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Murió García Mauriño, uno de los pilares principales de CpS

Se nos fue otro de los grandes, y de los nuestros.

Mi amigo, hermano y camarada José Mª García Mauriño (Granada 1929-Horcajo de Santiago 2024), falleció ayer a la edad de noventa y cinco años, en el centro de mayores CONVIVIR (co-housing les llaman ahora). Una residencia que la JCCM tiene muy cerca de Tarancón.

Mañana día 18 de septiembre, allí en CONVIVIR, le harán una celebración a las 19:00h. También mañana, en Madrid, la Comunidad de Santo Tomás, hará lo propio y me dicen que los compañeros/as que quedan de Cristianos por el Socialismo, compartirán por zoom, un emotivo recuerdo de despedida.

Era una persona fundamental en Cristianos por el Socialismo (CpS) de cuyo movimiento fue cofundador junto a su amigo -y mío propio-, Jaume Botey fallecido en febrero de 2018. Descanse en Paz y ojalá que el testamento ideológico que nos dejó sea un faro en nuestras vidas.

En unas primeras palabras, yo señalaría casi los tres mismos aspectos que él dijo de su compañero Jaume, con quien co-dirigió CpS, como fundamentales de su personalidad:

1) Era un hombre creyente con una fe profunda y una confianza plena en la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret.

2) Tenía una fina sensibilidad y una cercanía humana para con todos sus amigos.

3) Era un intelectual comprometido con la causa de la justicia y de los derechos humanos, que desarrollaba una intensa actividad, manifestada en sus múltiples publicaciones de libros, artículos, charlas, conferencias, etc.

Pequeña Biografía*

Formado en Andalucía, es destinado a las distintas Escuelas Profesionales de la SAFA llegando finalmente a Huelva en el año 1965. Desde entonces y hasta 1971 impulsará -como consiliario de la Vanguardia Obrera– su compromiso sindical y político. Como consecuencia de sus actividades en la V.O. y como cura obrero (será peón de una fábrica de Abengoa durante tres años) tendrá roces con las autoridades eclesiásticas y será también perseguido por la policía. En 1971 abandona Huelva y la Vanguardia.

En 1973 contribuirá a la fundación de Cristianos por el Socialismo, movimiento del que sigue siendo secretario general, aunque abandona la Compañía en 1980». Su salida de los Jesuitas le supuso también padecer la lacra del desempleo de aquellos años. Ello le obliga a trasladarse a Madrid, donde encuentra un puesto de trabajo como Profesor de filosofía y ética. Durante ese tiempo escribió innumerables fascículos de Historia de la Filosofía y comentarios de textos para sus alumnos de COU y otros de Ética para los alumnos de la Facultad de Derecho, Económicas y Empresariales de la Universidad de San Pablo CEU. La opción por los pobres ha sido el eje de su vida.

Cristianos por el Socialismo.

Cristianos por el socialismo (CPS) surge en los años setenta en el Chile de Allende. Es el momento de mayor crudeza de la llamada «Guerra Fría», interpretada en términos ideológicos como el antagonismo entre el «comunismo ateo» y la «civilización occidental cristiana». El 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende logra una mayoría relativa, superando a Alessandri (candidato conservador, feroz anticomunista apoyado por la jerarquía de la iglesia católica y por ciertos sectores del Opus Dei), y se inicia así la construcción del socialismo por la vía democrática. En abril de 1971, un grupo de sacerdotes y cristianos que trabajaban en los sectores populares convocan las «Jornadas sobre la participación de los cristianos en la construcción del socialismo en Chile». En septiembre de ese mismo año nace el «secretariado sacerdotal Cristianos por el Socialismo» y en octubre el «secretariado educacional Cristianos por el Socialismo», abogando por la educación liberadora y la democratización de la escuela católica. La presentación internacional se realiza en el «Iº Encuentro Continental de Cristianos por el Socialismo», celebrado en Santiago de Chile en abril de 1972. De ahí se difunde por América Latina y Europa. En marzo de 1973, con el dictador Franco aún dando sus últimos zarpazos, se funda en España. Apenas seis meses después, el 11 de septiembre de 1973, el general Pinochet da un golpe de Estado alegando la defensa de la «civilización occidental cristina», ahogando en sangre el intento de socialismo y el movimiento cristiano que pretendía apoyarlo. ¿Nos puedes hablar de tu papel en la aparición de CPS en España y lo que os animaba en esos primeros años?

