CURSO: “EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LA INTERCULTURALIDAD”
MESA REDONDA: “Ciudadanía, democracia y educación”
La EpC debe ser un ejercicio de polifonía,
pues como reza el célebre proverbio africano
“Para educar a un niño hace falta la tribu entera”
Para empezar quiero aclararos, y así me sirve de alguna manera de presentación, que voy a hablaros desde el triple compromiso que trato de compaginar en mi vida: el pedagógico, el político y el religioso. Como no podía ser de otra manera -so pena de esquizofrenia absoluta-, ya os anticipo mi opinión -como educador progresista que me considero, como político de izquierdas que soy y como creyente, miembro de las comunidades cristianas populares (CCP) a las que pertenezco y represento-, una opinión que es totalmente favorable a la existencia de una materia del currículo que trate de orientar a los alumnos en los rudimentos del derecho sobre el funcionamiento de una sociedad democrática. Una educación para la ciudadanía y los derechos humanos (EpC) que no solo es deseable, sino recomendable y hasta necesaria para tod@s.
También, y como segundo previo, tengo que confesaros que “estoy flipando”, como decís ahora vosotr@s, ante la irracionalidad del debate, mejor dicho, de una confrontación, que además de artificializada, polarizada y politizada –es mi humilde opinión- está socavando los pequeños acuerdos que existían en educación, está abriendo enormes y perniciosas grietas para los futuros e imprescindibles consensos en la materia y está generando gravísimas consecuencias para el futuro de la educación en nuestro país, fruto de estos feroces desencuentros y recursos.
Con respecto al título del curso y a la hora de relacionar la EpC con la interculturalidad quiero destacar que la actual situación de sociedad multicultural en la que vivimos exige cada vez más la existencia de unos principios éticos mínimos compartidos y consensuados para no caer en problemas de enfrentamientos culturales, lo que J.A.Marina llama “politeísmo de las morales”.
Con respecto al título de la Mesa redonda, decir que Educación y Ciudadanía se complementan hasta tal punto que no habría una verdadera ciudadanía sin educación, y a la inversa; No habría educación -en su más amplio sentido-, sin ciudadanía. Una democracia, tercer concepto en liza, necesita que los ciudadanos tengan una cierta educación/formación tanto jurídica como política o económica, es decir un conocimiento de las leyes, normas y valores de la sociedad. ¡Y ojo! que este requisito no vale pedirlo a los demás (en este caso a los extranjeros) y no exigirlo a los autóctonos.
La verdadera ciudadanía cada día brilla más por su ausencia. El nivel de convivencia actual se deteriora día a día, tanto en la institución escolar como en la sociedad; la violencia está presente en las aulas, en la calle, en las televisiones, o en el parlamento; la violencia de género, cada día mas en aumento, el terrorismo, que cada vez se magnifica más para justificar un determinado tipo de política internacional; los abusos de poder y las corrupciones de todo tipo; las enormes desigualdades, sobre todo entre el Norte y el Sur; o el drama del hambre y la miseria en los tercer y cuarto mundos. Vamos, un sistema que no nos gusta nada.
Nuestra sociedad actual es un lamento constante por la pérdida de valores en su seno (solidaridad, respeto, servicio, participación, etc.), así como por la implantación de nuevos contravalores (consumismo, individualismo, hedonismo, afán de poder y de enriquecimiento rápido, prestigio social aunque sea hipócrita, etc.) y todo ello favorecido por la globalización capitalista que nos asalta. Y, mientras tanto, nuestros jóvenes se encuentran cada vez más sometidos a innumerables presiones (también ambiente e ideologías) que le complican el ejercicio de la ciudadanía, máxime cuando se encuentran en general huérfanos de valores y motivaciones.
