
Yo ya pedí la jubilación. Viviré con menos, pero mejor.
¡Me jubilé! Como lo oyen. Ya no cobraré lo mismo, pero una compañera interina y parada ya está estrenando destino. Estaré más disponible aunque, como los huesos no aguantarán mucho, trataré de cuidarme; pero a mis 40 y doce -que diría Sabina-, he decidido no trabajar más. Sobre todo tras la deprimente cortina de humo…