- Declaración de Kairós Palestina sobre la guerra en Gaza. 11 de octubre de 2023
Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron. (Jeremías 14:18)
La guerra en Gaza de nuevo, pero esta vez comenzó desde Gaza. Ha causado gran sufrimiento y destrucción en Israel. Muchos la consideran una guerra injusta contra Israel. Pero la pregunta que todo ser humano, y todo buscador de paz y justicia, debe hacerse es:
¿Por qué empezó esta guerra?
Todos decimos NO a la guerra. Todos decimos Sí a la paz y a trabajar por una solución justa y definitiva al conflicto existente y a la injusticia que se ha impuesto al pueblo palestino durante más de 70 años. Israel no considera que el pueblo palestino tenga derecho a existir, y la comunidad internacional es demasiado débil para poner en práctica sus decisiones de encontrar una solución justa y definitiva.
Todos lloramos y consolamos a todas las víctimas de ambos lados del conflicto. Un ser humano es un ser humano, tanto israelí como palestino, y todo ser humano es querido a los ojos de Dios, y a los ojos de su familia, parientes y seres queridos.
No a la guerra, sí a una paz justa y definitiva.
¿Cuál es la razón de esta guerra repentina iniciada desde Gaza? La causa inmediata de la guerra fue la formación del gobierno israelí de extrema derecha que permitió y alentó los ataques contra la mezquita de Al-Aqsa, y desafió los sentimientos religiosos de musulmanes y cristianos, a pesar de los sucesivos ultimátum y advertencias que llegaron de Gaza, de líderes palestinos y de otros líderes religiosos y políticos mundiales.
Este mismo gobierno también ha permitido la expansión de colonos por toda la Palestina ocupada, de norte a sur, causando estragos en la tierra, atacando a palestinos, matándolos y confiscando sus tierras, bajo la vigilancia y protección del ejército de ocupación israelí.
En cuanto a las causas profundas que impulsan la guerra, son el estado permanente de terror en el que vivimos diariamente los palestinos por el dominio y la tiranía del ejército de ocupación israelí, y la insistencia absoluta de los sucesivos gobiernos israelíes, especialmente de este gobierno, en que no existe un Estado palestino, y en que el pueblo palestino no tiene derecho a la autodeterminación. Y todas las consecuencias que de ello se derivan.
Esto se suma al asfixiante bloqueo de Gaza (dos millones de personas en una superficie que no supera los 360 km2). Desde 2007 hasta hoy, la población de Gaza vive en una gran prisión a cielo abierto que carece de todas las condiciones humanas para vivir.
Esta guerra es una reacción y una respuesta a todo eso. Esta guerra es una exigencia de reconocimiento israelí e internacional de la existencia del pueblo palestino y de sus derechos como todos los demás pueblos. Es una exigencia de justicia y libertad. Es una exigencia de independencia en un Estado reconocido con Jerusalén árabe como capital.
Esta guerra es una palabra a los gobernantes de Israel de que las armas no protegen ni proporcionan seguridad. Las armas sólo causan la muerte. No dan vida a nadie. No queremos la muerte, sino la vida. Queremos libertad, justicia e independencia. Decimos ahora lo que dijimos en nuestro Documento Kairos de 2009, Momento de la Verdad: «Nuestro futuro y el futuro [de Israel] son uno. O el ciclo de violencia que nos destruye a ambos o la paz que beneficiará a ambos». También reiteramos lo que ha dicho el Presidente de Colombia en respuesta a la guerra actual: «La única manera de que los niños israelíes duerman en paz es que los niños palestinos duerman en paz».
Todos lloramos por todos los que murieron, resultaron heridos o fueron capturados.
Llevamos más de setenta años llorando. En todas partes del mundo hay refugiados que piden volver. En tus cárceles, Israel, hay miles de presos políticos que piden su libertad. Hay palestinos que han sido desplazados a la fuerza, hogares que has destruido, casas que asaltaste día y noche y en las que infundiste terror.
