El testamento vital que -hace ahora 11 años- presenté en la Delegación de Sanidad de Albacete, creo que desde ayer, cobra más fuerza y validez que nunca con la aprobación de la Ley de Eutanasia, sobre la que ya escribimos nuestra reflexión aquí en La Terca Utopía y diversos medios nacionales.
Día grande para unos y triste para otros.
Un día grande para la mayoría social de éste país, para una cámara que dio el mayor aplauso de los últimos tiempos y para la cantidad de asociaciones como DMD y personas y familias afectadas. El congreso aprobó definitivamente La Ley de Eutanasia que entrará en vigor en tres meses, pasando a ser una prestación normalizada dentro de nuestro sistema nacional de salud. España ha hecho historia.
Un día de celebración en el que enseguida pensé compartir mi testamento vital y que sólo me arruinó D. Julián Ros, creo que párroco de la Catedral de Albacete, al pontificar –como la mayoría de obispos españoles- contra este avance, que nos sitúa entre los 7 países del mundo que despenaliza esta prestación.
“Hoy es un día triste…”, se atrevió a decir -siguiendo el argumentario matutino del presidente de la CEE-, y tras despacharse a gusto en su homilía, acabó rogando a la Virgen por ésta, para el, desgracia. Y esto en una misa funeral donde acudimos gente muy diversa y con pensamientos bien distintos.
Lógicamente al acabar la misa me acerqué a formularle en clave de corrección fraterna mi malestar así como el de la gente a la que ofendió y se le levantó nada más oírlo. Pero en fin, a lo que íbamos, a mi testamento vital.
Con mi recuerdo a Ramón Sampedro que hace 28 años presentara su primera demanda judicial para ser ayudado a morir, y al Doctor Montes, fallecido en Murcia hará ahora tres años y que fue tan injustamente vilipendiado por esos ultras de VOX, Hazte Oír y similares faunas, que dicen defender la vida, os comparto tanto mi declaracioón de ultimas voluntades como mi testamento vital anexo.
Mi testamento vital (Albacete abril de 2010)
En realidad el texto de que sigue es un anexo de 2 páginas que se permite adjuntar al documento de 3 folios, ya protocolizado por la Consejería de Sanidad y Consumo de la JCCM y que está registrado como Declaración de voluntades anticipadas y que no reproduzco aquí por contener datos más sensibles.
Criterios que expresan mi esquema moral de Valores.
No obstante decir que dicho protocolo -que no es un testamento vital propiamente dicho, ya está redactado y nos permite señalar distintas opciones, con solo marcar una cruz, referentes a tus deseos sobre tus cuidados médicos, calidad de vida y de muerte digna, de no sufrir dolores o de no prolongar la vida.
Sobre ellos yo añadí a mano. “Que me seden en la profundidad suficiente para conseguir todo lo anterior, aunque con ello, se acelere o precipite mi muerte”
Actuaciones sanitarias sobre mi persona.
Igualmente dicho protocolo pregunta por las actuaciones sanitarias que deseamos sobre nuestra persona y que hace referencia a que se retiren medidas de soporte vital que prolonguen inútilmente tu supervivencia, a que se apliquen calmante para evitar el sufrimiento, tratamientos paliativos que disminuyan el dolor y la angustia extrema o evitar tratamientos y terapias que no hayan demostrado su efectividad.
Instrucciones una vez determinada la muerte.
Aquí podemos expresar desde nuestra voluntad para donar órganos para trasplantes, hasta la de donar nuestro cuerpo para la investigación, la formación y la ciencia.
Otras instrucciones.
Donde podemos señalar dónde queremos que se nos atienda al final de nuestros días (domicilio u hospital), así como cualquiera otras entre las que yo personalmente volví a añadir a mano: “Que mi entierro sea una celebración festiva (a ser posible con buen vino para brindar) y que se me incinere”
Finalmente y tras el nombramiento de representante para que pueda interpretar en mi nombre cualquier decisión que no contradiga lo aquí declarado, y tras el señalamiento y posible declaración de los testigos (opcional), se firma ante el funcionario correspondiente que a su vez firma y dando fe de la declaración.
Y de manera totalmente voluntaria, se puede añadir todo lo que se quiera, en anexo adjunto y señalando el número de páginas totales antes de firmarse. Anexo éste del testamento vital del que no sin cierto pudor, doy cuenta como colofón de esta entrada que espero sirva a mucha gente.
ANEXO A MI DECLARACION DE VOLUNTADES ANTICIPADAS (Testamento vital)
Yo, LUIS ANGEL xxxxxxxx, natural de Albacete, con DNI xxxxx, en pleno uso de mis facultades mentales, y justo en el mes en el que empiezo a cobrar mi jubilación, para que conste donde proceda, a todos los efectos, y como complemento a la declaración de voluntades anticipadas que presento en esta misma fecha en la CONSEJERIA DE SANIDAD de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha,
DECLARO BAJO JURAMENTO, O COMO MEJOR PROCEDA Y DIGO QUE:
Frente a quienes piensan (sean sanitarios, amistades o familiares) que es obligación de todos y todas evitar la muerte y mantener las constantes vitales a toda costa, yo pienso lo contrario y por lo tanto deseo que acepten mi postura y que nadie pueda impedir que se cumplan estas mis decisiones.
