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Barreda y sus 500 Lothus

El viernes pasado, invitado por la consejera de educación de CLM, asistí en Toledo a lo que según la convocatoria era un “merecido acto de homenaje a los/as docentes que nos jubilamos este curso”. Yo tenía mis dudas, pero por aquello de no ser descortés, decidí asistir.

Ante todo he de aplaudir que los gobernantes de turno –en nombre de la sociedad que les puso ahí- quieran reconocer la función social realizada por quienes nos hemos dedicado a la enseñanza, máxime cuando tantos años hemos estado luchando por ese “reconocimiento social del rol docente”; es todo un detalle que no criticaré en lo que tiene de noble. Pero dicho esto, también quiero señalar que las cosas podrían hacerse de otra manera, y me explico.

Se convoca en Toledo –al parecer como todos los años- a más de 500 “jubilados especiales” y a sus acompañantes –que eso si, recomiendan se autolimiten-, a los que se les ponen autobuses gratis en todas las capitales de provincia. Se monta un acto -no sé si llamarlo pre-electoral o como mínimo mitinero para autobombo del dulce mandato del PSOE, o para mayor ornamento narcisista de su presidente que “quiere estar en este momento tan emotivo”. Se les invita a cenar –la carta decía que a un refresco- en unos lujosos salones de la cadena hotelera amiga (Hoteles Beatriz), y para colofón, regalan un Lothus a cada homenajeado/a –grabado por supuesto con la propaganda institucional-, que fácilmente rondará los 100€ (aunque este año como está descatalogado pueden haberlo conseguido por 75).

Y uno, aún pensando que este año las cosas serían más austeras, por aquello de la crisis, la bajada de salarios y la congelación de las pensiones, quizá no debía haber participado; reconozco que me equivoqué (acto largo, pesado y nada austero). Pues aunque yo fui en mi coche y no llevé acompañante alguno, reconozco que mejor lo hicieron los 160 jubilados/as que no asistieron. Porque estas prácticas, que tan masivamente pusiera de moda José Bono, si siguen existiendo es porque se secundan.

Pero digo yo:
• ¿No se podría haber hecho el acto en un centro educativo o cultural en lugar de en unos salones privados que cuestan un pastón?,
• ¿No podría participar la comunidad educativa para que el reconocimiento fuera mas social y tuviera un carácter menos político?,
• ¿No se podrían reducir menos plantillas, recortar menos gastos de laboratorios, volver a dotar los apoyos amortizados o evitar los desdobles, siendo mas austeros en el gasto?,
• ¿No se podrían ahorrar los relojitos y en su lugar dejar los salarios como se han consolidado?
• ¿Por qué se elige estas “jubilaciones especiales” y no se reconoce a las secretarias, los albañiles, fontaneros o administrativas que llevan toda una vida trabajando?

En tiempos de crisis como los que vivimos, donde a unos gobernantes que se autoproclaman socialistas, no les ha temblado el pulso para impulsar decretazos, tijeretazos y una infumable reforma laboral, no es muy de recibo que se derroche el dinero público (aunque esto costara, pongamos que 100.000€) y luego se meta la mano al bolsillo de los trabajadores/as, se congele el sueldo a los jubilados/as o se recorten partidas a los dependientes. Ya no estamos para eso.

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