Esta guerra viene a decir que es hora de que todo el mundo despierte y conozca la verdad sobre lo que está ocurriendo en Palestina e Israel, que Israel se ha asentado en una tierra que pertenece al pueblo de Palestina y ha privado al pueblo de Palestina de su libertad. Hay que corregir esta situación. Corregirla no es difícil. El derecho internacional y las normas internacionales son aceptables para los palestinos. Pongámonos de acuerdo.
Esta guerra vino a decir que las armas no protegen, y los fuertes que subestiman a los débiles no se protegerán ni encontrarán seguridad. Los corazones seguros son fortalezas seguras. Los corazones palestinos, si se les devuelve su plena libertad, dignidad y Estado, son su única protección.
Si sus corazones son puros, sus servicios ya no dirán: «Muerte a los árabes«, y el lema de algunos de sus representantes en la Knesset ya no será: «No a la paz con los árabes, y muerte a los árabes».
Es hora que los gobernantes y amigos de Israel comprendan que la paz del país, y la paz de Israel, es la paz del pueblo palestino. Basta ya de apoyar la flagrante injusticia que se está cometiendo con nosotros.
No piensen que su guerra global y destructiva contra Gaza es la solución. No piensen que su limpieza étnica de los palestinos de Gaza es la solución. Somos gente como ustedes.
Amamos la vida como ustedes. Queremos todos nuestros derechos como ustedes. Estamos en esta tierra sólo por la gracia de Dios, no por la gracia de ningún ser humano. Y permaneceremos en ella. Vengan a un entendimiento. Vengan al camino de su correcta y permanente seguridad, y nuestra correcta y permanente seguridad. Todos vivimos en una tierra sagrada, nuestra y de ustedes. Caminemos por los caminos de Dios, abandonemos juntos toda violencia, recurramos a la buena palabra, comencemos un nuevo futuro y construyamos una nueva tierra.
Oh Dios, enséñanos tus caminos para que podamos caminar por ellos. Juntos podemos construir la paz que será la paz de la región y del mundo.
Apártate del mal, y haz el bien; / Busca la paz, y síguela. / Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, / Y atentos sus oídos al clamor de ellos. / (Salmo 34:14-15).
2. Declaración de Sabeel, el Centro de Teología de la Liberación Palestina. Jerusalén Este, Palestina – Octubre de 2023
La terrible violencia entre las fuerzas israelíes y los grupos armados de la resistencia palestina continúa, con el resultado de miles de personas muertas y heridas en ambos lados, incluyendo decenas de hombres, mujeres, niñas y niños civiles. Esta devastadora escalada se produce tras un ataque sorpresa de Hamás contra Israel, y el gobierno israelí amenaza con violencia y destrucción a largo plazo.
En Sabeel imaginamos un futuro en el que cada vida tenga un valor intrínseco y cada persona disfrute de libertad y seguridad, independientemente de su origen o identidad. Sabeel condena y lamenta la trágica pérdida de todas las vidas y el sufrimiento humano. Rechazamos categóricamente toda forma de violencia. Y reconocemos que el único camino que nos queda es la no violencia.
Han pasado 75 años desde la Nakba; 57 años de brutal ocupación militar en Cisjordania y Jerusalén Este, y 16 años desde que comenzó el asfixiante bloqueo militar de Gaza. Ante este proceso histórico aparentemente interminable de despojo y muerte, los grupos armados de la resistencia palestina iniciaron un ataque sin precedentes, que incluyó la trágica masacre de civiles israelíes. En respuesta, el gobierno israelí ha iniciado ataques aéreos, campañas de bombardeos indiscriminados y acciones de respuesta que califican como crímenes de guerra –acompañados de una retórica genocida– contra la población civil de Gaza. Los acontecimientos recientes han resultado en la trágica muerte y lesiones de numerosas personas israelíes y palestinas, así como en el secuestro de civiles.
