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El monstruo y la bestia del Apocalipsis son el capitalismo y los mercados.


Cuando hace unos meses participaba en la Semana Andaluza de Teología, fue el misionero Fernando Bermúdez quien me hizo caer en la cuenta de que si yo no había leído más el Apocalipsis era porque, como solía ocurrir entonces, lo que me contaban era tendencioso, manipulado o simplemente incierto.

En el Siglo I, las Pequeñas Comunidades Cristianas vivieron una situación de crisis, muy parecida a la que estamos atravesando en la actualidad. Entonces era el imperio romano el que exigía a sus ciudadanos un sometimiento total al poder militar, y el Emperador era como un dios al que había que rendirle culto. Ante la disyuntiva de someterse al pensamiento único del imperio u oponerse, las comunidades resistieron en su mayoría y así lo narra el Apocalipsis destacando tanto su fortaleza y esperanza, como su llamamiento a luchar valientemente contra el mal.
La actualidad de este libro sagrado cobra sentido porque –como nos decía Bermúdez-ahora no tenemos el imperio romano, pero tenemos otro imperio más poderoso y maligno que se ha constituido en el señor del mundo: el sistema capitalista neoliberal globalizado, que ha convertido el planeta en un gran mercado”.

Y viene esto a cuento, ya casi pasadas las pascuas, porque visto así el Apocalipsis, como que tiene mas credibilidad, induce menos al pesimismo fanático y es tan o más liberador que la Teología de la que procede.
Porque hoy ese “monstruo” del Apocalipsis no es otro que el capitalismo; es quien destruye la vida de los pobres y del medio ambiente, el causante del hambre de dos terceras partes de la humanidad, el que provoca guerras de ocupación como las de Palestina, Afganistán, Iraq, Congo, o el Sahara, y el que impone unos valores totalmente contrarios al espíritu de justicia y de misericordia proclamado por el evangelio del Nazareno. El “monstruo” es el que trabaja para subyugar al mundo y someter la conciencia de los pueblos. Su ética es la ambición económica, el engaño y la violencia y su dios, el poder y el dinero, o dicho de otro modo, los mal llamados mercados.
El “monstruo” entrega el poder a la “bestia”, dice el libro del Apocalipsis (Ap. 13, 2-4). Y esa “bestia”, -los mercados-, representa a quienes defienden los intereses del “monstruo”: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio, Banco Central Europeo, Reserva Federal de Estados Unidos, Wall Street…, que han impuesto su dictadura de los mercados, o “terrorismo financiero”. Este “monstruo” ha idolatrado a su “bestia-mercado”, hasta convertirlo en su nuevo dios y las transnacionales han tomado al planeta como su campo de acción, haciendo del libre mercado un dogma sagrado, otro dios.
Por eso hoy más que nunca me suenan con fuerza aquellas palabras de Jesús: “¡No se puede servir a Dios y al dinero!”… Tener esperanza en que “Otro mundo es posible” es la mayor amenaza para el “monstruo neoliberal”, que cree que no hay otras formas para salir de la crisis. Y por ello, el “monstruo” -a través de sus voceros y medios afines, descalifica a quienes sueñan ese “inédito viable” que decía Freire, y les difama, les inventa falsas causas, los persigue y finalmente los elimina.
Felices Pascuas, que hasta San Antón, Pascuas son, y después, tod@s contra el «monstruo» y la «bestia» y para ello, tras esas políticas de recortes, tras este incipiente pensionazo del próximo día 28, no nos queda otra que ir, alentar y empujar la necesaria, inminente e irremedieble Huelga General.

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