Pero además ocurre que tanto la sociedad en general, como la familia, en particular, nos están pidiendo a la institución educativa que hagamos algo ante todas esta situación, pues ellas, sobre todo éstas últimas, nos confiesan muchas veces, que son incapaces de abordar los temas de ética con sus hijos/as y lo que es mas grave, que no saben cómo ayudarles a que se enfrenten a los nuevos retos que hoy les toca vivir bien de cerca: botellones, embarazos de adolescentes, drogas, sectas, violencia, velocidad, destrozos del mobiliario público,…
La Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos es el nombre de una asignatura diseñada para el último ciclo de la Educación Primaria y toda la Secundaria que viene fijada por la LOE, y que consiste en la enseñanza de los valores democráticos y constitucionales.
La asignatura nace de una recomendación del Consejo de Europa del año 2002, cuyo objetivo es el de «promover una sociedad libre, tolerante y justa y que contribuya, a defender los valores y principios de la libertad, el pluralismo, los derechos humanos y el imperio de la ley, que son los fundamentos de la democracia».
Así también lo señala el Informe Delors cuando dice que educar es proporcionar brújulas para navegar en un tiempo complejo, y que “la promoción de la ciudadanía es una de las grandes brújulas que necesitan los jóvenes hoy y forma parte de la necesaria responsabilidad pública que ninguna institución puede dejar de estimar y acompañar”
Como características de la nueva asignatura podríamos hablar de las siguientes:
· poner las bases de un futuro comportamiento cívico, democrático, patriótico de verdad, informado, responsable y participativo,
· promover el respeto y la ampliación de todos los derechos humanos y de toda minoría social;
· presentar el diálogo como única solución para la prevención de conflictos, la igualdad de géneros, la solidaridad sin fronteras o la paz en la justicia;
· combatir la xenofobia y el racismo;
· describir objetivamente y ensalzar la pluralidad política sin autoritarismos, la laicidad del Estado y el valor de la religión, las reglas éticas entre partidos, el análisis científico de las ideologías y los deberes ecológicos; todo ello sin sectarismos ni dogmas doctrinales impuestos a los alumnos.
¿Alguien con dos dedos de frente puede seriamente censurar alguno de estos objetivos?,
¿Alguien que no esté contaminado por la crispación que hoy nos domina puede objetar realmente sobre contenidos tales como los aprendizajes necesarios para una sociedad inclusiva que es beligerante con las diferentes conductas sexistas, racistas, xenófobas o intolerantes, como la promoción positiva de hábitos saludables en una sociedad patógena, como la defensa y conservación del medio ambiente, como la promoción de los valores ligados a la Paz y a la convivencia pacífica o como el uso del tiempo libre como ejercicio de voluntariado?
Desde un punto de vista pedagógico creemos –como ya he dicho- que se trata de una asignatura muy necesaria en nuestros días porque la educación no es solo aprender materias, sino formar en bonhomía y enseñar a ser buenas personas, para que nuestros alumnos estén en las mejores condiciones para enfrentarse a los retos de la vida antes citados; es por ello que tenemos que fomentar no solo los conocimientos, sino también los valores, normas y actitudes.
Yo, que he impartido multitud de cursos sobre atención a la diversidad, siempre he defendido, que ésta, la integración escolar o la misma inclusividad, debían ser contenidos a aprender como el resto de valores. Ahora se trata de eso precisamente, de programar unos objetivos, contenidos y métodos, porque si no reservamos unos espacios y unos tiempos concretos, si no respondemos a aquello del qué, como y cuando enseñar y del qué, cómo y cuándo evaluar, no estaremos siendo eficaces.
Y en todo este contexto, integrar los valores en el currículo es, por tanto, una verdadera y acuciante necesidad. Ya se intentó con el tratamiento de las transversales en la LOGSE. La idea era casi la misma, aunque no obtuvo los resultados deseados y también encontró una gran oposición. Ahora se trata de presentarlos como asignatura, porque los valores también deben aprenderse, no llegan así como así.