Mientras vivenciamos y seguimos atentamente el desarrollo de los acontecimientos, es fundamental recordar:
El pueblo palestino lleva más de 75 años bajo ataque, sufriendo el despojo y la deshumanización del régimen sionista.
La continuación de las políticas israelíes de desplazamiento, apartheid y ocupación se ha visto facilitada por el respaldo de varias potencias mundiales dominantes, especialmente Estados Unidos, que continúa profundamente implicado en este conflicto.
En el último año, un giro hacia la extrema derecha en el gobierno israelí ha traído una intensificación despiadada de la ocupación militar. El pueblo palestino se enfrenta a expulsiones violentas, demoliciones de viviendas, asesinatos en masa, asedios e indignidades cotidianas.
Se producen incidentes recurrentes, a menudo violentos, en los que extremistas judíos y fuerzas israelíes atentan contra el derecho a la libertad de culto, atacando la mezquita musulmana de Al Aqsa en Jerusalén, con la intención de reivindicar el lugar e intimidando a los fieles pacíficos.
Las autoridades israelíes han impuesto restricciones excepcionales a la población cristiana y las iglesias palestinas, sobre todo durante sus festividades religiosas. Persisten los ataques de grupos judíos radicales contra comunidades y propiedades cristianas palestinas, sin que las autoridades israelíes tomen apenas medidas en respuesta.
A lo largo de los años, la población de Gaza se ha sentido asfixiada por un estricto bloqueo israelí por aire, mar y tierra, que de hecho mantiene prisioneras a más de dos millones de personas y las ha privado de derechos humanos fundamentales. En los últimos días, Israel ha prohibido la entrada en Gaza de alimentos, combustible, electricidad, medicinas o agua.
Las fuerzas de ocupación israelíes agreden, esposan, vendan los ojos y sacan a rastras de sus casas de madrugada a los detenidos palestinos (incluyendo niños), y a menudo permanecen detenidos sin cargos formales ni juicio en prisiones militares durante meses o años. Las protestas pacíficas contra estas políticas, incluso en forma de huelgas de hambre, tienen duras consecuencias.
Muchas viviendas palestinas de diversos pueblos y ciudades son incendiadas por colonos israelíes o demolidas por operaciones militares.
Comunidades palestinas enteras se han visto obligadas a abandonar sus hogares y tierras ancestrales, a veces para facilitar ejercicios militares israelíes.
Durante 75 años, las políticas israelíes se han basado en el desplazamiento, la ocupación militar y el mantenimiento de un régimen de apartheid.
El sufrimiento de estos años está ligado en gran medida al papel de la comunidad internacional en este caos, muy especialmente de Estados Unidos, junto con potencias mundiales como el Reino Unido, Canadá, Australia y otros. Al apoyar sistemáticamente a Israel, Estados Unidos y otras potencias fomentan indirectamente la violencia actual. La ayuda militar incontrolada, el blindaje diplomático y el enorme apoyo financiero de Estados Unidos contribuyen a reforzar las políticas actuales de Israel. El respaldo inquebrantable al ejército israelí no hace sino perpetuar el ciclo de violencia.
A la luz de estos desafíos, nosotras y nosotros, abajo firmantes, declaramos nuestro compromiso con la no violencia, motivado por las siguientes convicciones:
El poder del ejército israelí y de sus aliados no tiene parangón; la violencia no traerá la victoria.
La no violencia es una fuerza potente. Permite la participación colectiva de palestinos, israelíes y la comunidad internacional. El camino de la no violencia es el de más impacto potencial.
Nuestra lucha definitiva no es contra los individuos, sino contra el mal. La violencia daña a los individuos, pero nuestro verdadero adversario es el mal inherente a la ocupación y a las ideologías racistas; y ese mal puede ser vencido con el bien, porque Dios es la encarnación de la bondad.
Defendemos la no violencia porque resuena con los principios divinos establecidos por el Creador. Al igual que la lluvia es imparcial y baña tanto a los oprimidos como a los opresores, nosotros defendemos los caminos de Dios.
