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Las personas corruptas no se consideran a sí mismas como tales.

Hace ya casi tres años,
escribí en este mismo blog
una entrada titulada
“Retrato Robot de un corrupto, ¿en Brasil…, o también en España?”

Como quiera que estas últimas semanas hemos batido todos los récords de imputados
de la historia de nuestro país,
retomo algunas de las características que, el filósofo, antropólogo y teólogo Frei Betto definió
sobre los corruptos,
pensando en su Brasil natal
pero que seguro nosotr@s
lo aplicamos a l@s nuestros.

Mientras en España, como nos recuerda la Radiografía sobre la corrupción de las Mañanas de la Cuatro , de 1900 imputados, sólo haya 170 condenas, y de ellas tan sólo 30 personas estén en la cárcel es un muy mal síntoma.
¡Que luego no se extrañe nadie que Podemos tenga alas.
Si hay alguna posibilidad de regenerar la política de este país, me temo que es de la mano de esta nueva y moderna herramienta de cambio político que están liderando gente tan joven y sabia como honesta.

Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, ya escribió sobre el poder y sus tentaciones frases tan lapidarias como esta: “Déle a una persona una tajada de poder y sabrá quién es esa persona de hecho. Como el alcohol, (el poder) embriaga y, a veces, hace delirar, excita la agresividad, derrumba escrúpulos. Una vez investida de la función o cargo, título o prebenda, la persona se cree superior y no admite que subalternos contraríen su voluntad, sus opiniones, sus ideas y sus caprichos”.

Frei Betto decía que el “hombre nuevo” es el que nacería de la unión de Teresa de Ávila y el Che Guevara.
La primera, por el cambio que debemos operar en nuestras vidas y el segundo por el cambio que debemos producir en la sociedad. Os invito a releer este “retrato robot” del corrupto brasileño, que bien puede ser aplicable al corrupto americano, al europeo y sobre todo al Español. Y obrar después en consecuencia, porque no hacerlo, hoy día, con tanto escándalo de por medio, no puede ser sino signo de complicidad.

Perfil del corrupto
“¿Por qué hay tanta corrupción?
Tenemos leyes, sistema judicial, policías y medios de comunicación vigilantes.
Sin embargo prevalece la impunidad, que es la madre de los corruptos.
¿Conoce usted a algún notorio corrupto? ¿Fue procesado y está en la cárcel?
El corrupto no se considera a sí mismo como tal.
Como experto, actúa movido por la ambición del dinero.
No es propiamente un ladrón.
Se trata más bien de un refinado chantajista,
de ésos de conversación agradable, sonrisa amable, gentiles zalamerías.
Anzuelo sin cebo, no pican los peces.

El corrupto no se expone, extorsiona.
Considera un derecho el recibir comisión;
el porcentaje como pago por servicios;
el desvío, una forma de apropiarse de lo que le pertenece;
y la caja «B», una inversión electoral.

Hay varios grados de corruptos:
1. El corrupto oficial se vale de la función pública para obtener ventajas para sí, su familia y sus amigos. Cambia la placa del auto, le costea viajes a su mujer a cargo del erario público, utiliza tarjeta de crédito deducible del presupuesto del Estado, hace gastos y obliga al contribuyente a pagar. Considera natural la sobrefacturación, la ausencia de licitación, la competencia con cartas marcadas. Su lógica es corrupta: “Si no aprovecho ahora, otro va a lucrar en mi lugar”. Su único temor es el ser pillado in fraganti. No se avergüenza de mirarse al espejo, y casi ni teme ver su nombre citado en los periódicos o que aparezca su rostro en la TV. El corrupto no tiene escrúpulo en dar o recibir cajas de güisqui por Navidad, regalos caros de los proveedores o patrocinar vacaciones de jueces. Le ablandan con regalos, y de ese modo él salta la burocracia que retiene las cantidades de dinero público.
2. El corrupto privado. Nunca menciona cantidades, solamente insinúa. Es el rey de la metáfora. Nunca es directo. Habla con circunloquios, seguro de que el interlocutor sabe leer entrelíneas.
3. El corrupto ‘franciscano’ practica el agarro acá y doy allá. Su lema es: “quien no llora no mama”. No ostenta riqueza, no viaja al exterior, se hace el pobretón para encubrir mejor las anomalías. Es el primero en indignarse cuando se habla de corrupción.
4. El corrupto ostentoso gasta lo que no gana, construye mansiones, acumula, convencido de que la adulación es amistad y la sonrisa cómplice, ceguera.
5. El corrupto cómplice asiste al video de la diputada embolsando una propina sucia e incluso finge no creer lo que ve. Y la perdona, para que más tarde sea él el perdonado.
6. El corrupto previsor mira de reojo hacia la Copa del Mundo de Fútbol en el año 2014, y hacia los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro el 2016. Sabe que los Juegos Panamericanos de Río en el 2007, presupuestados en US$ 350 millones, consumirán en verdad US$ 1.800 millones.

El corrupto no sonríe, agrada;
no cumplimenta, extiende la mano;
no elogia, inciensa;
no posee valores sino saldo bancario.
Se corrompe de tal manera que ni se da cuenta de que es un corrupto.
Se considera un negociante exitoso.

Melifluo, el corrupto está lleno de dedos, se arrima a los honestos para aprovechar su sombra, y
trata a los subalternos con una dureza que le hace parecer el más íntegro de los seres humanos.

Mientras los corruptos no vayan a dar en la cárcel,
al menos nosotros, los electores,
podemos impedirles que sean elegidos para funció

Pues ¡Claro que Podemos!

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