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Cuba: Crónica de mi viaje a la isla bonita … y bloqueada

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Éste dicho popular, varias veces escuchado en mi reciente viaje por Cuba (con tan solo 15 días para recorrer casi toda la isla), además de ser de una profundidad quasi espiritual, lo hemos podido hacer praxis, en nuestras propias experiencias tanto allá, como integrarlo en nuestras propias vidas.

La isla bonita vs La isla bloqueada.

Entre la decepción por la prolongada decadencia de La Habana (que se cae literalmente a pedazos igual en el centro que por el malecón) y el cabreo que compartimos por el asqueroso y sempiterno bloqueo USA, que tras su menor aplicación por parte de Obama, se acrecentó por la paranoia de ése loco morador de la Casa blanca que es Donald Trump, nos quedamos *con la paciencia de su pueblo (no se preocupe, ni se afane, te dicen ante cualquier carencia), *con su resistencia (EEUU no se quedará con la isla, dice aún mucha gente) y sobre todo, y *con su cercanía, bondad y alegría (nunca falta un buen ron, ni un bonito son).

Cuba es un tesoro.

Una isla llena de bendiciones naturales y con una gran suerte histórica, que sí reconocen, ya que muchas naciones hemos contribuido a la formación de su propio imaginario que, sin lugar a dudas, es muy rico.

Colores, texturas, emociones,… sabrosuras en suma que conforman una Cuba que siempre enamora, como lo hizo con Ernest Hemingway y tantísimas otras.

Pero claro, la dura realidad actual –siendo objetivos-  obscurece un poco ésa belleza.

Y es que, pese al ya citado e infumable bloqueo de los EEUU (que ya se extiende por más de 50 años y que se agravó en 1996 con la durísima Ley Helms-Burton), pese a dicho cerco, está lo que la gente llama “bloqueo interno” que siendo autocríticos hay que reconocerlo, tanto en ciertos niveles de corrupción, como en la – a veces- falta de modernización y apertura del viejo comunismo de partido único.

Y esto unido, en ocasiones, a la carencia organizativa o escasa imaginación para resolver ciertos problemas y a esa hemorragia de jóvenes muy preparados, que ya en mayor parte, sólo piensan en salir del país, porque su esperanza cotidiana pende de un hilo o porque sus alegrías devienen tan básicas a veces,  como la de encontrar comida o un medicamento, la leche, la gasolina, o aquello que ocasionalmente les falta.

Lo cual no quita para que, por alguna extraña razón, la alegría y las ganas de bailar no falten casi nunca. Y ¿por qué?…  quizás porque, como me decía mi buena amiga cubana, María: “algo nos impulsa, no sólo a los cubanos, a luchar y a tener fe”.

Hasta aquí la primera reflexión y de resto las iremos comentando junto a las experiencias vividas a lo largo de esos 3200 Km que recorrimos, desde Soroa  y Las Terrazas hasta Santiago y Guardalavaca, pasando por Cienfuegos, Trinidad, Camagüey, Holguín, Remedios, Cayo Coco y Cayo Guillermo, Santa Clara, Matanzas, Varadero y por supuesto la capital de las capitales del Caribe, La Habana.

Todo ello en un pequeño y destartalado KIA Picanto automático que habíamos alquilado previamente en España y que, aunque recosido en sus bajos y con una visita a la ponchera, que ya contaremos, nos acompañó cumpliendo holgadamente su misión.

Nos alojamos preferentemente en casas de huéspedes, ése invento de Fidel Castro para que las acogedoras familias cubanas tuvieran unos ingresos extras con tal que los declararan y pagaran su impuesto, y que son la mejor opción sin duda, siempre que se pueda.

Su precio suele ser de 25 CUC la habitación/noche, y pueden cobrarte 4 o 5 CUC por el desayuno de cada persona.

También nos hospedamos en algún hotel, en un hostal, en un poblado eco turista (en los que nunca pagamos mucho más de los 33-35 CUC ya con el desayuno, y hasta en un Resort.

Lo más barato para nosotros fueron las 4 noches en La Habana por 100€ con el alojamiento en la casa de sus dueños y desayuno para dos personas; y lo más caro, los 70€ que pagamos en el resort de Cienfuegos con piscina, playa y desayuno.  

Toda la ruta, sus comentarios y muchas foticos.

Arrancamos pues, pero si no quieres leer toda la ruta, adjunto aquí un pequeño índice para que puedas ir directamente al recorrido o etapa que más te interese, ya que, contraviniendo la recomendable extensión de una entrada de blog, he publicado la crónica completa, en lugar de hacerlo por entregas.

  1. Albacete-Madrid Barajas-La Habana.
  2. La Habana vieja “Old Habana” a pié y bici-taxi. 
  3. La Habana centro y alrededores.
  4. La Habana-Las Terrazas-La Habana.
  5. La Habana-Cienfuegos. Yaguanabo.
  6. Cienfuegos-Trinidad-Pto Casilda-Playa Ancón.
  7. Trinidad-Camagüey, Torre Iznaga y Valle de los Ingenios.  
  8. Camagüey-Santiago de Cuba por Las Tunas y Bayamo.
  9. Santiago de Cuba, capital del Caribe, el son y la Revolución.
  10. Santiago de Cuba-Guardalavaca por Holguín.
  11. Guardalavaca-Ciego del Ávila por la Carretera Central de Cuba.
  12. Ciego del Ávila-Bahía de Perros-Cayo Coco-La Güira.
  13. Cayo Coco, Cayo Guillermo y Playa Pilar.
  14. Cayo Coco-Varadero, por Yaguajay, Remedios  y Santa Clara.
  15. Varadero. Club Karey y La puntica.
  16. Varadero-La Habana por Matanzas
  17. La Habana-Madrid Barajas-Albacete.

Bitácora diaria de mi recorrido por Cuba del 28 de enero al 13 de febrero de 2020.

Nuestra previsión era la de recorrer casi toda la isla, que como acabamos de decir, prácticamente cumplimos. Una locura a decir de muchos (¡os pasaréis todo el tiempo en el coche!) o, un maravilloso recorrido envidiado por otros (¡qué dicha, poder ver tanto en tan poco tiempo!).

Y la verdad es que, salvo una pequeña modificación de última hora, que por la falta de gasolina en Santiago nos hizo desistir de ir a Baracóa, por Guantánamo y el puerto de La cotilla, lo cumplimos. Y tampoco estuvo mal, porque como “lo que sucede, conviene”, je, je nos fuimos en su lugar a Guardalavaca cuyas playas nos encantaron. Pero vayamos día a día.

28 de enero. Albacete-Madrid-La Habana.

Salimos tempranito de nuestro Albacete natal para estar en menos de 3 horas, en el aeropuerto de Madrid Barajas, con la antelación necesaria para embarcar en el vuelo de Iberia IB6621 a las 17h. Un buen vuelo con llegada al aeropuerto de La Habana a su hora prevista, las 21,30 hora local.