A quienes creen en la violencia y la ejercen, queremos decirles:
1. Rechacen la violencia; no es la solución. No se dejen gobernar por la ira o la venganza.
2. A quienes aún empuñan las armas, les rogamos que se adhieran a los principios de las Convenciones de Ginebra y a las leyes de los conflictos armados. Defender la inviolabilidad de la vida de la población civil es un principio compartido por todas las religiones y la moral humana. Que todos los combatientes se abstengan de la destrucción gratuita de vidas humanas y se adhieran, como mínimo, a los principios de distinción, proporcionalidad, necesidad militar, trato justo de los prisioneros y medios «no malum en se» (intrínsecamente malos).
3. Reconocemos a quienes han optado por observar el derecho internacional humanitario incluso, en medio de tanta devastación.
Invitamos a nuestros amigos, amigas y colegas, y a todas las personas comprometidas con la justicia, la paz y la reconciliación a que apoyen nuestra misión no violenta. Las prolongadas políticas de desplazamiento, ocupación militar y apartheid del gobierno israelí deben ser desmanteladas, pero no a costa de nuestros valores y humanidad. La eliminación del otro no es una opción viable. Apóyennos en nuestros esfuerzos no violentos.
La comunidad internacional debe comprender que una paz duradera y el cese de la violencia están entrelazadas con la búsqueda de una auténtica justicia basada en el derecho internacional. Los palestinos piden una resolución justa a la injusticia de la Nakba, el fin de la ocupación militar y del sistema de apartheid. La tenacidad y el espíritu del pueblo palestino se mantienen inquebrantables, expresados en el sumud (“perseverancia firme”). La mayoría no violenta de la población palestina, junto con nuestros amigos y amigas israelíes e internacionales, debemos seguir utilizando la creatividad y el coraje como las principales herramientas, y es imperativo que todos y todas quienes buscamos la liberación, la justicia y la paz en Palestina e Israel nos apoyemos mutuamente.
Invitación a suscribir esta Declaración llenando el formulario aquí.
3. Una llamada al arrepentimiento: Carta abierta de las y los cristianos palestinos a los líderes de las iglesias y teólogos/as de Occidente.
“Aprendan a hacer el bien; busquen la justicia; defiendan a los oprimidos” (Is 1,17).
Las instituciones cristianas palestinas y los movimientos de base abajo firmantes, lloramos y lamentamos el renovado ciclo de violencia en nuestra tierra. Cuando estábamos a punto de publicar esta carta abierta, algunos de nosotros/as perdimos a queridas personas amigas y familiares en el atroz bombardeo israelí contra personas civiles inocentes el 19 de octubre de 2023 –incluyendo cristianas– que se refugiaban en la histórica Iglesia Ortodoxa de San Porfirio de Gaza. Las palabras no alcanzan a expresar nuestra conmoción y horror ante la guerra en curso en nuestra tierra. Lamentamos profundamente la muerte y el sufrimiento de todas las personas, porque tenemos la firme convicción de que todos los seres humanos están hechos a imagen de Dios. También nos preocupa profundamente que se invoque el nombre de Dios para promover la violencia y las ideologías religiosas nacionales.
Además, vemos con horror cómo muchos cristianos occidentales ofrecen un apoyo inquebrantable a la guerra de Israel contra el pueblo de Palestina. Aunque reconocemos las numerosas voces que han hablado y siguen hablando en favor de la causa de la verdad y la justicia en nuestra tierra, escribimos para desafiar a los teólogos y líderes eclesiásticos occidentales que han expresado un apoyo acrítico a Israel, y para pedirles que se arrepientan y cambien.
Lamentablemente, las acciones y el doble rasero de algunos líderes cristianos han dañado seriamente su testimonio cristiano y han distorsionado gravemente su juicio moral con respecto a la situación en nuestra tierra.