Fuí uno de los fundadores de CPS en España, junto con Josep Seguí, Salvador Pérez Chuecos, José María González Ruiz, Alfonso Carlos Comín, Juan García-Nieto y otros muchos. Gracias a la laboriosa convocatoria de Comín y García-Nieto, nos reunimos más de doscientas personas en el albergue juvenil de Calafell, cerca de Barcelona. Fueron unas circunstancias históricas -después del Concilio Vaticano II (1962-65) y la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín (1968) o los movimientos estudiantiles del 68- llenas de ilusión, renovadoras, con los ejemplos de América Latina, la revolución sandinista con los hermanos Cardenal, en el Salvador con Ellacuría y el obispo Oscar Romero. Y la imperturbable revolución cubana con Fidel Castro que visitó en 1971 a los de CPS chilenos.

Lo que buscábamos era el sentido profundo de la fe cristiana. Saber unir fe y compromiso político. Un compromiso con los de abajo, con las clases populares. Una práctica política y de fe que fuera transformadora de la realidad. Se trataba de un movimiento no de un nuevo partido. Tampoco pretendíamos crear una Iglesia paralela, popular. Nos sumamos, como un colectivo más, a las nacientes comunidades cristianas de base. Fuimos demonizados por la jerarquía de la iglesia católica que siempre nos acusaba de ser marxistas, ateos, revolucionarios. Y estuvimos en la clandestinidad durante el tiempo que duró la dictadura. Con la democracia muchos se alistaron en partidos políticos y dejaron CPS, otros siguieron firmes en sus compromisos pero el número decreció sensiblemente.

  

La Opción por los pobres.

“En los años 53-54, en plena formación jesuítica –decía el mismo en la breve biografía que le pidieron a sus 50 años-, me planteé qué es lo que quería hacer con mi vida. Y poco a poco fui perfilando lo que yo llamo mi “proyecto de vida”. Y lo empecé a diseñar a partir de lo que yo entiendo qué es la opción por los pobres» que la explico así:

1º) La Opción por los pobres (OP) es una opción ética, que busca ante todo la justicia. El mundo actual es un mundo injusto. Es una opción basada en el amor a los oprimidos que están injustamente oprimidos. Es una opción de clase. No se trata de un amor asistencial, proteccionista y paternalista, sino de un amor liberador, que es al mismo tiempo participativo, es decir, que reconoce a los pobres como sujetos capaces de decidir por sí mismos su propio destino. Participan en la vida como sujetos libres, no como dependientes. Se trata de la promoción de las personas y pueblos oprimidos como sujetos, no como objetos de compasión y de asistencia por parte de los poderosos.

2º) La OP es una opción crítica, no acepta este sistema capitalista que produce pobres y pobreza y miseria en la inmensa mayoría de la humanidad. Un sistema que constantemente genera sumisión, dependencia y esclavitud, a personas y pueblos enteros. Es, por tanto, una opción política anticapitalista y antiimperialista que se compromete a su liberación en el contexto histórico concreto del mundo y de España, en este siglo XXI.

3º) La OP hace una interpretación de la historia, de la realidad. Una interpretación que es subversiva. Es decir, hace una lectura de la historia, no a partir de la escala de valores tradicionales y vigente en la sociedad, como son los valores del dinero, del poder o del prestigio, sino desde abajo, desde los pobres y oprimidos, desde los valores de la libertad, la vida, la dignidad de todos los seres humanos. Significa un proceso de maduración personal y rebeldía contra la cultura dominante del sometimiento.