Aunque no sufrimos ninguno el “Jet Lag” (hablamos de Laura y un servidor, que aún no os había dicho quiénes éramos el plural), con charlar un rato con nuestra guía y amiga María, que allá vino a buscarnos, con alquilar el carro, como dicen allá, y con llegarnos a la casa de huéspedes, en pleno centro entre Ánimas y Trocadero, ya tuvimos bastante.

Del aeropuerto habanero, tras pasar la célebre Plaza de la revolución, con sus tres míticos libertadores (Martí, Camilo y el Ché) y menos de media hora para hacer esos 18 Km, llegamos a la «Villa de San Cristóbal de La Habana”.

Pese a las 23 horas que llevábamos a cuestas, desde que salimos de la Mancha, no nos acostamos sin mantener una buena tertulia de nuestros afables anfitriones, Julio y Marlene. Y, pese a las temerosas recomendaciones de todas las guías, nuestro pequeño Kia Picanto dormiría, tan bien y seguro como nosotros, en plena calle, a la puerta de casa, apenas a tres cuadras del popular Paseo del Prado, ése que nos lleva directamente al gran Malecón.

Al día siguiente nos enteramos como en España andaban preocupadas nuestras familias ya éste día se reportó al resto del mundo un terremoto en La Habana de 7,5º  grados en la escala Richter. Nosotros estábamos volando por lo que no lo notamos y, afortunadamente, al tener el epicentro en el mar, tampoco se notó mucho aquí, ni dejó más daños que dijeran.   

  • 29 de enero. Old Habana a pié y bici-taxi.  

Tras cambiar dinero y hacernos con algunos pesos cubanos y los imprescindibles CUC (Pesos cubanos convertibles, equiparables a 1$ o 0,90€), así como las imprescindibles “tarjeta ETECSA” para poder conectarse con WiFi en los sitios públicos y en las plazas donde todo el mundo se conecta, comenzamos el recorrido por la Habana vieja (Old Habana), una de las ciudades más antiguas del nuevo continente, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Callejeo –a pie- por el centro de sus calles (porque por las aceras te arriesgabas a que te cayera algún cascote encima) donde enseguida entendemos eso del “encanto decadente”.

Paseo en los célebres bici-taxi de Cuba, que uno no aguanta tanto caminando y, por supuesto, también con nuestro auto que, con la tarjeta de discapacidad que portaba en el salpicadero y los pocos vehículos que habían (la gente corriente no puede tener coche en Cuba), no fue nada difícil llegarnos allá donde deseábamos.

Caminando recorrimos –en los tres días- la célebre y peatonal calle Obispo, las diferentes plazas de la Catedral, Vieja, San Francisco, Armas y Nueva, las calles coloniales que nos llevaban a típicos rincones, pasando por edificios singulares como ése antiguo Hotel Raquel, el Gran Teatro de La Habana, el Museo de la Revolución (antiguo palacio presidencial, aún en restauración) o el enorme Capitolio, inspirado en el Panteón de París y en su homónimo de los EEUU, con ésa descomunal cúpula de más de 90 m.

También pasamos por preciosos patios como el O’Farrill, el de la Artesanía (de la Familia Pedroso) situados en el interior de emblemáticos palacios y edificios como el de la embajada española, el Palacio Velasco, el de Aldama o el de los matrimonios.

Y por supuesto que entramos en esos apetecibles “paladares en lo que nos ofrecían la comida casera de los propios cubanos y generalmente amenizados por algún grupo musical.

Todo ello sin olvidarnos de los cafés y bares de copas, como la tan visitada Bodeguita del Medio, que aunque sean famosos no tiene los mejores mojitos de la ciudad, Floridita, con los sabrosos daiquiris que entusiasmaban a Hemingway, el popular y legendario Sloppy Joe´s o, el Tropicana y el corner café siempre con buenos sones, o nuestra favorita terraza del Hotel Inglaterra –el más antiguo de Cuba- donde nos soplábamos unos mojitos, cafés glasé, piñas coladas o daiquiris por 2 o 3 CUC.

También los hoteles Saratoga, Bristol, Central y el Plaza eran preciosos y solíamos parar a descansar y sobre todo a conectarnos con WiFi. 

En éste nuestro segundo día en Cuba, por fin pudimos hacer nuestra primera conexión de internet –y primer reporte a la familia y amistades-, gracias a esas tarjetas ETECSA que compramos en el kiosco dedicado a ello (a 1 CUC la hora, limitadas a 4 por persona y previa anotación de tu DNI o pasaporte) y que podíamos utilizar, como todos los cubanos, en los paseos y plazas públicas, así como en los vestíbulos y cafeterías de muchos hoteles donde hubiera señal.

Una nueva situación a la que teníamos que adaptarnos ya que en el resto del tiempo y lugares no tendríamos conexión y, por lo tanto, ni navegador para el coche, ni google maps, ni buscadores, ni comunicación con el exterior.

30 de enero. Centro Habana y alrededores.

Hoy ya podemos utilizar más nuestro carro para visitar, y hacer las obligadas paradas por el malecón, el parque del morro, Cabaña, el castillo de los tres reyes, los restos de la muralla, la universidad de La Habana y el Puerto. Con las fotos ya se dice bastante.

Toda una mañana que completamosacompañados pornuestra amiga María en un magnífico recorrido a lo largo de toda la bahía habanera al otro lado del malecón. Pasamos por el torreón de San Lázaro y por el espectacular Hotel Nacional de Cuba (ver fotos) donde luego volveríamos para disfrutar de las enormes vistas sobre la bahía al atardecer, pasando por la blindada embajada de los EEUU y los célebres grandes hoteles, medio en ruinas muchos de ellos y/o en reconstrucción, y los enormes hoteles de las pocas cadenas que aún aceptan no obedecer al bloqueo (Meliá, Iberostar, Blau, Roc, Sunwing y Barceló).

Unas cadenas hoteleras que en contra de lo que se pueda pensar, están en auge y haciendo su negocio (la mayoría son de lujo, como luego pudimos comprobar más aún, en Varadero).

Firman convenios al 50% con el gobierno comunista, que pone el suelo sin darlo en propiedad, que siempre es del Estado, y que lo adjudica a las cadenas por un periodo de 25 o 30 años, las cuales se encargan de la construcción, mantenimiento y explotación, utilizando, eso sí, los materiales y la mano de obra del país, aunque eso no nos lo cuenten acá.

No obstante, desde la llegada del nuevo presidente cubano, el tan poco conocido Miguel Díaz-Canel, las cosas están cambiando ya que el turismo cubano es la segunda fuente de ingresos del bloqueado país.

Y por la carretera panamericana nos llegamos hasta el puerto de Mariel, pasando antes por Fusterlandia, un curioso barrio de pescadores con casas decoradas con mosaicos de teselas realizados por el artista José Fuster.