Nos unimos a las y los cristianos en la condena de todos los ataques contra civiles, especialmente contra familias, niñas y niños indefensos. Sin embargo, nos perturba el silencio de muchos líderes y teólogos eclesiásticos cuando las personas civiles asesinadas son palestinas. También nos horroriza la negativa de algunos cristianos occidentales a condenar la actual ocupación israelí de Palestina y, en algunos casos, su justificación y apoyo a esa ocupación. Más aún, nos consterna el modo en que algunas personas cristianas han legitimado los continuos ataques indiscriminados de Israel contra Gaza, que, hasta la fecha, se han cobrado más de 3.700 vidas palestinas [más de 5000 a la fecha], la mayoría de las cuales son mujeres y niños. Estos ataques han provocado la destrucción masiva de barrios enteros y el desplazamiento forzoso de más de un millón de personas. El ejército israelí ha utilizado tácticas dirigidas contra civiles, como el uso de fósforo blanco, el corte de agua, combustible y electricidad, y el bombardeo de escuelas, hospitales y lugares de culto, incluida la atroz masacre del Hospital Anglicano- Baptista de Al-Ahli y el bombardeo de la iglesia ortodoxa griega de San Porfirio, que acabó con familias cristianas palestinas enteras.
Asimismo, rechazamos categóricamente las miopes y distorsionadas respuestas cristianas que ignoran el contexto más amplio y las causas profundas de esta guerra: la opresión sistémica del pueblo palestino por parte de Israel durante 75 años desde la Nakba, la continuada limpieza étnica de Palestina y la ocupación militar opresiva y racista que constituye el crimen de apartheid. Este es precisamente el horrible contexto de opresión que muchos teólogos y líderes cristianos occidentales han ignorado persistentemente y, lo que es peor, han legitimado ocasionalmente, utilizando una amplia gama de teologías e interpretaciones sionistas. Además, el cruel bloqueo de Gaza por parte de Israel durante los últimos 17 años ha convertido la Franja de 365 kilómetros cuadrados en una prisión a cielo abierto para más de dos millones de gazatíes –el 70% de los cuales pertenecen a familias desplazadas durante la Nakba– a quienes se les niegan sus derechos humanos básicos. Lamentablemente, las brutales y desesperadas condiciones de vida en Gaza bajo el puño de hierro de Israel han impulsado a las voces extremistas de algunos grupos palestinos a recurrir a la violencia como respuesta a la opresión y la desesperación. Lamentablemente, la resistencia no violenta palestina, con la que seguimos comprometidos de todo corazón, se topa con el rechazo, y algunos líderes cristianos occidentales prohíben incluso hablar del apartheid israelí, como denuncian Human Rights Watch, Amnistía Internacional y B’Tselem, y como afirman desde hace tiempo tanto palestinos como sudafricanos.
Una y otra vez comprobamos que las actitudes occidentales hacia Palestina-Israel adolecen de un evidente doble rasero que humaniza a la población judía israelí mientras insiste en deshumanizar a la población palestina y blanquear su sufrimiento. Esto es evidente en la actitud general hacia el reciente ataque israelí contra la Franja de Gaza que ha matado a miles de palestinos, la apatía hacia el asesinato de la periodista cristiana palestino-estadounidense Shireen Abu Akleh en 2022, y el asesinato de más de 300 palestinos/as, incluyendo 38 niñas y niños, en Cisjordania este año, antes de esta reciente escalada.
Nos parece que este doble rasero refleja un discurso colonial arraigado, que ha utilizado la Biblia como arma para justificar la limpieza étnica de los pueblos indígenas en las Américas, Oceanía y otros lugares, la trata transatlántica y la esclavitud de los pueblos africanos, y décadas de apartheid en Sudáfrica. Las teologías coloniales no están pasadas de moda: continúan en las teologías e interpretaciones sionistas de amplio alcance, que han legitimado la limpieza étnica de Palestina y el vilipendio y la deshumanización del pueblo palestino –incluyendo la población cristiana– que vive bajo el apartheid y el colonialismo.
