Hoy hace 60 días que tuve que meterme en la cama por lo que yo creía era un simple catarro, eso sí con fiebre y todo lo típico de una gripe común o enfriamiento.
Si, si, ya sé qué la campaña #QuédateEnTuCasa empezó después y que el estado de alarma se anunció el 13/03 y entró en vigor el 15, pero para entonces yo ya llevaba mis días en casa.
De hecho la médica que me vio el 3 de marzo ya puso en su informe, “resfriado común con cobertura antibiótica por expectoración purulenta” y me conminó en casa observando los síntomas. Reconozco que pensé, ¿tendré el virus?, pero ni yo mismo creía entonces que el coronavirus era más que una gripe.
Por aquellos días ya se hablaba de posibles crisis sanitarias, las caídas en todas las bolsas mundiales anticipaban los peores vaticinios y todo por la evidencia de que el Covid-19 de Wuhan se estaba propagando rápidamente fuera de China.
Recordemos como el día que el Madrid ganó al Barça y Nadal su abierto de Acapulco, la radiografía del Covid-19 en el mundo -al 01/03/20- era la siguiente:
China ya reconocía 80.000 casos detectados con 2900 fallecidos y se contabilizaban más 3.000 a nivel mundial. Irán declaraba 600 casos diagnosticados y 43 fallecidos. Corea daba 4000 contagios y 22 fallecidos. Italia, que trataba de contener el brote que afectaba al norte del país, ya reportaba 34 muertos y casi 1.700 infectados. En A.L apenas Ecuador empezaba con 6 casos. Y Nueva York confirmaba su primer afectado, mientras que aquí aún no se hablaba mucho del virus.
España hace dos meses hablaba de sólo 83 casos contagiados, -uno de ellos el primer sanitario- y ni un solo fallecido.(Ver cuadro superior).
Pero a lo que íbamos. ¿Hemos sacado algo bueno de ésta situación?
- Las 10 cosas más positivas que saco de éste confinamiento.
- He aprendido a cocinar un poco. Ha sido una experiencia muy positiva para mí. Y no lo reconozco con orgullo, pero así ha sido. Porque nunca me gustó cocinar, nunca supe, nunca lo necesité y prácticamente, nunca lo hice. Estuve muy mal acostumbrado sí, pero también muy bien acompañado. Pero como de la necesidad hay que hacer virtud, pues eso. En las fotos, algunos de los sencillisimos platos de sartén o cazo que he estado haciendo éstos días.
- He conseguido que mi alimentación sea mucho más sana y sobre todo, menos abundante. No necesito comer tanto, y más si el único ejercicio que hago es la bicicleta estática. Y para no haber salido en dos meses nada más que tres veces a comprar, creo que me he organizado bastante bien. Es verdad que estando sólo no tiene mucho mérito, pero es lo que hay.
- He logrado adelgazar casi 5 Kg, habiendo conseguido, no sin esfuerzo, ni sin prescindir de los caprichos entre horas, mi menor peso de los últimos 3 años: 73,7Kg. Lo cual, con 62 tacos y para mis piernas -y ya tocada cadera- es lo mejor que podía hacer.
- He recuperado y actualizado LA TERCA UTOPÍA, mi blog personal, ya que estaba en Blogger más de 12 años, pero se me caía. Gracias a un buen amigo, hemos migrado a WordPress, lo que no ha sido nada fácil para mí, sobre todo para salvar esas 785 entradas anteriores que no quería perder y aprender algo de SEO, posicionamiento, servidores, programa… Ahora ya tengo un blog más moderno, actualizado y mejor indexado, por lo que espero que éste enorme trabajo, imposible de no haber sido por éste encierro tan prolongado, nos haga mejorar, ser más eficaces y llegar a más gente, con mi compromiso por llevar una información alternativa y difundir mis creencias y opiniones.
- He aprendido a valorar mi salud y la de los otros, más que nunca, porque estar malo y sólo, ¡eso, hay que pasarlo!. Y es que como dije, yo empecé el confinamiento 10 días antes del estado de alarma porque dos semanas después de llegar de Cuba, cogí lo que yo creía que era un catarro sin importancia, que luego devino en bronquitis, y más tarde -o todo a la vez- el coronavirus. Seguridad al 100% no tengo, porque no me hicieron ni test, ni PCR alguno, a pesar de que tuve casi todos los síntomas, (menos el ahogo respiratorio). Por supuesto que tuve tos (bien fuerte y bronca), malestar general, dolores articulares, fiebre durante más de 14 días (la mitad febrícula y la otra mitad de 38,5/38,8), picor y arranque de tos al inspirar profundamente y también dos síntomas que al principio no se valoraron mucho, como fueron las 3 transaminasas por las nubes y la “ageusia” o pérdida del gusto (que era escandalosa en el caso del café o del vino, con lo que a mí me gusta). No obstante me atendieron perfectamente: me auscultaron, me hicieron analíticas y placa de tórax y… a curarme con paracetamol a mi casa. Y para colmo de males, cuando apenas llevaba 2 días sin fiebre, me volvió y con unos dolores abdominales que jamás había vivido. Imaginaos, retorciéndome sólo y casi sin fuerzas, para llamar una ambulancia (a la que luego, por la tardanza, tuve que renunciar y pedir un taxi). A final, un cólico nefrítico en toda regla. Uff! … Afortunadamente todo pasó y el resto del confinamiento (otro mes) así, estando sano, y viendo ya la más que probable desescalada, está siendo coser y cantar.
