Hoy de facto, en España ya se vive un proceso destituyente en ciernes. La credibilidad de la democracia representativa está haciendo aguas desde que el bipartidismo actual se ríe de la ciudadanía tras los últimos años del pseudo socialismo español y se descojona (perdón por la expresión) desde que Rajoy pensó aquello de “gané con un programa electoral que no voy a cumplir, pero tengo la mayoría absoluta”.
Ya falta menos, sí, para iniciar un nuevo proceso constituyente donde la ciudadanía recupere el poder que constitucionalmente le corresponde.
Menos futuro aún tiene ya la Corona española y el tan anclado Juancarlismo pierde más enteros que las acciones de Bankia en la bolsa de Madrid.
Ya falta menos para que se consulte al pueblo que sistema de gobierno prefiere, y también falta un año menos para la recuperación de la República española que, lejos de la malévola asociación con el pasado de una guerra civil sangrienta, sigue siendo la mejor forma de gobierno que un pueblo soberano puede tener para recuperar los ansiados valores de justicia, libertad, igualdad y fraternidad.
Con este nuevo día que nace, renace la nueva buena por la que no puedo por menos de proponer un brindis por este 82º aniversario de la proclamación de la II República Española, con su inestimable herencia de valores como los citados.
Cuando hoy evocamos el recuerdo de ese 14 de abril de 1931, no estamos renovando un rito nostálgico, ni tan siquiera perpetuando un mero acto de recuperación de la memoria histórica, sino que estamos revalidando un triple compromiso al que muchas personas no queremos renunciar:
La reivindicación de un pasado memorable, la reafirmación del compromiso con el presente, y toda una propuesta responsable de futuro.
1º) Estamos reivindicando un pasado fortísimo e intenso; un momento en el que pasó por nuestro país el viento irresistible de la voluntad del pueblo y de lo que se ha denominado acertadamente la luz de la razón, de la cultura, del orgullo de compartir y construir un Bien Común de progreso y de justicia: el viento y la luz de la 2ª República.
Estamos reivindicando la herencia de tantas y tantas personas, llenas de excelencia y virtud pública que, como nunca en tanta cantidad y calidad, se han dado en la historia de nuestro país; tantos y tantas que, en tanta cantidad y calidad, dieron su vida, su libertad y su seguridad, y que pagaron con la persecución, el exilio, la prisión y la muerte, su dedicación a la consecución de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Somos los herederos de todos aquellos riachuelos que confluyeron en el mar de la República, abriéndose las grandes alamedas de una vida digna para todos/as, aquel 14 de abril.
2º) También estamos afirmado un presente. Porque la gente republicana estamos aseverando, como su nombre indica: la república, la “res-pública”, el patrimonio y tesoro que tenemos las personas que vivimos juntas: “lo público”, lo que nos es común. Estamos provistos y enriquecidos con el mejor de los tesoros: nuestro amor, propósito y compromiso por lo que es de todos y todas.
3º) Y, a la vez, estamos proponiendo un futuro: El futuro de una sociedad que no solo se guía por la satisfacción de intereses que hayan de cumplirse según la fuerza de la oferta y la demanda de los más poderosos y solventes en un mercadillo político, sino un futuro de un sistema democrático cuyo funcionamiento dependa de la responsabilidad de la ciudadanía y no únicamente de la dejación de nuestro autogobierno. Un sistema fundado en la participación y en la deliberación, en un verdadero ejercicio de la ciudadanía. Un sistema democrático que garantice unas condiciones materiales de igualdad, que no permita ninguna dominación ni explotación de unos sobre otros en ningún ámbito, ni en la economía, ni en la política, ni en la sociedad, ni en la casa, ni en el trabajo, ni en las conciencias.
Estamos proponiendo una ruptura de gran alcance que tiene una carga revolucionaria por cuanto restituye al pueblo, la participación, la decisión y el autogobierno compartido que engrandece moralmente a las personas y que cada día necesitamos mucho mas. Estamos proponiendo el ennoblecimiento de la verdadera actividad política, no la del funcionamiento de unas complejas y burocráticas estructuras confiadas a unos pocos, sino el compromiso y la actuación de todos/as para organizar nuestra libertad y construir nuestra felicidad. Y esta propuesta implica inmediatamente remover las condiciones de subordinación, de pobreza, de dependencia o de carencia pues, bajo estos sometimientos, toda igualdad y toda libertad es ilusoria porque se reproduce siempre el dominio de los más fuertes o de los más ricos; un símbolo bien expresivo de ello es también una corona.
Con aquel patrimonio del pasado, con este potencial del presente y con esa perspectiva de futuro, llamamos a todas y a todos, a unirnos fraternalmente al más hermoso nombre que se le puede dar a la fuerza de un pueblo: La República.
Por la Libertad, por la Igualdad y por la Fraternidad.
Por nuestra felicidad, de todos y todas.
¡Viva la República!
Los poderosos dan por amortizado el bipartidismo PSOE-PP –que el departamento de Estado ya previó en un documento de 1945, según recordó Anguita–, y no confían en la monarquía, y no sólo por sus "trapisondas", sino porque ya no sirve. Para el pensador comunista, Juan Carlos fue el triunfador del golpe del 23-F, porque a partir del 24-F los políticos "vestidos de primera comunión" fueron a rendirle pleitesía por una supuesta intervención salvadora de la democracia que, según Anguita, pese a lo difundido por los medios de comunicación, no se produjo.
El autor recordó que a principios de los noventa, medios monárquicos como el diario "ABC" ya promovieron una campaña para sustituir al rey, tras conocerse sus relaciones con imputados en causas de corrupción económica de entonces como Javier de la Rosa, Mario Conde o Manuel Prado y Colón de Carvajal.
"Había un problema y se quiso salvar la monarquía amputando el miembro enfermo, según la teoría de Santo Tomás de Aquino", expuso Anguita. Ahora con el mismo fin se plantea la abdicación del rey, pero no desde la izquierda, sino desde los mismos medios monárquicos.
Por ello se piensa en Felipe VI, que "ojalá no reine", pero que sí lo hace, tendrá que "tragarse los inmensos chanchullos de al cleptocracia que nos gobierna, que piensa seguir robando al pueblo". Por tanto, tampoco es una solución a medio plazo, y el poder de nuevo ya prepara dar a los españoles la "anhelada" república, que, como en el caso del bienio negro 1934-36, sería conservadora, de extrema derecha y sangrienta.
Para superar la estafa del poder, Anguita ha escrito el libro donde recoge el porqué de su defensa de la III República, y el 'qué', es decir, el contenido que debe tener, que en su opinión debe basarse en la defensa de los derechos humanos y de la tierra. Instauraría una "democracia radical", con un nuevo sistema electoral, mayor participación ciudadana y regulada por ley, y los medios adecuados para hacer el seguimiento de las promesas electorales.
Y dotaría a los españoles de una seguridad civil, no militar, es decir, de puestos de trabajo, vivienda y justicia social.
En su opinión, hay que aprender de los errrores del pasado, como cuando el general Prim dijo en las Cortes que los borbones jamás volverían reinar a España y a los pocos años entraba en Madrid Alfonso XII, o la referencia de la Constitución de 1931 a que Alfonso XIII y su estirpe estaba fuera de la le, y actualmente reina en España su nieto Juan Carlos de Borbón.
JULIO ANGUITA: CONVERSACIONES SOBRE LA III REPÚBLICA en el Ateneo de Madrid este 14 de abril de 2013:
abxr.blogspot.com.es/2013/04/julio-anguita-conversaciones-sobre-la.html