Un mágico lugar, ampliamente difundido en reportajes de TV en España y del que podéis ver muchos vídeos en YouTube, con un arte de influencias Gaudianas y de Van Goh, con enorme colorido y una extensión que abarca desde su propia casa, hasta todo un proyecto comunitario que ha embellecido de forma global a todo ese barrio.

Y a la noche, con apenas dos días en la Habana y ya estábamos disfrutando una cena y concierto en el “Jazz café” donde tuvimos la fortuna de poder escuchar a los jóvenes jazzistas cubanos Leyanis y Jessie Valdés, (piano y batería) hijos de Chucho y nietos del inolvidable Bebo, con su Proyecto X.

Escucharlos allá frente al Malecón  y poder cenar con la gran músico cubana y amiga Damaris Benavides es un lujo que pocos españoles podemos tener a nuestro alcance.

31 de enero. La Habana-Terrazas-La Habana.

Como el programa para recorrer la isla estaba tan apretado y no nos quedaba tiempo para ir a Viñales, nos echamos una jornada por el occidente cubano yendo hasta las cascadas de Soroa y al bello paraje natural llamado Las Terrazas, poco antes de Pinar del Río, que recomendamos no solo porque sea un proyecto ecológico declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera.

Nos gustó visitar allí, la casa del célebre Polo Montañés en el mismo lago y charlar con su propio hermano. Se trataba de cogerle el pulso al nuestro pequeño Picanto y al tipo de conducción por la isla, que disfrutamos como un cosaco, alcanzando velocidades de hasta 140 Km/h.

Puede que, junto a la corta autopista que va de La Habana a Varadero, ésta sea la mejor y más larga autopista de Cuba. Nunca más volveríamos a superar esas velocidades en toda la isla.

Aquí en Terrazas, tuvimos anécdota incluida, al poder pasar y posar por la frontera entre México y Guatemala ¿? (ver foto) ante la incredulidad o asombro de algunas amistades no muy puestas en geografía. ¿Comoooor?. Se trataba de un equipo de TV que andaba rodando una serie rusa y nos dejaron fotografiarnos con ellos. Ya ven, tan irreal, como casi todo lo que nos cuentan los medios del sistema sobre Cuba o Venezuela.  

El carrito, aunque un poco destartalado,  estaba bien de motor y parecía que iba a cumplir por todas esas rutas que nos auguraban tan malas. Eso sí, le llaman autopista a cualquier cosa, porque igual te cruzan unos bueyes, que un carro de mulas, igual te encuentras dos toros al lado de la carretera y sin valla que pasan unos niños en bicicleta, un discapacitado en silla de ruedas o te cruza de sentido cualquier camión.

En fin, viajando de día, tampoco hay mayor problema porque puedes sortear esos obstáculos y muchos, aunque no todos, de los enormes agujeros del pavimento que son horrorosos y que más tarde nos ocasionarían alguna nueva aventura.

1 de Febrero: La Habana-Cienfuegos-Yaguanabo (233 Km).

Salimos temprano desde la capital del Caribe, por la Autopista Nacional A1.

Tras un conato de indigestión por camarones del que ya me repuse, íbamos saliendo por la estación del Ferrocarril, cuando tuvimos uno de los pocos percances de todo el viaje por un pequeño robo.

Y lo que es inusual en toda la isla, nos pasó a nosotros. Lo que no quita para ratificar y afirmar que Cuba es el país más seguro del mundo, al menos de los que uno ha visitado (y hemos estado en Túnez y Egipto, en Colombia y Nicaragua, en Praga y Letonia, en Marruecos y Ceuta,… por poner solo algunos ejemplos).

El asunto, afortunadamente sin mayor importancia, fue que dos apuestos morenitos, a los que montamos en autostop para sacarlos de la ciudad, nos robaron una bolsa de viaje del mismo maletero, que obviamente iba sin bandeja.

Pero la verdad es que el pequeño incidente, ni nos amargó el viaje (apenas fue una bolsa de playa), ni nos hizo desistir de llevar a más gente cuando nos paraban por el camino, pues es muy habitual ese uso del transporte para los lugareños y, para nosotros, fue una fuente experiencial impagable.

Sin demasiados problemas de carretera (como tanto asustaban algunos), si exceptuamos los enormes baches que hay que esquivar (de los que hablaremos luego en el tercer percance), y el resto de obstáculos varios de los tipos ya señalados, en menos de tres horas ya estábamos en Cienfuegos.

Fuimos por la autopista o carretera central hasta Aguada de pasajeros y pasando por Yaguaramás, y nos llegamos directamente a “La Punta”, un bello lugar de recreo ya a las afueras, y en pleno Mar Caribe. El collage de fotos da cuenta de porqué se habla de “la perla del Sur”.

Luego una vuelta por el parque «José Martí», uno en cada ciudad siempre en el centro, con su imagen del Ché Guevara y los edificios más importantes, como en éste caso, la casa del fundador, el Ayuntamiento, la iglesia catedral y el teatro Terry.

El Palacio de Valle, ubicado en el extremo sur del Prado, en cuyo centro está la bella estatua andante de Benny Moré, el Hotel estatal Palacio Azul, el paseo del malecón y el puerto que, muchos no saben, es el segundo más importante del país.

Siendo Cienfuegos nuestra primera ciudad de paso de éste fugaz viaje, y dejándonos mucho por ver, adelantamos camino hacia ésa bella ciudad, también Patrimonio de la Humanidad como ésta, que es Trinidad y antes nos alojamos en Yaguanabo (el único, resort, aunque sencillo, de nuestras 15 noches en Cuba) con baño incluido en la pequeña cala natural que allí hace el Caribe

2 Febrero: Cienfuegos-Trinidad por la Carretera 12, (82 Km).

Como puede verse, buen desayuno caribeño en Yaguanabo (Cienfuegos), y media hora después, llegamos a la impresionante, antigua y colonial ciudad de Trinidad. Allí casi nos ponen en busca y captura porque dejamos el coche en la extraordinaria plaza mayor y pasamos a la Iglesia de la santísima Trinidad (Curioso, no?) donde oímos la primera y única misa dominical. Tras aparcarlo debidamente, dimos un agradable paseo en calesa (10€ los dos) que nos permitió ver de cerca la Casa de la Trova (que luego disfrutaríamos de su buena música por la noche), el museo de arquitectura colonial, el romántico, el de los bandidos, los palacios Brunet y de Cantero, el gran convento de S. Fco. de Asís, la ruinosa Iglesia de Santa Ana o las tres factorías de cerveza donde no solo probamos su buena cerveza, sino además la célebre Canchánchara. 

Un antiguo, genuino y popular cóctel cubano que los soldados mambises inventaron para soportar el frío y la carencia de alimentos durante las guerras de la Independencia del siglo XIX. Aunque no servida en la típica jícara, pudimos degustar esa mezcla de miel de abeja, aguardiente de caña y jugo de limón. 