4º) Es una opción cristiana. ¿Qué añade lo cristiano a esta OP de tipo ético? Pues sencillamente que el fundamento de esta opción, además de la justicia, es la fe, es decir, la adhesión libre a la persona y al mensaje de Jesús de Nazaret. Y el mensaje de Jesús es subversivo, «Amaos… como yo os he amado». La nueva cultura no tiene como quicio sólo un mandamiento, una invitación, sino una persona. La opción definitiva de Jesús por los marginados y su compromiso por ellos como sujetos, supone un amor universal, y para ser verdaderamente universal no puede ser neutral. O es preferencial y discriminatorio o es ilusorio. Son los económicamente pobres, los samaritanos, leprosos, ciegos, los paralíticos, adúlteras, prostitutas, niños y niñas, etc. Son la mayoría de la humanidad. Jesús invierte la escala de valores. Su preferencia son los perdidos, los últimos, los que nadie quiere, los «don nadie». Se sitúa en una interpretación de la historia subversiva, no integradora en el sistema. Se puede decir que es un rebelde, un disidente. Es rebelarse contra una sumisión impuesta por el sistema político y religioso. Jesús es un educador popular, empeñado en concienciar a su pueblo y liberarlo de la servidumbre impuesta por la religión de los poderosos. Subvierte al pueblo, enseñando desde Galilea. Jesús es un inconformista y critica las culturas fundadas en el dominio del hombre por el hombre, no podía ser fiel al amor sin cuestionar la ideología y el sistema socio-religioso que justificaban la segregación. Conclusión: la OP cristiana es la opción por la inmensa mayoría de la humanidad sufriente. Es fundamentalmente una opción profana, laica, no religiosa. Siguiendo a Jesús tengo la convicción de que vale la pena jugarse la vida por esta causa. Hago mía esta sentencia de Jon Sobrino: «No hay opción por los pobres sin decisión a defenderlos. Y por lo tanto, sin una decisión a introducirse en el conflicto histórico. Esto no suele ser muy tenido en cuenta. Ni siquiera teóricamente. Pero, digámoslo una vez más: no hay opción por los pobres sin arriesgar».

Su bibliografía.

De sus más de 35 libros (que yo le conozca), y sin contar los innumerables artículos, de cuyo resumen se pueden ver algunos al final, destacaría tres momentos:

     

+ Uno, sus libros como profesor (“Historia de la Filosofía”, en 18 tomos, Comentarios a textos de filósofos como Sartre, Ortega y Gasset, Tomas de Aquino o Aristóteles, en 10 tomos, cuatro libros sobre Ética y Bioética, o su Pequeño diccionario de Filosofía)

+ Dos, sus libros más ideológicos, como “La Pobreza en España y sus causas”, el de “Educación para la ciudadanía”, “Otra Sociedad es posible” o el de “Estado laico, Iglesia Laica”, y

+Tres, sus más íntimos y autobiográficos en el además de las entrevistas que se mencionan al final, destacan “Una Fe subversiva: memorias de un creyente crítico” (En Nueva Utopía) y “Mi testamento espiritual” (Ediciones Fe Adulta) porque como el mismo decía: “Me considero un creyente crítico, y se puede decir que soy un heterodoxo, que vivo de mi pensión y no tengo ninguna propiedad. Hice una opción por los pobres y la llevo a cabo, como puedo».

Sus últimos años.

No en sus últimos, sino desde hace 50 años, su vida la hace en torno a las Comunidades Cristianas Populares (CCP) que es desde cuando yo le conozco. Muchos años de encuentros, de Jornadas, de Vacaciones comunitarias y de colaboraciones, como la del libro que escribimos Antonio Moreno de Sevilla y un servidor titulado “Relanzamiento de las CCP. Una alternativa para vivir la Fe”.

En 2015, y en otra gran entrevista de su amigo Santiago Álvarez, confiesa:

“Me siento muy a gusto conmigo mismo. Me considero un creyente crítico, y se puede decir que soy un heterodoxo, que vivo de mi pensión y que no tengo ninguna propiedad. Hice una opción por los pobres y la llevo a cabo lo mejor que puedo. Estoy divorciado y no me importan las excomuniones de la iglesia católica. A mis 86 años, en medio de mis carencias (veo mal, oigo peor) me siento feliz y contento con lo que tengo y con lo que no tengo. Como decía Unamuno, no quiero morirme, ni «quiero quererlo». Estoy reconciliado con el término «aceptación». Intento armonizar la «resistencia» con la «sumisión», como dice en su libro “Resistencia y  sumisión”, el teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer. Soy consciente de que en la vida es necesario reconocer ambas melodías: a las fechas actuales de la «resistencia», marcada por la creatividad intelectual, el vigor espiritual y la deficiente salud física, suele suceder la «sumisión», bien conocida y reconocida por el declive de todo lo anterior. Son días de eclipse, de paulatino deterioro, de pasividad, de lenta e inexorable llegada del final. Un final, la muerte, que acepto, pero que no deseo que venga. Me gusta la escueta definición cristiana de la muerte que nos legó Karl Rahner: «Platz machen», hacer sitio a otros”.