La EpC, pues, como área curricular que debe aprenderse tiene que conformar un cuerpo de conocimientos para el buen ejercicio ciudadano, de actitudes que ayuden a formar el carácter del alumno y de valores que son los que fortalecerán esa musculatura ética de la persona. Finalmente se evaluarán tanto los conceptos, como los aprendizajes de actitudes y conductas que evidencien la interiorización de los valores democráticos.
Desde un punto de vista político y frente a las acusaciones de imposición y adoctrinamiento con las que la derecha mas rancia de este país (con la inestimable ayuda de los llamados movimientos “neocons” y de la tridentina jerarquía católica de los que hablaré después) acusa a la asignatura, yo, que como se me ha presentado no soy de la línea política del gobierno actual, tengo que romper un pequeña lanza en su favor, pues sé que el borrador se negoció con todas las partes implicadas, aunque también reconozco que en todo este tema el PSOE ha sido demasiado moderado y para evitar posibles confrontaciones (que obviamente no ha logrado), cedieron y retiraron los temas que podían ser más polémicos.
El papel ejercido por el Partido Popular que como fuerza de choque en esta “cruzada” contra la formación democrática de los jóvenes y adolescentes me parece tan vergonzante que pone a las claras que no tiene escrúpulos con tal de conseguir echar al gobierno socialista para ponerse ellos en el poder. Les da igual poner en un brete a los padres con lo que creo que es un abuso del derecho a la “objeción del conciencia”, que finalmente, y a pesar de las sentencias de los TSJ de Andalucía y Asturias, veremos en qué queda –y sobre todo cuándo- en el momento en el que se pronuncien el Tribunal Supremo o el Constitucional. Con esta nueva “desobediencia civil” algún día se darán cuenta del enorme daño que están ocasionando a toda la sociedad.
Finalmente, dentro de éste apartado, decir que la derecha antes enunciada es la que está provocando artificialmente un debate, que camino de la confrontación y de la mano de la habitual y crispada polarización política, veremos qué consecuencias nos deja. Es el todo vale, que antes comentaba y que a esta derecha, con tal de sacar rédito político o mantener determinados privilegios, no les duelen prendas en “inventar una nueva guerra”, que como la de Irak, no tiene ni armas de destrucción masiva, ni pies, ni cabeza.
Desde un punto de vista de la religión, como creyente, no puedo sino seguir flipando, pero esta vez aún mas descorazonado, ya que me duele el grado de involución adoptado por la Jerarquía Católica (obsérvese que nunca me referiré a la Iglesia, porque ésta somos el conjunto de creyentes y eso es otra cosa), que hoy la toma contra la EpC, dentro de una vieja campaña de acoso y derribo. Mañana volverá con la integrista campaña contra el aborto que acaba de iniciarse en norte-América y ya viene para acá, o como ayer fue con el preservativo, las células madres, la eutanasia, el divorcio, la enseñanza de la religión, la familia, el matrimonio de los homosexuales, o su propia financiación. A todo es NO. Por todo me opongo. Todo es pecado…. Y todo vale con tal de ir contra un gobierno “democráticamente elegido” que después de tratarles como no se merecen, se le rebelan hasta en las calles, con tal de echar una mano al PP para intentar que les devuelva al sitio que ocupaban en la dictadura, si es que llegan al poder, o que mientras tanto, puedan mantener los privilegios de siempre. Les pasa como al partido de la oposición, que no tienen escrúpulos ninguno aunque con su actitud, aumente el grado de crispación social, se divida a las familias, se empuje a la apostasía a muchos creyentes y hasta se esté generando una situación pre-cismática en la Iglesia.
Creo que las alegaciones a la EpC de la jerarquía católica incriminando que estamos ante un “totalitarismo moral, contrario a la fe cristiana y que incita a rebelarse por objeción de conciencia”, es una falsedad totalmente interesada. Las acusaciones de Monseñor Cañizares de que los centros que permitan la EpC están “colaborando con el mal”, es una calumnia/amenaza que no tiene nombre. Es curioso que aquellos clérigos/jerarcas que no dudaron en bendecir el nacional-catolicismo del franquismo, levanten su voz ahora cuando se trata de formar en el respeto y la tolerancia; que acusen de adoctrinamiento a una disciplina laica, cuando tanto su clase de religión, como la F.E.N. (formación del espíritu nacional), sí que lo eran y de una manera descarada (“Se cree el ladrón, que todos son de su condición).