Seguimos por la carretera de Ancón a Puerto Casilda, para buscar el Hostal El Palenque, donde comimos a lo grande los manjares que, ése súper Chef que es Mayito, nos preparó, junto a sus padres Mayo y Marilú, que regentan la casa de huéspedes en la que pernoctamos, después de haber disfrutado, eso sí, de la fina arena, del sol del atardecer y del baño en Playa Ancón.

Una pequeña península de una belleza que nada tiene que envidiar ni a Varadero.  Y aún nos quedó tiempo para volver de nuevo al son de Trinidad, donde diversos centros nocturnos eran pura fiesta a toda hora. Que buena velada en la casa de la Trova con varios grupos en directo, para finalizar éste 6º día en la que probablemente sea la ciudad colonial que más nos guste de toda la isla y donde nuevamente se nos hizo corto el tiempo por más que fue bien aprovechado.  

3 de Febrero: De Trinidad a Camagüey por el Circuito Sur.

Con un magnífico desayuno en el frondoso patio de la casa de Mayo y Marilú (El Palenque) nos dirigimos hoy a Camagüey, en el centro de la isla, por la Carretera Central de Cuba y una buena distancia (260 km). Tras parar en el valle de los ingenios y parar a ver la torre de Manaca Iznaga, atravesamos el centro de la isla pasando apenas por Sancti Spíritus, que no nos dijo mucho y por Ciego de Ávila donde dimos un paseo y dormiríamos a la vuelta porque nos llamó la atención.

Del Valle de los ingenios  también declarado Patrimonio de la humanidad por la UNESCO, también llamado Valle de San Luis, es un sistema ecológico y cultural asentado en una extensa llanura formada entre dos valles y la llanura costera del sur. Supimos que éste tesoro natural es el único que recoge el desarrollo de la industria azucarera que, en los siglos XVIII y XIX, junto a la trata de esclavos, trajo gran riqueza a la zona.

En Manaca Iznaga  nos llamó la atención esa máquina de vapor de 1919 que funcionó como tren turístico y en la que allí nos subimos, je, je; y también sus leyendas como la que encerraba esa torre vigía según la cual los hermanos Pedro y Alejo Iznaga, enamorados de la misma mujer, se jugaron el amor a quien construyera la mayor obra.

De Camagüey, la ciudad antipiratas, es la tercera ciudad más grande y también está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La verdad es que disfrutamos (y hasta ligamos) por ese enmarañado conjunto de calles laberínticas que, pese a la decadente conservación de algunos edificios, aún se vislumbran vestigios de su rica época colonial.

Ése aparente caos (que con el coche me volvió loco) era intencionado para así complicar el pillaje, y evitar –dicen- los ataques piratas.

No obstante nos orientamos bien gracias a la gente joven con la que compartimos tarde/noche hasta que pudimos descansar, eso sí, después de cenar como reyes en el Restaurante 1800 (hasta con vino).

Y como hoy tocaba hotel, caímos en el Hotel Plaza, el más antiguo de Camagüey, reabierto en 2019 (también a 35 CUC) y en la amplia habitación donde durmió la poetisa chilena Gabriela Mistral.

En suma, esas plazas de los trabajadores, del Carmen o de San Juan de Dios, el Parque Agramonte, las iglesias de la Merced y de la Soledad, el recorrido por las calles república y adyacentes, con esas casas coloniales y palacios por doquier, nos dejaron el buen sabor de otra ciudad, que nos supo a poco para un día.

4 de Febrero: De Camagüey a Santiago de Cuba por la Carretera Central de Cuba.

Nuestra mayor distancia (337 km) y un duro camino por Siboney y Las Tunas, que se hizo el más duro de baches por la carretera 152 en los alrededores de Bayamo, Contramaestre y Palma Soriano.

Luego ya retomamos la Autopista A1 y mejoró mucho, con lo que por San Luis y dos bocas, la llamada Carretera de Caney, enseguida nos pusimos en Santiago.

Ya llevábamos 1.100 km y ningún incidente, porque de día todo se ve. Recalcamos que hay que tener mucha precaución y cuidado para esquivar ovejas, caballos, calesas, bicicletas, niños, toros, bueyes, carros y carretas, tractores o hasta una silla de ruedas eléctrica, vimos por la autopista y en la carretera central de Cuba.

Hubo algún pequeño tramo donde pudimos alcanzar los 135 km/h con ése pequeño Kia Picanto qué, si bien andaba cosido a remaches de carrocería (los pocos coches que aquí alquilan, en clase económica, son todos así), de motor cambiaba y se desarrollaba perfectamente.

Tan es así que, según lo calculado, hicimos Camagüey-Santiago en 4 horas y 20 minutos (nuevamente pulverizamos la previsión de Google). Y es que la gente es muy exagerada. Porque fuera de esos obstáculos a esquivar y algunos baches enormes, todo nos iba perfecto, pasado ya el ecuador del viaje.

Tampoco nos había faltado, hasta éste momento, la gasolina aunque estaba por llegarnos el primer susto. No encontré en todo Santiago, ni siquiera como hasta ahora, en los puntos garantizados para taxis, buses y coches de alquiler.

Menos mal que teníamos dos días en la segunda ciudad más importante de la Isla tanto por economía y cultura como por población.

Santiago de Cuba es la ciudad del son por excelencia, del carnaval y de la Revolución, ciertamente antes del castrismo. Le tomamos el pulso a la ciudad, paseo por el puerto y su Plaza de la Revolución, visita al Castillo del Morro, una fortaleza costera del siglo XVII, más lejos que en La Habana pero con un situación espectacular, su puerto y  qué noche de sabrosura, en el Palacio Bacardí, y justo al lado, el mojito especial con actuación casi privada de salsa, boleros y rumba!

5 de Febrero: Santiago de Cuba, la capital del Caribe.

Fundada por los españoles a comienzos del XVI, Santiago de Cuba cuenta con numerosas casas y reliquias de la época colonial y mucho menos ruinosas que las de La Habana, tan decadentemente hermosa. También, tiene grandes valores históricos y culturales y, sobre todo, el sabor de su música y la alegría de su gente.

Nos gustó recorrer por sus 4 costados esa monumental Plaza Céspedes flanqueada por los edificios más importantes de Santiago, como son la Basílica Catedral Nuestra Señora de la Asunción, la casa de Diego Velázquez (fundador de la ciudad en 1515) o el Ayuntamiento, desde donde Fidel declaró el triunfo de la Revolución un 2 de enero de 1959.

Luego disfrutamos especialmente las vistas desde la Loma de San Juan (lugar en el que tuvo lugar allá por el 1898 la batalla más sangrienta de la guerra entre españoles y americanos) y sus grandes playas caribeñas con un emplazamiento privilegiado.