Más aún, somos conscientes del legado cristiano occidental de la Teoría de la Guerra Justa que se utilizó para justificar el lanzamiento de bombas atómicas sobre civiles inocentes en Japón durante la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de Irak y la diezma de su población cristiana durante la última guerra estadounidense contra Irak, así como el apoyo inquebrantable y acrítico a Israel contra el pueblo palestino en nombre de la supremacía moral y la “autodefensa”. Lamentablemente, muchas y muchos cristianos occidentales –de todo el espectro confesional y teológico– adoptan teologías e interpretaciones sionistas que justifican la guerra, lo cual les convierte en cómplices de la violencia y la opresión israelí.
Algunos también son cómplices del crecimiento del discurso de odio antipalestino que observamos en numerosos países y medios de comunicación occidentales en la actualidad.
Aunque muchos cristianos occidentales no tienen ningún problema con la legitimación teológica de la guerra, la gran mayoría de las y los cristianos palestinos no aprueban la violencia, ni siquiera por parte de los oprimidos y ocupados; en cambio, están plenamente comprometidos con el camino de Jesús en la resistencia creativa no violenta (Kairós Palestina, §4.2.3), que utiliza “la lógica del amor y recurre a todas las energías para buscar la paz” (§4.2.5). Fundamentalmente, rechazamos todas las teologías e interpretaciones que legitiman las guerras de los poderosos. Instamos encarecidamente a las y los cristianos occidentales a que nos acompañen en esta tarea. También les recordamos que Dios es el Dios de los oprimidos y oprimidas, y que Jesús reprendió a los poderosos y elevó a los marginados. Esta es la esencia de la concepción divina de la justicia. Por lo tanto, nos preocupa profundamente que algunos líderes y teólogos cristianos de Occidente no reconozcan la tradición bíblica de justicia y misericordia, proclamada por primera vez por Moisés (Dt 10:18; 16:18-20; 32:4) y los profetas (Is 1:17; 61:8; Miq 2:1-3, 6:8; Amós 5:10-24), y ejemplificada y encarnada en Cristo (Mt 25:34-46; Lc 1:51-53; 4:16-21).
Por último, y lo decimos con el corazón quebrado, hacemos responsables a los líderes eclesiásticos y teólogos occidentales que respaldan las guerras de Israel por su complicidad teológica y política en los crímenes cometidos en los últimos 75 años contra el pueblo palestino. Les pedimos que reexaminen sus posiciones y cambien de rumbo, recordando que Dios “juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:31).
También nos recordamos a nosotros mismos y a nuestro pueblo palestino que nuestro sumud (firmeza, tenacidad) está anclado en nuestra causa justa y en nuestro arraigo histórico en esta tierra. Como cristianas y cristianos palestinos, también seguimos encontrando valor y consuelo en el Dios que habita con los de espíritu contrito y humilde (Is 57:15). Encontramos valor en la solidaridad que recibimos de Cristo crucificado, y encontramos esperanza en la tumba vacía. También nos anima y fortalece la solidaridad valiente y el apoyo de muchas iglesias y movimiento cristianos de base de todo el mundo, que cuestionan las ideologías del poder y la supremacía. Nos negamos a rendirnos, aun si nuestros hermanos y hermanas nos abandonan. Somos firmes en nuestra esperanza, resistentes en nuestro testimonio, y seguimos comprometidos/as con el Evangelio de la fe, la esperanza y el amor, frente a la tiranía y la oscuridad. “En ausencia de toda esperanza, lanzamos nuestro grito de esperanza. Creemos en Dios, bueno y justo. Creemos que la bondad de Dios triunfará finalmente sobre el mal del odio y de la muerte que aún persisten en nuestra tierra. Veremos aquí ‘una nueva tierra’ y ‘un nuevo ser humano’, capaz de levantarse en el espíritu para amar a cada uno de sus hermanos y hermanas” (Kairós Palestina, §10).
¡Que venga tu Reino!
Invitamos a adherir a esta declaración firmando la petición en Change.