- He visto que las rutinas son muy importantes y las he valorado más que nunca. Y hablo no de tiempos ni horarios, que en eso he sido totalmente anárquico. Me refiero a que todos los días, a la hora que me levantara, seguía el mismo orden. Los saludos y primeras conversaciones con mi gente, el desayuno, el aseo personal y de casa, la bicicleta, mi trabajo en redes, escritos y trabajos al ordenador, hacer la comida y comer, primera sesión de series de TV, (que me han salvado el encierro, a mí que ni he visto “Juego de Tronos”, ni había entrado nunca en ellas), llamadas, chats y atención a quien te llama, un poco más de bici (no todos los días esta segunda vez), cena muy ligerita y a la segunda sesión de cine y/o series. Así, al final, y con salud, ya lo llevo cada vez mejor.
- He aprendido también a estar solo y a disfrutar. Nunca antes había vivido una situación de soledad impuesta así (claro que como casi todo el mundo). En 1981 me pilló el Tejerazo inmovilizado en la cama y por más de tres meses (hasta 5 meses de baja, estuve). Fue por una rotura del fémur en mi pierna mala (que la gente creía que por accidente con la moto, cuando en realidad fue por pisar una mondadura de manzana en el pasillo de la casa de mis padres, ji, ji), pero ni punto de comparación. Yo no podía salir, ni de la cama, pero estuve tan acompañado que hasta para las visitas tenía que darles cita. Ya después, entre relación y relación, claro que hemos tenido épocas de estar sólo, pero jamás con ésta sensación de soledad. Y se está pasando, y bien.
- He comprobado que el Amor y la Amistad es lo único que cuenta; Estar enamorado es lo que siempre me ha hecho más feliz (a quien no, ¿verdad?) y estar acompañado por la persona a la que quieres, lo que siempre me ha hecho crecer más y darme más y mejor, a los demás. Ahora, desde ésta impuesta soledad, pienso y valoro más, quienes son las personas con las que me gusta compartir vida, a quienes echo de menos, y de quienes puedo prescindir otros dos meses más, o dos años o toda la vida.
- He podido hacer muchas de las cosas que estaban pendiente. Imagino que como tod@s. Vaya novedad!. Ea, pero es mi experiencia je, je. Y eso es algo que también me ha sentado muy bien, porque uno, con más orden y menos trastos, se siente así mucho mejor.
- Y le he reencontrado un nuevo sentido a la vida, ratificándome en mi total disponibilidad para lo que tenga que venir. En serio, creo que estoy preparado tanto para irme al otro mundo y en paz (cuando me toque, no se asuste nadie), como para volverme a enamorar. ¿Por qué no?… Un poco desde mi Fe en Jesús de Nazaret, desde la influencia de algunas experiencias del Budismo y con ésa vieja máxima que tan sabiamente me repetían en Cuba de que “ lo que sucede, conviene”…, me han llevado a estas conclusiones.
- Por una parte, que todo lo mejor que hemos desarrollado colectivamente, en lo referente al respeto de medidas que nos benefician a tod@s, al interés por la gente que pueda estar pasándolo mal, a la solidaridad con quienes necesitan más ayuda, al agradecimiento a quienes están en primera línea trabajando por nosotros, etc, (hechos y actitudes que yo mismo he podido comprobar en propias carnes, pues hasta una vecina me sacaba la basura), que todo eso, pueda seguir siendo realidad fuera del estado de alarma. Sería algo así como poner en práctica aquello de hacer de los problemas, oportunidades.
- Por otra parte espero y deseo que el mayor cambio se produzca en nuestro modo de entendernos, relacionarnos y respetarnos (lejos de éste fundamentalismo guerracivilista en el que nos están metiendo y del odio racista, xenófobo, aporofóbico y hacia quienes no piensan como nosotros que han acrecentado algunas derechas). Sé que todo esto no puede ser más que un “pium desiderátum” pero quiero creer que, tras el Covid-19, puede llegar un cambio más profundo y radical, (no en el sentido despectivo de extremo, sino en el que va justo a las raíces más hondas de nuestro ser). Vamos, la utopía del renacer hacia una nueva sociedad más humana, más socialista y más autogestionaria. Dicho en cristiano, más Reino de Dios.
- Y por último, aspiro, al igual que mi buena amiga Enma Martínez Ocaña, y desearía caminar hacia ésa llamada –más o menos utópica-, de un nuevo modo de sentirnos y vivirnos los seres humanos. Según ella, los caminos hacia la liberación pasan, una vez más, por una serie de cambios que implicarían ésa nueva manera de ser persona, que al menos en mí (ella los quería para sí y yo desearía hacerlos míos también) y que aquí ya excedería enumerarlos. Otro día más. Paz y bien.