Nos impresionó el cementerio de Santa Ifigenia, principal camposanto del oriente cubano donde podemos encontrar enterrados personajes célebres como Céspedes, Bacardí o Compay Segundo, y además todos los Padres de la patria, la austera tumba de Fidel Castro y el enorme mausoleo (26 metros) de José Martí, padre de la patria cubana. Especial y muy emotivo es el cambio de guardia que presenciamos y que se hace a diario, con la máxima pompa, cada 30 minutos.

Pero que nervios pasamos! Yo creí que no salíamos de Santiago, porque ni el día anterior, ni esta mañana hubo gasolina en toda la capital, ni siquiera en los puntos supuestamente garantizados para los coches de alquiler, buses y taxis.

Tras perder media mañana buscándola y cambiar los planes, procedimos a anular la reserva de Baracoa, por no estar garantizado el suministro, y por fin obtuvimos gasolina para llenar nuestro pequeño KIA, aunque para ello tuviéramos que salir a buscarla a más de 30 km.

Gracias a eso, y aunque nos quedamos con las ganas de subir al Santuario de la Virgen del Cobre, que ya no nos dio tiempo, aún pudimos ir al Parque de Baconao, o valle de la prehistoria, con esos gigantescos ejemplares de animales prehistóricos, y subir las peores rampas de Santiago, hasta el Parque nacional de la Gran Piedra, ambos reserva natural de la Biosfera.

De resto, disfrutar la segunda noche santiaguera con su música en directo en la Casa de las Tradiciones que la teníamos al lado de la casa de huéspedes en la que nos quedamos. Una pasada por 2 CUC de entrada y más cercana y popular que la Casa de la Trova de aquí, demasiado plagada de güiris, con cover de entrada y para mí más inaccesible de subir.

6 de Febrero: De Santiago de Cuba a Guardalavaca por Holguín (196 Km).

Ruta no prevista que si sucedió es porque nos convenía, según el dicho de Cuba.

Esta fue una de las pocas modificaciones al del plan inicialmente previsto que, como hemos dicho pretendía ir a Baracóa por Guantánamo y por ésa nueva y serpenteante carretera por el alto de Cotilla que sustituyó, no hace tanto al rodeo que había que dar por el extremo más oriental de Punta Maisí.

Nos quedamos con las ganas, no sé si por miedo o por prudencia; en el fondo nos tocó sufrir una de esas penalidades que les toca vivir a l@s cubanas.

No fue ésta la única inconveniencia de la semana, pues cuando más felices nos las hacíamos, nos llegó el segundo incidente reseñable que afortunadamente se pudo contar y bien.

Mucha suerte habíamos tenido con los huecos, baches y agujeros hasta que al pasar Holguín y por una carretera regulera pero con agujeros de a metro, ocurrió lo inevitable, ¿un pinchazo? No que va, reventé rueda y llanta delantera, y es que a 100 Km/h cualquiera lo libraba.

Vean las foticos de éstos guapos que, gato en mano, pudimos cambiarla, bajo un sol de justicia y que a Dios gracias, tras encontrar una ponchera para cambiar la rueda en Cueto, 15 Km más adelante, encontramos una “ponchera” como allí llaman a las llanterías o talleres de neumáticos, y un amable “ponchero” nos arregló la llanta a martillazos y dejó los 4 neumáticos en condiciones. Y todo por 4 CUC. Uff.

Pero bueno, que sólo perdimos casi 2 horas, pero enseguida, las playas de Guardalavaca nos fliparon. Un recuerdo más para recordar Cuba.

Vaya acierto! Y más, cuando no lo teníamos previsto por falta de días. Y además evitamos el laberinto de Baracoa, que vaya Ud a saber la que nos hubiera esperado por esos lares y nos ahorramos casi 400 Km.

Ya en Guardalavaca y con apenas un poco de fruta comprada a una cooperativa que las vendía en la carretera (piña, plátanos y nísperos) llegamos a tiempo de disfrutar 3 horas en ella y alojarmos en un fenomenal chalecito -habilitado como casa de huéspedes- y por sólo 27€ al cambio, ésta vez con desayuno en la terraza incluido.

Tras el mejor baño en una estupenda playa de finísima arena y como si fuéramos clientes del resort por el que entramos (el Club Amigo Atlántico) que ocupaba toda la playa, disfrutamos de una espléndida noche con espectáculo gratuito de música y baile en directo, al aire libre y a base de cubatas a 1,5 CUC y mojitos, daiquiris o piñas coladas a 2 CUC. Vamos, muerte súbita.

Al final, lo que nos dijo María:  “ya bien adaptados a la quinta esencia cubana: estrés, estrés y estrés… y luego salsa y a disfrutar”.

7 de Febrero: De Guardalavaca a Ciego del Avila (373 Km )

El décimo nos esperaba la ruta más larga de todo el periplo, pero todo fuera por ganar tiempo mañana en los Cayos. Cinco horas y media de coche -según GoogleMaps- que nuevamente pulverizamos en menos de 5, al ir por la Carretera Central de Cuba en lugar de por la ruta de Puerto Padre (circuito norte), que era peor carretera. No obstante ya íbamos con más cuidado después del jodido reventón. Es decir, vuelta a Holguín, paso por Las Tunas y Camagüey, ya visitada, y llegada a ésta bella y tranquila ciudad en todo el centro de Cuba.

Nos hospedamos en el Hotel homónimo que, por estar a las afueras, lo que no nos era problema al llevar carro, tenía una relación calidad precio tan fenomenal (35 CUC la habitación con desayuno) que igualaba el precio de las casas particulares que llevábamos conocidas.

Ya habíamos parado a la ida en ésta moderna y remodelada ciudad que además de las casas coloniales de su casco histórico, su bulevar, y plazas típicas, presenta altos edificios.

Interesante y tranquila, aunque más muerta de noche, vimos la moderna Catedral de San Eugenio, el Teatro Principal (uno de los mejores de Cuba) y, como no, el Parque Martí remodelado hace 25 años.

Si no fuera por la ya de por sí, extensa crónica me extendería en la bella historia personal de Manuel que, con lágrimas en los ojos, nos hablaba de su abuelo español, como un hombre muy trabajador que se hizo con buen patrimonio a base de trabajo y que nunca se quejó de lo que le expropió la revolución, porque agradecía que le dejaron dos casas, animales y varias fincas, suficientes para vivir bien y dar trabajo, de las cuales, aún tiene una la familia y cerrada porque nadie la quiere atender.

En fin, cosas de Cuba y su régimen que no se cuentan en el primer mundo.

8 de Febrero: De Ciego del Ávila a Cayo Coco (86 Km)

Poco más de una hora, nos separaba de los famosos cayos (Cayo Coco, Cayo Guillermo y Cayo Romano) dónde gracias a la panzá del día anterior pudimos pasar dos días y dos noches de relax, después de llevar ya al lomo 2.400 km recorridos por la isla. Y no crean que nos fuimos a alguno de los innumerables resorts de pulserita y hoteles “all inclusive” que peinan sus inabarcables costas, no. Habíamos reservado dos días antes, por Booking.com el peculiar sitio de La Güira, un alojamiento diferente en cabañas de juncos (ecoturismo) y a 33€ la noche en HD, es decir, 66 € los dos por las dos noches y con desayuno. Vive Dios que fue un acierto, ése espacio natural, comiendo y durmiendo en las chozas que veis en las fotos (y que bueno, tenían sus camas, baño y hasta aire acondicionado).