Ya en 2019, a sus noventa años, publica lo que él llamó su “Testamento espiritual”, ya comentado. Un librito de 34 páginas cuyas primeras páginas, así como el de alguno de sus últimos escritos, reproducimos al final. Edad, bondad y rebeldía, son esas tres palabras con las que resumía José María dicho “Testamento espiritual”

Descanse en Paz, por fin.

Para saber más.

(*) De la Entrevista a José Mª García-Mauriño, realizada por Santiago Álvarez Cantalapiedra y publicada por Justicia y Paz de Tenerife el viernes, 19 de agosto de 2016 https://justiciaypaz-tenerife.blogspot.com/2016/08/entrevista-jose-m-garcia-maurino.html?m=1

    

MI TESTAMENTO ESPIRITUAL EN TRES MENSAJES, por José María García-Mauriño

1.- Mensaje de la edad avanzada

Haber cumplido los 80 se puede decir que es una edad avanzada, pero haber cumplido los 90 es haber entrado en una edad superavanzada. Por primera vez en mi vida he cumplido 90 años. Es la primera vez que acumulo 90 años de juventud. A esta edad se piensan muchas cosas, por ejemplo, si desde que se nace, la autenticidad y profundidad de la persona radica en el ser, más que en el hacer… A cierta edad de la vida, la esencia de la persona está ya plenamente en el ser; pero el Ser está configurado por el hacer: somos lo que hacemos es una sentencia de Ortega y Gasset. Somos ahora, a la edad avanzada, lo que hemos ido haciendo a lo largo de nuestra existencia.

El hacer se va dejando para las nuevas generaciones, que lo necesitan y lo pueden hacer mejor. Saber dar paso a la juventud desde esta conciencia y disposición interior, es importante. Saber hacerse a un lado, y no pretender seguir con ciertas tareas, que se las dejamos a los jóvenes, es un acierto de la edad de la sabiduría. Esta disposición me lleva a vivir en libertad y armonía con mi ser más profundo; a habitar el fondo insondable de mi tierra, mi yo más íntimo. Y, es desde esta conciencia como vivo con gozo la propia edad, con todo lo que ella conlleva de riqueza, pobreza y limitaciones. A mi edad veo muy mal y oigo peor… Son mis limitaciones. Yo cambio de ritmo, pero no de camino; continúo por la senda de la opción por los pobres, que ha guiado mi vida entera.

En la avanzada edad las fuerzas físicas disminuyen, la energía y dinamismo no es el mismo de la juventud; todo se realiza a paso lento, con un ritmo más bien pausado, acompasado, armonioso, melodioso; se ter- minó el ritmo estridente, rápido y a veces discordante; para dar paso a otro, mucho más suave y armonioso.

En la avanzada edad se da una belleza que ni la persona misma ha llegado a descubrir, y mucho menos los que la rodean. Aprender a vivir la belleza de las distintas etapas de la vida es señal de madurez, de un buen equilibrio mental, humano y espiritual.

Las notas de la avanzada edad son más armoniosas, porque la vida ha ido modelando el ser más profundo de la persona, redondeando las esquinas y picos que hacían que la vida reprodujese muchas notas discordantes, rompiendo la armonía, el equilibrio y la belleza de la “pieza”.

Pues la vida es como una partitura de música en la que aprendemos a reproducir las notas a lo largo y ancho de nuestra existencia. La nota esencial de la vida será la muerte, asumida desde la libertad de la vida. El sentimiento de que soy una creatura limitada, finita, es el acto de mayor libertad, la nota más armoniosa y justa que podemos cantar… Aunque el “canto” sea de un hombre mayor que apenas puede ver y oye muy mal.

El tiempo no es oro, el tiempo es vida, el tiempo es historia. El Tiempo es algo más que el oro, algo que ni se compra ni se vende, se Vive. El tiempo no es dinero, el tiempo son vivencias, experiencia, sentimientos, ideas, lucha por la vida y movimiento. El movimiento que tanto asusta al poder. La vida que florece, la vida que se impone, la vida que estalla y grita y piensa y siente, asusta al poder que nos prefiere callados, quietos, como muertos.

