecho canónico en el seminario de Madrid. Pero muchos curas de las diócesis éramos desafectos al régimen. Claro que había colaboracionistas bajo la insignia redentora de la cruz: “Al viento nuestras banderas son de la patria y la luz”. La Iglesia había ganado la guerra, más que el ejército y más que la falange.
En el 77 vas de candidato a las elecciones generales por la ORT, maoísta. Supongo que entre muchos de vosotros existía el temor de una vuelta atrás, ¿no? A un franquismo sin Franco, a la represión otra vez. ¿O ya estabas convencido de que la democracia no tenía vuelta atrás?
Creo que todos partíamos de esa base. Pero lo que no queríamos era que la herencia de Franco se pusiera sobre los hombros del PSOE. El PSOE no tenía ningún antecedente antifranquista. Como dijo muy bien Ramón Tamames, el PSOE eran 100 de honradez y 40 de vacaciones.
¿Pensabas que el PSOE no era la solución?
No era de fiar, claro. Y el carrillismo, tampoco.
¿Por qué desconfiabais de Carrillo?
Pues porque tenía responsabilidades en la Guerra Civil. Pero sobre todo porque su ruptura con el stalinismo había sido táctica, no sincera.
¿La Iglesia que sale de la transición abraza sinceramente la democracia o teme perder sus privilegios?
Se asegura la continuación, tal vez con algún retoque mutatis mutandis de las relaciones Iglesia/Estado. Sigue defendiendo el statu quo mantenido generosamente por el franquismo y sus amigos de la conferencia episcopal.
Esos privilegios se mantienen hoy, a pesar de que el socialismo ha gobernado España más de 20 años. Europa Laica cifra en 10.000 millones lo que nuestro Estado aconfesional, de una forma u otra, aporta a la Iglesia católica. Muchos aseguran que el PSOE sigue temiendo a la Iglesia y que no se atreven a normalizar su papel, a pesar de que se ha metido en campañas feroces contra el divorcio, en la época de Felipe González, y contra el aborto, con Zapatero. ¿Cómo entiendes eso?
Como un desnortamiento. Primero de la Iglesia, por mantener posiciones en terrenos no evangélicos. Y también del PSOE, con el vaciamiento de la doctrina de Pablo Iglesias, el auténtico. Yo creo que son dos potencias en plena decadencia. Lo malo es que la decadencia de la Iglesia lleva 2.000 años. El Jesús histórico es fundamentalmente un ser humano que tiene que luchar contra unos y contra otros, pero que jamás dijo que era Dios. Esa divinización de Jesús es la que convierte el cristianismo en religión, por desgracia. El cristianismo no solamente es una no religión, sino que es una anti-religión. La iglesia es uno de los pilares lamentables de la historia de España. Y, claro, hay que ser un buen arquitecto con un proyecto alternativo claro para sustituirla.
Se dice que este papa Francisco es muy progre y muy moderno.
Eso es mentira. Es un peronista del ala derecha.
Hay sospechas de cierto colaboracionismo con la dictadura de Videla.
Bueno, más que con Videla él siguió la pauta de Perón. Yo no tengo datos históricos sobre su colaboracionismo con Videla.
¿El clero español es hoy de derechas?
Con esta Iglesia y los dirigentes políticos de hoy no vamos a ninguna parte
Se puede decir que sí, de una derecha digamos moderada, tipo PSOE. Ambos son gestores del único sistema imperante, que es el capitalismo mundial. Tanto me da el PSOE como el PP. No voto jamás a ninguno de los dos.
Ahora que hablamos del papa Francisco… Las manifestaciones de Renzo Fratini, el que fue nuncio Vaticano en España, sobre la exhumación de Franco, cuestionando incluso si había sido un dictador o un salvador de la patria, bueno, estas actitudes hacen sospechar que sigue latente en la Iglesia, en la jerarquía eclesiástica, el filofascismo de aquel Vaticano que apoyó a Franco, a Hitler, a Mussolini, a Videla, a Pinochet.
Ya te he dicho que considero que la Iglesia es la fuerza superviviente de los aliados de Franco.
Insisto. El Vaticano apoyó también a Hitler y Mussolini de manera explícita.
Pío Xll firmó el concordato alemán con Hitler, que le pagaba religiosamente 100 millones de marcos a la Iglesia todos los años. Y Mussolini había firmado con la Santa Sede el reconocimiento del Estado del Vaticano en el año 1922. Lo que hace la Iglesia es tener un sentimiento de gratitud ante los poderes temporales que la han mantenido. Con esta Iglesia y los dirigentes políticos de hoy no vamos a ninguna parte. Ni la barca de Pedro avanza. Al contrario, ha naufragado contra las rocas de la costa gallega.