Atravesando Morón llegamos a la Bahía de Perros que mediante una carreterita, pasarela o pedraplén, de unos 30 Km de largo que a base de piedras compactadas y pavimentadas, unen los cayos con tierra firme y que fue mandada construir por Fidel Castro quien, como reza el cartel que hay a la entrada «Hay que echar piedras, sin mirar adelante«.

Con un simbólico peaje de 2 CUC (el único que pagamos en toda Cuba) por atravesarlo ya nos anuncian la entrada al archipiélago de Jardines del Rey, donde se encuentras nuestros tres Cayos, y lo único que ves es la carretera en medio del mar y si paras ves un montón de aves y con suerte, hasta delfines.

Nada más llegar nos bañamos en Playa Flamencos y, aun en traje de baño, explorando rincones de pinos y hoteles escondidos, siguiendo unos carteles que indicaban “Playa Prohibida” llegamos a un lugar que no parecía de éste mundo, a ver un fantástico atardecer en el que terminamos comiéndonos unas langostas (que no fueron las únicas en la isla) que no se las salta un galgo (Ved el tamaño en las fotos y por 12 CUC con su guarnición. Pa que más.

9 de Febrero Cayo Coco, Cayo Guillermo y Playa Pilar.

Día completo para viajar en el interior de la isla y que ante la opción de ir a la derecha a Cayo Romano (25 Km) o a la izquierda hasta Cayo Guillermo (32 Km), no había color.

Y tomamos dirección hacia el segundo, atravesando otra pequeña carretera sobre el mar, para llegar hasta el final, Playa Pilar, donde a través de unas pasarelas  de madera sobre pilotes, hasta las playas, superamos las dunas más altas del caribe insular (15 metros sobre el nivel del mar).  

Como sabréis, las dunas, ya restauradas y muy protegidas, desde el gran deterioro que sufrieron hace casi tres años por el huracán Irma, son sumamente beneficiosas para la protección de las playas.

Las dunas de Cayo Guillermo, colindantes con Playa Pilar son además famosas por rodear uno de los balnearios más bellos de Jardines del Rey  y de toda la región.

Y allí en esas paradisíacas playas pasamos otro de los mejores días en Cuba, con comida autóctona y uno de los mejores baños de nuestro viaje (mejor incluso que Guardalavaca, que ya es decir) en esas extraordinarias e interminables playas de finísima arena y transparencia en sus aguas.

Y para acabar, una maravillosa noche ecoturista con pescadito, tertulia y dominó ya en nuestro sitio de La Güira.…

Pero permitidme que ya no os ponga los dientes más largos y dejemos éstas instantáneas de prueba. Como decía mi amada Ofe, “Amor, sólo esto, ya paga”, y es que a los Cayos, hay que venir si vienes a Cuba.

10 de Febrero: De Cayo Coco a Varadero, por Yaguajay, Remedios  y Santa Clara (468 Km).

Día éste de mucha ruta, la mayor del viaje, ya que juntamos lo que deberían haber sido dos etapas en una, con el fin de poder pasar otra noche ya más de relax ya luego en Varadero.

Así que abandonamos las cabañitas de La Güira en Cayo Coco y tras atravesar la Bahía de perros por ése cordón de piedra que hizo construir Fidel Castrosin levantar la vista, piedra sobre piedra” sobre el mar, pasamos por el bullicioso  Morón y en lugar de salir a la autopista, tomamos a la derecha una bella carreterita –la 151- que por Chambas y Mayajigua nos llevaba a Yaguajay dejando a la derecha el Parque nacional de los Caguanes.

En Yaguajay tan solo ver el gran monumento y tumba de Camilo Cienfuegos que fue el libertador de la ciudad y otro gran Padre de la Patria.

Y de aquí, tras montar a un joven que llegaba tarde a su trabajo, y sin tiempo para atravesar la Bahía de Buena Vista y cruzar a Cayo Santa María (aunque ya nos habíamos desquitado bien éstos dos días) nos llegamos a ver ésa bella villa colonial que es Remedios (tan súper recomendable como Trinidad, aunque más pequeña) donde terraceamos y paseamos por el precioso parque José Martí y alrededores y donde hicimos acopio de “rones”, y regalos para traer a casa.

A tiro de piedra de Remedios tenemos Santa Clara (hasta siempre comandante), paso obligado para ver y hacerse fotos (pues no estaba abierto éste día) en la otra gran tumba del Che Guevara. Con la de Martí, Fidel, Camilo y el Che, ya creo que nos sellarán el pasaporte como hijos predilectos de Cuba, je, je.

De Santa Clara salimos por nuestra ya conocida A1 por Aguada de Pasajeros y hasta Jaguey Grande, donde tomamos un atajo (la carretera 202) para ir a Varadero por Jovellanos y Cárdenas (donde volvimos a llenar un tanque que ya nos alcanzaría hasta el aeropuerto al regreso, sin necesidad de pasar por Matanzas que sería para el penúltimo día.

Y Varadero, como tal, la decepción anunciada. Pero había que ir, al menos y una vez en la vida aunque sólo sea para descansar y bañarse en sus buenas y enormes playas, que para qué vamos a decir que no, si es que sí.

Al final cuando sólo pretendíamos ir una tarde a dar una vuelta por Varadero porque todo el mundo dice siempre que es como Benidorm o Marbella, pudimos aprovechar día y medio con la fortuna de haber reservado 2 noches en el Club Karey justo a la entrada entre los canales de la Laguna de Paso malo y el Mar.

11 de Febrero: Varadero

Día entero en Varadero, disfrutando el hogar que nos ofrecieron en el Club Karey, donde os decíamos que tuvimos una enorme suerte. Allí, aunque nos dieron largas diciendo que estaban completos, y nos hicieron ir a imprimir el Boucher por desconfiar de la reserva que no les aparecía.

Finalmente nos dieron un magnífico apartamento frente al mar, donde pagamos la cuarta parte de su valor (66€ la habitación los dos días y con desayuno) ya que llevaban varios días con fallos de internet (lo que no es inusual en la isla) y no habían actualizado las tarifas a la temporada alta que correspondía. Miren si no su precio en Booking o Tripadvisor. Al final como les dije, lo que sucede, conviene, je, je. 

Recorrimos también toda ésa estrecha península desde la playa de la caleta donde estábamos alojados hasta Punta Hicacos pasando el Parque Retiro Josone y la reserva ecológica Varahicacos, un área protegida en la que se pueden recorrer varios senderos ecológicos, ya en el extremo Este de la península y pegada a la Autopista Sur.