El poder nos quiere asustados. El poder nos asusta para dominarnos. Frente al miedo retorcido que retuerce las palabras y nos retuerce el cuello, hay que oponer la valiente sencillez y claridad de ideas y la sencilla pero difícil tarea de la libertad de pensamiento. Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la democracia no valen nada.

Yo lo he recordado en múltiples ocasiones: el mandato latino de Horacio que Kant divulgó como lema de la Ilustración. “Sapere aude”. Atrévete a pensar. ¡Piensa por ti mismo! Y si te atreves a pensar, te atreverás a vivir. Solo el que se atreve a vivir, puede llegar a vivir con libertad. La vida es el arte de vivir; somos “artesanos de la vida”. Se trata de salir de la minoría de edad para pasar a la edad madura.

La libertad es un don de la avanzada edad. Un fruto que va madurando en el transcurso de la existencia y que se recoge con gozo y alegría al atardecer de la vida, como quien se encuentra con un gran tesoro. La libertad es el tesoro más extraordinario que la persona puede adquirir. La naturaleza nos ha proporcionado la libertad, esa libertad interior que siempre lleva a obrar el bien y a amar en plenitud, sin miedos. Y también a actuar con justicia y equidad, a ser lo que realmente soy sin caretas, sin armadura que me desfigure. La libertad va unida a la autenticidad, a la verdad.

También es la edad de la fe profunda, la que deja a un lado las “seguridades” intelectuales, para dar paso a la confianza plena en Jesús, fiarse de él, a pesar de la oscuridad y las dudas. Estamos en las manos de Dios. Esta es la edad del creyente, es decir, de mi fe en Jesús y en el mensaje subversivo de Jesús, del que me fío y confío más que en mis propios razonamientos.

Y en esta avanzada edad se posee un “patrimonio” unificador, el cual da seguridad, paz, confianza y gozo de la misión cumplida, del compromiso realizado. Con la edad madura todo se va unificando para vivir, en paz, la entrega, la libertad y el amor.

 

2.- Mensaje de Bondad

Lo importante es restaurar la BONDAD en el mundo. Hay mucha maldad en el mundo, hay mucha injusticia. Ser buenos es ser buenas personas y esto comporta una exigencia ética. “El principal talante ético es la bondad” –escribía A.Machado–. La bondad es una actitud vital ante la vida, una actitud alegre, una vida sencilla que hace cosas sencillas, ordinarias, cada día. Pero haciéndolas de forma extraordinaria se puede cambiar el mundo, decía Galeano. Significa no perder nunca el ánimo, no perder nunca la esperanza. Significa defender siempre los derechos humanos, preocuparse por humanizar la justicia, quitar el hambre en el mundo, defender siempre la libertad y los valores éticos fundamentales.

La bondad es incompatible con el capitalismo: porque es una opción de vida y nuestro actual sistema es un sistema de muerte. Quiero un mundo donde la bondad sea tan fuerte que sea capaz de acabar con las guerras y con el hambre en todo el planeta. Una bondad atravesada por la Justicia, y empapada en el compromiso por los Derechos Humanos, es una conducta solidaria y liberadora, y es propia de una buena persona.

Una bondad que toma parte y partido por los más débiles y excluidos de la sociedad es, sin duda, lo propio de una buena persona.

Una bondad llena de compasión por el sufrimiento humano, desobediente con las leyes injustas, es propia de una buena persona.

Una bondad que es incapaz de hacer daño a nadie es propia de una buena persona.

Una bondad que sabe perdonar siempre cualquier ofensa, es propia de una buena persona.

Una bondad que se acepta como la mejor persona, amiga y compañera de sí misma en esta vida, configura una personalidad muy madura.

En definitiva, una bondad que supera la mediocridad de la mayoría.

La bondad es compasión en el sentido profundo del término, y está transida de indignación ética, ya que la conmoción interna experimentada (esa es la indignación ética) se traduce en una exigencia ineludible contra la injusticia y sus causas.

La indignación ética percibe como intolerable el sufrimiento humano y reacciona frente a él, no se queda de brazos cruzados. Esta compasión, este padecer-con, siempre apuesta por el cambio transformador. Decimos esto porque el término “bueno” puede dar lugar a equívocos. Ser bueno de verdad tiene un carácter rebelde y desobediente frente al orden establecido.