Considero que éstas decisiones están amparadas tanto por la deontología médica, en la que confío, como incluso por la doctrina tradicional de la Iglesia católica, en la que pese a sus anquilosamientos habituales, no ha abdicado del legítimo principio moral, denominado “licitud de la acción de doble efecto”.
Dicho principio establece y considera moralmente buena una acción que busca un bien, aunque colateralmente produzca unos efectos no deseados. Curiosamente un principio moral ampliamente aplicado sobre todo en las guerras:
La Iglesia considera moralmente lícito el bombardeo de un objetivo militar, aunque esta acción tenga como efecto no deseado y daño colateral la eliminación de mujeres, civiles y niños, pero este principio es denostado por el integrismo católico -a la hora de aplicarlo en la práctica médica- si el efecto colateral es la eliminación de un embrión en estado de mórula, sin sistema nervioso, en cuyo caso consideran que cualquier acción terapéutica, que acelere o precipite su muerte, es un asesinato.
Como decía mi amigo Javier Domínguez, teólogo jesuita del que tanto aprendí y con el que tanto compartí, incluídas estas reflexiones, los movimientos “neocons” difunden que Jesucristo dio su vida por nosotros y padeció tormentos para darnos ejemplo. Pero esto no es verdad y la hermenéutica actual, así lo revela.
Jesús no dio su vida, sino que se la quitaron, y tampoco padeció tormentos por darnos ejemplo, sino porque cayó en manos de unos verdugos y torturadores profesionales que se ensañaron con Él.
Al igual que mi querido amigo, yo estoy convencido que Jesús nunca quiso para su madre una muerte parecida a la suya. Ni para su madre, ni para sus compañeros y compañeras, ni para sus seguidores, ni para Ud., que está leyendo esto, ni desde luego para mí.
Eso de que la tortura es redentora y que tenemos que morir sufriendo como Cristo es una patraña, como tantas otras que nos han enseñado los curas, tergiversando torticeramente el mensaje del evangelio.
Y fuera de disquisiciones teológicas, que poco vienen al caso, en un país que se dice aconfesional, pero en el que la laicidad no llega a aplicarse en su justa medida y que ni respeta todas las creencias religiosas, ni el mundo de la increencia,
Yo, además de todo lo señalado en las dos primeras páginas de mi declaración de voluntades anticipadas, quiero dejar claro que:
1. Quiero morir tranquilo, en paz, sin dolores que puedan ser evitados. No hablo de suicidarme, ni de que me maten.
2. Quiero dar el menor trabajo posible -y por supuesto- infligir el menor sufrimiento posible a quienes estén a mí alrededor en mis últimos momentos.
3. Quiero que me den todos los tratamientos normales, orientados a devolverme la salud o conservarla.
4. Quiero que – cuando la situación sea irreversible o el deterioro físico o mental sea muy grande-, las médicas y médicos dediquen todo su cuidado, no a conservar las constantes vitales sino a que mi muerte sea tranquila, en paz, sin dolor y con el menor sufrimiento posible.
5. Quiero que me seden para poder morir tranquilo y en paz, porque es un fin bueno en sí mismo. Y que si para ello me tienen que aplicar un sedante profundo que acelere la muerte o incluso que la precipite, que lo hagan y que sepan que es un caso típico del principio de acción de doble efecto, admitido hasta por la Iglesia, y
6. Que no quiero que me den ningún tratamiento orientado a impedir la muerte. Y cuando digo ninguno, quiero decir: ni masajes en el corazón, ni corrientes eléctricas, ni oxígeno, ni respiración asistida, ni sondas naso gástricas, ni preparados que licuen la sangre para evitar los trombos, ni siquiera antibióticos, si se complica con una pulmonía. Ninguno
Muchas gracias a todos y todas, por hacer cumplir estas voluntades principalmente a Ofelia, mi esposa, a Luis y Ramón, mis hijos, a mi madre Victoria y mis hermanos Toya y Rafa, a mis amigas y amigos, a mi comunidad cristiana del Olivo, (aunque sé que les costará entender algunas de estas cuestiones) y también, a quienes luchan y trabajan por construir ese otro mundo más justo que desde ya, es posible y que no es otra cosa que el Reino de Dios o el socialismo del siglo XXI que tanto necesitamos.
¡Trabajad por ello como mejor homenaje!… y que corra el buen vino.
En Albacete, en abril de 2010 firma LUIS ANGEL AGUILAR MONTERO