Varadero se recorría –en coche, claro está- como si fuera La Manga española pero con 30 Km de largo de los cuales 22 Km son playas amplias buenas y populares en la parte izquierda y con acceso exclusivo a los clientes de los grandes hoteles, como los Iberostar, el Memories o los Meliá que pueblan todo el recorrido hasta el final, en la punta, con playas a las que no pudimos acceder, si no eras cliente, y en las que sólo pudimos hacer unas fotos y apreciar el lujo y las vistas al paseo marítimo y al puerto pesquero.

En suma, la parte más septentrional de Cuba y la más cercana a La Florida (en EEUU) desde donde dicen llegaba “Al capone” a su residencia, obviamente antes de la Revolución de 1959.

12 de febrero: De Varadero a La Habana por Matanzas y el puente de Bacunayagua. (154 Km).

Un paseíto de dos horas y con buena carretera atravesando el viaducto más alto de Cuba, el Puente de Bacunayagua que permite esta rápida conexión y donde paramos a comprobar sus espectaculares vista y tomar esa deliciosa piña colada tan típica.

Fue ya en Matanzas, cuna del Danzón (cuando empecé a recordar esa antigua banda salsera cubana que siempre llevaba en mi carro la Sonora Matancera “ave maría, lola”.  

Matanzas como tiene tres ríos Yumurí, San Juan y Canímar (aunque dicen que hubo un cuarto que desapareció), se la llama la Venecia de Cuba y también la ciudad de los puentes. Aunque yo creo que pasé más, je, je.

El de la concordia (de hierro e inspirado en el sevillano puente de Triana; el Calixto García, también de hierro y hecho en Bélgica y el Sánchez Figueras, de hormigón armado; eso sin contar el puente giratorio (hasta 180º en menos de 2 minutos), una estructura de hierro para los trenes, traída desde nueva York.

Aunque rápida fue la visita a Matanzas,  aún tuvimos tiempo para encontrarnos en la Catedral, con una inesperada sabrosura que nos hizo de guía por el centro de la bella ciudad. Vean si no a Teresa y a ver si digo mentiras.

Como en casi toda Cuba los edificios más importantes alrededor de la Plaza, como ésa mansión del XVIII, Ediciones Vigía, el cuartel de los bomberos, el Palacio de Junco (hoy en día Museo Provincial de Matanzas), el antiguo edificio de la aduana (hoy Palacio de Justicia) y el famoso Teatro Sauto.

Y llegamos casi al final. Tras haber dejado Varadero y visitado Matanzas, regresamos dejando ese espléndido mar a nuestra derecha, durante todo el recorrido, y entrando por la vía blanca norte hasta La Habana centro.

Apenas nos quedó ya una tarde para tomar el último mojito con María, en la terraza del Hotel Inglaterra, realizar las últimas compras, gastar los últimos pesos convertibles, y despedirnos de la isla bonita y del trio libertador que ya nos recibió en la plaza de la Revolución, saliendo por la avenida de la Independencia y Boyeros hasta el Aeropuerto José Martí

12/13 de febrero. La Habana-Madrid Barajas-Albacete.

Aún en el mismo día que arrancáramos en Varadero y siendo la medianoche, iniciamos nuestra vuelta, también con Iberia, en el vuelo IB6620 que llegó, como estaba previsto a la terminal T4 de Madrid Barajas a las 14,25.

Llevábamos ya 24 horas sin cama y nos quedaba recuperar nuestro Toyota y tres horas más tarde por fin en casa, enteros, felices y muy satisfechos.

Espero os haya gustado esta peculiar crónica de Cuba, aunque no seamos agencia, ni blog de viajes, tanto si ya habéis estado que os gustará recordar, como si pensáis hacerlo.

En ambos casos espero vuestros comentarios aquí mismo, y prometo contestarlos todos. Que seáis moderadamente felices y sin ofender.

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8 comentarios en “Cuba: Crónica de mi viaje a la isla bonita … y bloqueada

  1. Menudo viajecito te pegaste. Gracias por tu descripción que me ha servido mucho para conocer la tierra donde está enterrada mi bisabuela, que murió de la fiebre amarilla en La Habana. Javier.

  2. Hola Luis Ángel.
    Después del viaje, a tu regreso, con razón te metiste 15 días en la cama…a descansar 🙂 🙂 Si es que vendrías rendido.
    Gracias por contarnos que hay otras formas de entender la vida….además de mojitos, daikiris, paladares, playas 🙂 🙂
    Tras esta pandemia, con el turismo mundial colapsado, creo que para muchos países viene un «período especial», otra manera de vivir. Cuba con la caída del bloque soviético en 1989-1991 ya sabe lo que es eso, y con seguridad que va a adaptarse a los nuevos tiempos mejor que el resto de países.
    Por aquí dejo la experiencia de mi familia durante tres meses en Cuba en 2011.

    CUBA: OTRA MANERA DE SER Y ESTAR

    La familia al completo hemos pasado los tres meses de verano en Cuba. En Santiago de Cuba, la ciudad de la música.

    Estuvimos viviendo en la calle Padre Pico, muy cerca de las escalinatas más famosas de la ciudad y a tiro de piedra de la bahía y del centro histórico, en la misma entrada al barrio del Tivolí. A este barrio llegaron los hacendados franceses con sus esclavos desde el vecino país de Haití, cuando en 1789 la Revolución Francesa abolió la esclavitud en los territorios franceses. Entonces Haití pertenecía a Francia, y las plantaciones de caña de azúcar y de café utilizaban mano de obra esclava para maximizar los beneficios. Total, que se vinieron para Cuba a continuar sus negocios, pues en esta isla española por aquel entonces, la esclavitud era legal. Nuestro barrio en tiempos fue morada de esclavos, de negros/as africanos/as que fueron arrancados de su tierra para ser vendidos como una mercancía más. No es pues de extrañar, que en esta tierra de gente sedienta de libertad, machacada y humillada, nacieran las revoluciones más bellas de América.

    Después de unos días de aclimatación a los 35 grados centígrados de temperatura húmeda de Santiago, día y noche, nuestros hijos/as comienzan a salir a la puerta de la calle…para no entrar. Rápidamente, más de 20 chiquillos/as de todas las edades ya están jugando con ellos/as. Al fútbol (todos descalzos, incluso Darío, para no romper las chancletas y zapatillas), a la comba (a la “suiza” como le llaman allá), a juegos de manos con canciones,…. Los guachos se hacen sus propias carretillas (cajebolas les llaman) con cuatro tablas, unas punchas y unos rodamientos. Porque los/as pequeñajos/as, hasta que los mayores les inculcamos otras cosas en la cabeza, no tienen ningún problema para juntarse con quienes les rodean, compartir y reír.

