De las personas desahuciadas, lanzamientos, desalojos o desahucios, prácticamente ya no se habla en la agenda sociopolítica española. Es cierto que todavía estamos en la moratoria que -por primera vez en España- hizo un gobierno para paralizar –siquiera temporalmente durante la pandemia- todos los desahucios, pero el drama sigue yendo por barrios.
Y para muestra, un botón. Miren la agenda de desahucios -de la semana pasada- en una PAH importante como es la de Badalona:
A continuación mi reflexión sobre el tema a partir del artículo publicado recientemente en la revista Utopía, en la que hablábamos de “los cuidados al servicio de la vida y el cuidado de las personas que no cuentan”.
Y casi como resumen o abstrac podemos avanzar que tratando de “Los cuidados en defensa de la vida” al hablar de ese sector tan vapuleado de las personas desahuciadas de sus casas, resulta que desahuciados y desahuciadas, además de los cuidados, necesitan, como mínimo: Una Ley de vivienda justa, una prórroga de las leyes anti desahucios, la solidaridad ciudadana y -sobre todo- mucha más vivienda social a disposición de la gente que se queda en esta situación.
El caso de las PAH. Las Plataformas de Afectados por las hipotecas.
Como decíamos en el editorial, los cuidados son los que mantienen la vida en cualquiera de sus formas: cuando somos niños, cuando somos débiles, cuando estamos solos, cuando enfermamos, cuando somos mayores, cuando no nos valemos por nosotros mismos…” o cuando ya no tenemos un trabajo y nos quitan el techo donde vivir.
Aquí es donde desde hace más de una década aparecieron -tras esos movimientos “V de vivienda” y “el 15M”-, las PAH (Plataformas de Afectados por las Hipotecas) para intentar responder a la situación de las personas afectadas que no pueden pagar su hipoteca y a las que el banco les reclama una creciente y muy elevada deuda o incluso su propia vivienda.
La ética del cuidado se ha denunciado en el caso de las personas desahuciadas como su antítesis, es decir, como la falta de ética que hay detrás de esa violencia estructural del capitalismo que destroza la vida a quienes se ven quebrados por las cíclicas crisis del sistema.
Cada vez menos manos para cuidar
Pero entre la actual desmovilizadora atonía actual, la creciente desafección social -salvo que hablemos de Ucrania-, el interés del sistema por hacernos desaparecer, la paralizante pandemia y -sobre todo- una perversa Ley Mordaza, inexplicablemente aún vigente, determinadas Plataformas de Afectados por la Hipotecas y colectivos de “Stop Desahucios” -como ocurre en Albacete, en el que yo participo- hemos terminado por evaporarnos (hoy, en stand by), aun cuando el terrible drama de las personas desahuciadas no ha desaparecido en España.
El DERECHO de acceso a una vivienda digna.
Así lo define el artículo 47 de la Constitución Española, que para nada está garantizado en España y que además se arrebata a quienes peor llevan las crisis, por mor de un voraz y perverso sistema de producción de viviendas que se deja en manos de fondos buitre, bancos y especuladores a sueldo.
El derecho a la vivienda, además, va mucho más allá de su función de asilo, ya que es vital para una verdadera integración social, amén de ser el elemento clave de identidad familiar y personal del ser humano. Y es que, como sentenció el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), el derecho a una vivienda digna es un derecho básico para la dignidad de las personas.
500.000 desalojos y tres millones de casas vacías
Tanto en las crisis económicas de 2008 como en la actual, miles las familias siguen teniendo enormes problemas en materia de vivienda, ya que cuando -fruto del desempleo de uno o dos de los miembros- cae la economía doméstica, la prioridad de las familias es dar de comer a sus hijos, y con lo poco que les pueda quedar -si es que les queda- tienen que pagar la luz, la calefacción, el gas… y el préstamo hipotecario o el alquiler.
Al no tener ingresos suficientes para pagar la hipoteca o alquiler y haber sido desahuciados o estar en riesgo de serlo -generalmente por los grandes tenedores, fondos buitre o fondos de inversión-, hablar de cuidados o de solidaridad es francamente insuficiente.
Las escasas medidas, son insuficientes.
Dentro de las medidas del escudo social de las que ya hablamos en LA TERCA UTOPÍA (Un escudo social para la mayoría de la gente), es cierto que se suspendieron los desahucios y lanzamientos –temporalmente y hasta el 30/09/22 en que se prorrogó- (ver RRDD 37/2020, de 22 de diciembre, y de 3 de agosto de 16/2021, por los que se adoptan medidas de protección social, urgentes y ordinarias, para hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social y económica).
Pero, aun siendo verdad que durante el Estado de alarma prácticamente no se ha puesto a nadie en la calle, tanto si la vulnerabilidad fue consecuencia del COVID-19 como si lo fue por una causa anterior, y pese a que se regularon algunas protecciones a los colectivos que por su vulnerabilidad pudieran ser objeto de desahucio, la realidad de desamparo de familias enteras que se han quedado sin un techo para vivir sigue siendo un gran problema.
Necesitamos viviendas sociales y topar los alquileres
Parar un desahucio, con este depredador sistema capitalista, no deja de ser un parche o una medida de tiempo, porque el desahucio acaba por realizarse. Por eso, para afrontar la crisis habitacional con verdaderas alternativas, además de cuidar a quienes han sido desalojados de sus casas y de sus derechos, hay que apostar por un gran “Parque de viviendas sociales” y por un consensuado “Plan de choque” que sujete los descontrolados precios del alquiler.
Como decíamos en el 15-M y en todas las manifestaciones y concentraciones de paralización de los desahucios: “Ni casas sin gente ni gente sin casas”.
Y como decíamos en las PAH, “Una Sociedad que permite que determinadas personas desahuciadas, queden excluidos del acceso y mantenimiento de una vivienda digna, muestra graves síntomas de DESHUMANIZACIÓN”.