La bondad no se predica, ni se enseña, ni se impone. La bondad se contagia. El que es bondadoso/a, crea un clima de bondad. Y eso cambia la vida; La de uno; Y la de los demás. Ser siempre bondadoso, reconocer los propios límites y las propias contradicciones. Sólo así podremos hacer que, pase o no pase la crisis, viviremos mejor. Y nos sentiremos mejor.

Ya sé que esto no es la panacea universal. Sería ingenuo pensar que sólo con el “buenismo” se arregla el mundo. No. Entre otras razones porque la bondad lleva consigo no quedarse callados y pasivos cuando uno ve sufrir, y sufrir tanto, a los más débiles. El que se calla, en tales condiciones, no se distingue por su bondad, sino por su cobardía, por su miedo, por intereses inconfesables. Eso no es bondad. Eso da vergüenza verlo, sufrirlo y hasta pensarlo. Porque, es un hecho, la bondad es lo que más nos asusta y hasta nos desconcierta.

No tiene nada que ver con ese dicho que “todo el mundo es bueno” (tó er mundo é güeno) o con ser un “bonachón”. Juan XXIII era el Papa “bueno” pero armó un escándalo con el concilio Vaticano II. No se trata sólo de ser mejores, de ser más buenos; lo que se pretende es organizar la convivencia para que todos y todas seamos capaces de ser felices. No es nada fácil tratar de ser buenas personas en una sociedad que se rige por códigos capitalistas.

A Jesús no lo mataron por ser “bueno”: lo mataron porque estorbaba, denunciaba a los que mantenían las injusticias y entró en un duro conflicto con los dirigentes políticos y religiosos. Sólo podremos hablar de bondad, si asumimos la tarea ética de luchar contra este (des)orden establecido por quienes se empeñan en mantener un mundo en el que sólo unos pocos viven muy bien, mientras una inmensa mayoría malvive o muere lentamente.

 

3.- Mensaje de rebeldía

Este es mi mensaje: Jesús dijo no podéis servir a Dios y al dinero. Yo he optado por servir al Dios de la vida y de la libertad y rechazar al dios del dinero, al dios del capital, que es el reino de la muerte y de la esclavitud.

Quiero mantener siempre vivo el espíritu de rebeldía frente a este sistema de muerte, que es lo mismo que luchar y gritar el derecho de los pobres para vivir con dignidad. Es decir, exigir el derecho de los empobrecidos a tener propiedad privada de unos bienes necesarios que les permitan tener lo indispensable para una vida humana, como pueden ser: el trabajo, la vivienda, la alimentación, sanidad (médicos y medicinas), cultura (que todo el mundo sepa leer y escribir, ocio, tiempo libre).

Cuanto mayor voy siendo, me siento más rebelde, porque sin duda veo la injusticia con mayor claridad. Soy un antisistema, (y no lo digo gritando y con el puño levantado, sino sencillamente pero con voz firme e inalterable). Soy un insubordinado de este mundo insostenible. Insisto en la necesidad de disentir, de desobedecer, de oponernos con justicia a este capitalismo depredador, este modelo injusto. No nos podemos rendir. Creo que tenemos el deber de vivir. Tenemos el deber de pensar libremente.

Tenemos también el derecho, el derecho que nos niegan quienes deberían garantizar ese derecho. Pero no se puede negar la vida, La vida vence. La vida empuja. La vida crea. Otro mundo no solo es posible, es seguro.

Cuesta aprender a vivir, es decir, amar la vida sobre todas las cosas, la vida digna, la vida humana y humanizada, una vida que reúna la humanidad, el bienestar y la justicia suficientes para ser merecedora de tal nombre. Se trata de la apasionante tarea que es vivir, aprender a vivir, que la vida puede sobre el silencio, la palabra sobre el ruido, el pensamiento sobre la sinrazón, la humanidad sobre el capital.

Esta es la edad de la fortaleza, de la serena rebeldía, de la audaz sensatez, de saber decir que NO a este sistema depredador y decir que SÍ a la solidaridad con los excluidos de este mundo.

José María García Mauriño. Madrid, 9 de agosto de 2019

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