Me causa cierta indignación y sorpresa que en los últimos días los máximos dirigentes del PSOE regional, como en un ataque repentino de “democratitis”, pretendan un pequeño cambio en la Ley Electoral ( modificación del artículo 25.4 del Estatuto, sobre la composición y el régimen electoral), máxime cuando hace unos días han presentado a bombo y platillo, la reforma de dicho Estatuto de Autonomía, cocinada y aprobada por unanimidad del PP y PSOE, y con una falta de conocimiento y participación de la mayoría de la sociedad civil –salvo la célebre sociedad articulada”-y de todas las organizaciones sociales y políticas de Castilla La Mancha (aquí no nos han ofrecido ningún referéndum como sus correligionarios andaluces).
El presidente de la comunidad, José Mª Barreda, el 29 de enero de 2007 -el mismo día de la aprobación del estatuto- propone por sorpresa, la modificación del número de diputados asignados a Guadalajara ya que esta provincia, con casi 5000 habitantes más que Cuenca, tiene un diputado menos, lo cual es algo que, según él, “chirría (…) y supone una situación injusta”. Y, en términos similares, se pronunció el pasado 5 de febrero en Fitur, el vicepresidente segundo del gobierno regional, Emiliano García Page, afirmando que “CLM necesita una Ley Electoral mucho mas representativa”…
Por favor señores, seamos serios. A mas de uno, la actitud de los dos partidos mayoritarios nos parece tramposa a más no poder, desde el momento que están permitiendo una injusta ley electoral vigente y no aceptan debate alguno para una reforma en profundidad de la misma, probablemente porque cada 4 años, les favorece a unos o a otros. ¿No es más injusto que una formación política con 38.000 votos, no tenga representación parlamentaria y las suyas salgan con unos 21.000? ¿De qué democracia hablamos? Uds., permítanme que no use las palabras políticamente correctas, son unos aprovechados. ¿No es una cuestión elemental de igualdad de derechos que el número de votos para obtener un escaño tenga que ser el mismo para todos? ¿No hemos luchado siempre por el sacrosanto principio de “un hombre/una mujer, un voto? La ley del embudo, la permiten a nivel nacional y eso debe servirles de excusa para hacer aquí lo mismo (recuérdese que Ezquerra Republicana de Cataluña, por ejemplo, tiene la mitad de votos que Izquierda Unida, y sin embargo posee más diputados, o que a Izquierda Unida le costó 254.000 votos obtener cada escaño en los últimos comicios, mientras al PSOE le fueron suficientes 66.500 y al PP 65.000).
Las soluciones que compensarían el gran déficit democrático que tiene nuestra región saben Vds. que son relativamente sencillas, incluso sin grandes reformas. Aunque sintéticamente por la naturaleza de este artículo podríamos señalar: el caminar hacia un único colegio electoral regional, la aplicación de la injusta Ley d´Hont sobre el conjunto de los votos obtenidos en la región o la ampliación de escaños en la cortes regionales hasta el máximo permitido por nuestro estatuto, que es el que tienen la mayoría de las regiones españolas. ¿No les interesa, verdad?, ¿Prefieren pedirle a la gente el “voto útil” sin darles vergüenza alguna?… Pues no hablen de democracia, ni de representatividad, ni de injusticias y no engañen más a la gente.
Ojala podamos difundir estas verdades y que la ciudadanía pueda romper las perniciosas mayorías absolutas algún día, -si fuera esta primavera de 2007- mucho mejor. Como escribía un conocido investigador de la Universidad de California, en Modelos de democracia, “…la elección legislativa en España es uno de los casos más evidentes de «reparto no equitativo» de escaños de entre las 36 democracias comparadas”. Arend Lijphart también llegó a la conclusión de que, «el gobierno de la mayoría presagia, más que una democracia, una dictadura de la mayoría, así como luchas civiles. Lo que las sociedades divididas necesitan es un régimen democrático que haga hincapié en el consenso en lugar de en la oposición; que incluya más que excluya y que intente maximizar el tamaño de la mayoría gobernante, en lugar de contentarse con una mayoría escasa». A este sistema le llama democracia consensual, y se le atribuyen valores como «la inclusión, el pacto y el compromiso», frente al modelo de democracia mayoritaria, que caracteriza como «competitivo y de confrontación».