El resto de acusaciones sobre el supuesto ataque a la familia (por supuesto a lo que ellos entienden por familia), o el fin laicista (sin entender que la laicidad no significa estar en contra de las religiones, sino reconocer y respetar la libertad de conciencia y de creencias) o que pretende sustraer a los padres del derecho a decidir sobre la educación moral de sus hijos,… se caen por su propio peso. Pero por si alguien tuviera alguna duda al respecto, le recordaré las palabras que un gran teólogo español, -el nada sospechoso Juan Masiá-, le contestaba a la directora de un centro concertado que le preguntaba sobre el tema:
“La EpC no solo es compatible con el ideario del colegio, -le contestaba el jesuita- sino deseable y recomendable por tres razones:
1. Porque contiene un % elevado de criterios y valores coincidentes con el Evangelio.
2. Porque se puede desarrollar su programa de acuerdo con la línea del Vaticano II, y
3. Porque responde a la necesidad de acentuar –como dice Ms. Blázquez, en un estado aconfesional-, la sana laicidad de unas bases morales mínimas y comunes”.
Para la iglesia de Rouco y Cañizares es inadmisible que avancemos hacia un estado laico (¡ojala! y fuera así que es lo que corresponde en un estado aconfesional como es España). Se olvidan además que Jesús de Nazaret fue laico, y que la laicidad es la igualdad de toda la ciudadanía ante la ley sin discriminación alguna por motivos de religión o credo, pero también sin privilegios por la misma causa. También olvidan, o no quieren entender, que la sana laicidad de la que hablaba el expresidente de la CEE, supone la separación Iglesia-Estado, así como la apuesta inequívoca de dicho Estado por la tolerancia, el respeto y el diálogo intercultural e interreligioso.
Por todo ello estoy en condiciones de asegurar que lo que esta trasnochada jerarquía española está denunciando con su postura ante la EpC no es el ataque a determinados derechos fundamentales (que ella es la primera en conculcarlos), sino la oculta intención de que se mantengan sus privilegios de siempre, impropios de un estado que ya no es católico, por mucho que se empeñen en abrumarnos con cifras de bautizados y demandantes de la clase de religión, que dicho sea de paso, debe estar claramente fuera de la escuela, porque como ya he afirmado en numerosos medios, y en nombre de las CCP del estado español “la escuela no es el espacio educativo de la fe”.
Decir finalmente y dentro de esta tercera visión, que todas estas intromisiones de la clerigalla eclesial, existen porque un timorato gobierno del PSOE, supuestamente socialista, no es capaz de denunciar ni un concordato firmado con el Vaticano en 1953, y del que aún quedan vigentes algunos artículos, ni tan siquiera los acuerdos iglesia-Estado de 1979, que son los que les han dado las alas a los obispos para mantener estas intolerables campañas.
Y para no ser mas extenso de lo pactado, solo quiero terminar esta aportación diciendo que, si esta asignatura finalmente se aplica y se hace bien, si cesan los ataques tan interesados y si se afrontan los nuevos desafíos de la educación pensando en los niños, adolescentes y jóvenes, y no en los contendientes actuales para ver quien se lleva el gato al agua, entonces y sólo entonces estamos convencidos de que mejorará la educación, la ciudadanía y hasta la misma democracia.
Hola Luís Ángel:Gracias por tus aportaciones en IloveIU sobre educación, pienso que es un área sobre los que pocos de los participantes de esta blogosfera hablamos y tratamos a pesar de su vital importancia.Te dejo a continuación un enlace a mi blog por si te apetece visitarlo. PASIÓN POR LA DIALÉCTICA, EL BLOG DE JAVIER CASO IGLESIAS