    Una tarde llega Angélica de la calle sudando como un pollo y me dice: “Papa, dame una moneda”. Le pregunto para qué y me dice que para comprar algodón de azúcar que están haciendo en una casa dos portales más allá. Yo no le doy la moneda e intento hacerle comprender que no hay que comer cosas de la calle, porque no sabemos si se encuentran en buen estado. Vuelve a la calle y regresa a la media hora diciéndome que ya ha comido algodón de azúcar, pues se lo han dado gratis. También me cuenta que ha probado el pru, un refresco de hierbas típico de Santiago, que se hace en las casas. A partir de ahora, todas las tardes toca dar 3 pesos cubanos para que mis hijas vayan a la casa de al lado a comprar pru, su refresco favorito en Cuba. Cada una va con una botella de plástico y le ponen en ella la medida del refresco. La mejor vacuna contra el racismo es el “mestizaje”, y contra el imperialismo de las multinacionales la autoproducción tipo pru.

    Lo primero que hacemos nada más levantarnos es acudir al Mercado Agropecuario, apenas a 150 metros de casa subiendo una lomita. Allí compramos fruta (plátanos, piña, papaya, zapote, aguacate, guayaba), verdura (tomates, pepinos, cebollas, ajos), huevos, pan, tubérculos (boniato, malanga, yuca, la patata o papa es más rara) y otras cosas variadas (yogur, azúcar de caña cruda, arroz criollo e importado, salchichas). Artículos más “especiales” toca adquirirlos en las TRD (tiendas recaudadoras de divisas), que allá llaman shoppings, y en las que sólo se puede comprar en pesos cubanos convertibles, equivalentes a un dólar. Es el caso de la leche en polvo, carnes, jabones, etc.

    No hemos dispuesto de coche…y no lo hemos echado de menos. Requeríamos más tiempo para movernos de acá para allá en camionetas, guaguas (autobuses), coches de caballos, transbordadores y taxi cuando no queda más remedio….pero era más divertido. La única cuestión a tener en cuenta es cerrar con cariño las puertas de los taxis modelo década de los 50, pues en Cuba las cosas se aprovechan una y otra vez, y nada se tira, todo se arregla. Se les cambia el motor a los coches (carros se les llaman allá), y el chasis y la carrocería aguantan otro porrón de años. Y es que, como decía Georgescu-Roegen, “La moda, que nos lleva a tirar las cosas a pesar de que siguen siendo útiles, es una enfermedad de la mente humana”.

    Y cuando el calor nos hace sudar de verdad, tomamos el camión a la Playa de Siboney, donde nos remojamos en el agua limpia y calentita del Caribe…aunque eso sí, las niñas de la Vieja Europa, embadurnadas de crema con protector solar.

    Hemos conocido la Cuba más castiza y la más turística, la de los parques donde actúan músicos locales o donde se juega al ajedrez y la de las playas de arenas blancas y negras con cocoteros, la del bullicio de las ciudades y la más tranquila del campo.

    De todos los paisajes que hemos visto, nos quedamos con el humano. Hombres, mujeres, niños y niñas que nos han acogido y querido como si fuéramos de los suyos. Con la sonrisa en los labios y la palabra amable en la boca. Porque Cuba, ahí al lado, es otro mundo, donde la gente vive y se organiza de otra forma, con sus virtudes y sus limitaciones, pero sin dejar a nadie tirado en la cuneta, aunque sea compartiendo las escaseces.

    1. Gracias Goyo por molestarte en escribir el comentario y sobre todo por ilustrarlo con ésa maravillosa y formativa experiencia familiar. Esa sería la próxima ir para una temporada, pues todos los días nos supieron a poco en cada sitio. Saludos fraternos.

  3. Te ilustro con mucho gusto. Mi bisabuelo, Luis García Tejero Semprún, era un militar, Coronel del ejército Español. Fué enviado a Cuba para reprimir a los rebeldes en la llamada guerra grande o guerra de 10 años (1868-1878). Fué una guerra vergonzosa. Las Cortes españolas se declaran a favor de la esclavitud y el comercio de esclavos. Entonces un terrateniente cubano, Céspedes, da la libertad a sus esclavos y se subleva contra España. Así empieza la primera fase de la guerra de independencia, que termina con la victoria de las tropas españolas, en la paz de Zanjón que impone la esclavitud.
    Lo rebeldes era unos 20000 y el ejército español, lo componían unos 200000 soldados. A pesar de ser diez contra 1, tardaron diez años, porque estaban enfermos y mal pertrechados. Murieron unos 20.000 de fiebre amarilla. Ese militar se casó por poderes con Carmen Valls Caules, judía chueta de Menorca, que murió de fiebre amarilla en 1870 y está enterrada en la Habana.Mi abuela nació en la Habana y volvió a Madrid cuando los españoles fueron derrotados en 1898. Y se casó con mi abuelo, que era un ingeniero civil.
    Mi abuela murió en un pueblecito de Avila, Navalperal de Pinares, de la gripe llama española
    y estuvo enterrada allí, hasta que me padre me mandó reunir a todos sus muertos en la tumba familiar. Por cierto que entonces me enteré de que era rubia, poque había entre los huesos un mechón grande de pelo. Te mando a tu correo fotos de los dos bisabuelos y de ella.

  4. Te completo lo que te decía de mi familia cubana para encajarlo en la independencia de Cuba:
    .En 1868 había en Cuba de 300.000 a 400.000 esclavos, que trabajaban sobre todo en el lucrativo negocio de la caña de azúcar.
    En España se había creado el 7 de diciembre de 1864 La Sociedad Abolicionista Española cuyo objetivo era la plena abolición de la esclavitud en Puerto Rico y Cuba. Formaban parte de esta sociedad políticos liberales que llevaban proyectos de ley a las Cortes. Estos proyectos de ley de abolición son rechazados sistemáticamente por los conservadores. Hasta el famoso y venerado Cánovas del Castillo se opone a la abolición. En 1870 rechazan una moderada ley, propuesta por los partidarios de la abolición pausada, llamada “ley del vientre” por la que, los hijos de las esclavas no nacen esclavos propiedad del amo y son libertos. Ni eso. La abolición de la esclavitud llega a España con Alfonso XII en 1888..
    Entre tanto en Cuba Carlos Manuel de Céspedes, terrateniente azucarero Cubano, después de dar libertad a sus esclavos, se subleva contra España, se declara independiente y da comienzo a la Guerra de los Diez Años, o Guerra Grande (1868-1878), que fue la primera de las tres guerras cubanas de independencia contra las fuerzas coloniales españolas
    Y aquí entra la familia: Luis García Tejero Semprún: Coronel del ejército español, es destinado a Cuba a sofocar la sublevación. Se casa por poderes con Carme Valls Caules, judía chueta de Mahon. Carme Valls Caules va a Cuba a unirse con su marido que está en guerra y muere en 1870 de la fiebre amarilla, que diezmó al ejercito español. Está enterrada en la Habana.
    La hija, Jesusa, volvió a España y se casó con el abuelo.

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